El Informe sobre el Comercio y el Desarrollo, 2010 de la UNCTAD advierte que los países en desarrollo deben reconsiderar sus políticas de apoyo a un progreso económico duradero si sus estrategias actuales de crecimiento y generación de empleo se basan en gran medida en la expansión de las exportaciones. El objetivo de que las exportaciones impulsen el crecimiento encontrará dificultades cada vez mayores ahora que en los Estados Unidos se ha terminado el auge del consumo financiado a base de endeudamiento.
La economía de los Estados Unidos ya no será el motor del crecimiento de la economía mundial y es improbable que China, la zona del euro o el Japón asuman ese papel en un futuro previsible. De acuerdo con lo recomendado en el informe, las políticas de fomento del crecimiento económico sostenible, la creación de empleo y la reducción de la pobreza deberían basarse en una combinación equilibrada de demanda interna y demanda externa.
El Informe sostiene que, en primer lugar, no todos los países pueden seguir con éxito al mismo tiempo una estrategia de desarrollo basada en las exportaciones, dado que algunas naciones deben por fuerza ser consumidoras netas de mercancías exportadas. En segundo lugar, los mercados mundiales de exportación probablemente crezcan mucho más lentamente que en los años anteriores a la recesión mundial, lo cual dificultará cada vez más la adopción de esas estrategias. Por último, la competencia entre exportadores basada en la contención de los costos laborales provoca una carrera de igualación de los salarios a la baja contraproducente para la reducción de la pobreza y la creación de puestos de trabajo. Al contrario, los países deberían poner mayor empeño que en el pasado en crear un círculo virtuoso en el que la elevada inversión en capital fijo daría lugar a un aumento más rápido de la productividad con las consiguientes subidas salariales. Esto haría posible una expansión constante de la demanda interna y, por ende, del empleo. Según el estudio, es preciso que en las estrategias de desarrollo se encuentre un equilibrio entre el fortalecimiento de la demanda interna y la orientación hacia la exportación.
Según el Informe, parece inevitable un descenso del consumo en los Estados Unidos. Tras el hundimiento del mercado inmobiliario de ese país, los hogares se vieron obligados a reducir su nivel de endeudamiento, hasta entonces bastante elevado, y su consumo fue menos boyante. Antes de la crisis, el gasto de los consumidores de los Estados Unidos absorbía cerca del 16% de la producción mundial. Además, el país debe afrontar el problema de los 8 millones de empleos perdidos a causa de la crisis, al mismo tiempo que se van disipando los efectos de los estímulos fiscales durante 2010. En tales circunstancias, es poco probable que los Estados Unidos vuelvan a ser la locomotora de la demanda mundial. Tampoco es probable que otros países puedan asumir esa función en breve, añaden los economistas de la UNCTAD.
En China, la sustitución de las inversiones en capital fijo y las exportaciones por el consumo como principal fuente de crecimiento y generación de empleo es ahora un objetivo oficial. Las importaciones de China ya han experimentado un fuerte aumento y su excedente por cuenta corriente se reducirá de manera significativa en 2010. Ahora bien, el consumo de los hogares de China todavía no es más que una octava parte del de los Estados Unidos y la estructura de ese consumo favorece los bienes de producción nacional. Por consiguiente, China dista mucho de poder convertirse en el impulsor único del crecimiento mundial. En el panorama general del Informe, el Secretario General de la UNCTAD, Supachai Panitchpakdi, observa: "Ambos ajustes, el de los Estados Unidos y el de China, tendrían un efecto neto deflacionario para la economía mundial, pero no serían suficientes para corregir los grandes desequilibrios mundiales".
El informe afirma que la clave para lograr un reequilibrio mundial consistiría en efectuar un ajuste expansivo en las economías industrializadas con mayores excedentes. Alemania y el Japón disponen de un margen considerable para aumentar el consumo de los hogares mediante subidas salariales. Sin embargo, hasta la fecha en esos países la recuperación de la recesión no ha estado impulsada por una expansión de la demanda interna. Por el contrario, la fuerza motriz del repunte de sus economías ha sido un fuerte crecimiento de las exportaciones, como ocurría antes de la crisis. El informe indica además que el hecho de que en la zona del euro se ponga el acento en la austeridad fiscal reduce aún más las probabilidades de que se estimule sustancialmente la demanda por ese lado.
Por lo tanto, cabe prever, según el Informe, que los países en desarrollo y las economías de mercado emergentes, que suelen depender en extremo de la demanda externa, se vean obligados a adoptar estrategias de crecimiento y generación de empleo que recurran a la demanda interna en mayor medida que en el pasado. El informe señala que una estrategia de crecimiento centrada en las exportaciones y en la compresión salarial no es sostenible para un gran número de países y durante largo tiempo. La razón estriba en que no todos los países pueden seguir con éxito esta estrategia al mismo tiempo y en que sólo es posible reducir hasta cierto límite la parte de la renta total correspondiente al trabajo. A menudo se observa una persistencia de los problemas de empleo en los países que optaron por esa estrategia, ya sea porque las exportaciones no crecieron en la medida que se esperaba, ya sea porque los aumentos de productividad se tradujeron en un descenso de los precios de las exportaciones antes que en aumentos salariales que podrían haber creado nuevos puestos de trabajo al provocar un aumento de la demanda interna.
Entre 1980 y 2002, en América Latina el PIB per cápita prácticamente se estancó, aumentó el desempleo y bajó la productividad media. En África, las políticas macroeconómicas ortodoxas y las reformas practicadas durante más de 20 años han tenido un éxito limitado en la creación de las condiciones necesarias para un crecimiento rápido y sostenible, sobre todo en el África subsahariana. "Al final de los años noventa, la estructura productiva de la subregión recordaba la del período colonial, ya que consistía casi exclusivamente en agricultura y minería", se señala en el Informe. Incluso en Asia, donde se ha registrado durante muchos años un rápido crecimiento del PIB y de la productividad, es preciso reforzar los factores internos que contribuyen a generar empleo para ofrecer un trabajo digno a gran parte de los trabajadores.
Entre 2003 y la víspera de la crisis en 2008, en todas las regiones
en desarrollo se observó un incremento significativo del crecimiento y de la renta. Eso se debió en parte a una reorientación hacia políticas macroeconómicas más expansivas, pero sobre todo a los efectos favorables de un auge de la economía mundial. Según el informe, es poco probable que las condiciones externas sean tan favorables para los países en desarrollo en los años venideros, lo cual corrobora la necesidad de centrar las estrategias de crecimiento en la demanda interna.
Ahora bien, como dice el Secretario General Supachai Panitchpakdi en el panorama general del informe, "una mayor insistencia en el fomento de la demanda interna como motor de la creación de empleo, y una menor dependencia de las exportaciones para impulsar el crecimiento de la que muchos países tenían en el pasado, no deberían considerarse un retroceso en el proceso de integración en la economía mundial". Es preciso que los países en desarrollo ganen las divisas necesarias para financiar las importaciones que requieren, especialmente de bienes de capital. Además, la competencia internacional entre empresas puede servir de acicate para la innovación y la inversión por parte de los productores en las industrias de bienes comerciables de esos países.
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