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Under the skin

Publicado el 09 marzo 2015 por Srinterrogante

Under the skin
El titular del periódico EL PAÍS tras la jornada en la 70ª Mostra de Valencia, en la que se proyectaba Under the skin rezaba así:
Under the skin
El firmante, un siempre polémico Carlos Boyero, fiel a su estilo. Carlos Boyero es como ese amigo al que solo le gusta hablar de coches y de mujeres. Lo llamas para salir y pasarlo bien y lo llamas para ir a ver una exposición de Kandinsky y sentir que sabes algo.
Pero el comentario de Boyero deja al descubierto, al menos, un error de concepto en la obra de Jonathan Glazer. Que esta historia sobre la erótica e introspectiva odisea de un alienígena en nuestro mundo (en Escocia para ser más precisos) sea recordada por ser la primera película con desnudo integral de Scarlett Johansson implica no haber medido bien las consecuencias del mismo.
Claro que hay justificación para ese desnudo dentro del propio hilo argumental y del discurso de Under the skin. El momento en el que el desnudo se realiza, el alíen se encuentra en un avanzado momento de comprensión hacia su falsa identidad externa, y se examina fascinado por aquello que atrae de manera tan irremediable a los hombres de ese planeta. Esa escena recoge todo lo que la cinta quiere mostrarnos, la anodina forma en la que observaría un ser de otro planeta aquellos atributos físicos que nosotros hoy idolatramos. Otra escena de igual importancia respecto a este tema ocurre con la intervención de cierto hombre de rostro deformado. Al subirse a la Pussy Wagon del alienígena, este no reacciona asustándose por su fealdad, sino que se fija en otros atributos, como la suavidad de sus manos, reivindicando así la importancia de lo que no vemos (o no queremos ver) en el mundo en el que vivimos.
El desnudo, y la cinta en general, quiere hacerme recordar (y mira que intento olvidarla) Melancolía de Lars Von Trier. Igualmente dilatada, igualmente contando con la presencia de un desnudo (el de Kirsten Dunst, fantástico y mucho más poético mientras se baña por la luz del planeta que después la destruirá), igualmente resulta tediosa hasta el aburrimiento. Y lo que en manos de un director menos preocupado en hacernos comulgar a todos con su enorme ego hubiese sido una cinta mucho más reflexiva y accesible, se queda en una obra reservada a unos pocos eruditos, que habrá que revisionar en años, para ver si todo esto es algo más que un par de tetas bien puestas.
En una frase: yo quería fijarme en la historia, se lo prometo.

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