Algo tiene qué estar pasando en este mundo para que diferentes regiones que forman parte de grandes países se quieran separar de su Estado de origen. En un principio pensábamos que el caso de Cataluña era único, pero no es normal que después de ver como Crimea se une a Rusia separándose de Ucrania, de repente una región como Venecia quiera separarse de Italia.
Al parecer precisamente en esta parte del país transalpino, están muy descontentos con la política de Roma porque, como explican, solo se ayuda al sur de Italia mientras que Venecia, que está al norte, está más olvidada. Es por ello que deseen convertirse en una república independiente.
Así que viendo que Crimea, en Ucrania, quieren volver a quien les dio su respaldo o calor (por todo el gas que tiene) como es la madre Rusia o Venecia que quiere deshacerse de aquellos que no les atienden, ¿estamos ante una nueva etapa de los países independientes en la vieja Europa?
Cierto es que el descontento con la política favorable a los deseos de Angela Merkel y el clan de los poderosos que la rodea no está gustando a los que podrían sentirse defenestrados. Algo que se entiende porque antes cada país se orientaba o llevaba su camino en el interés de lo que sus ciudadanos necesitaban. Ahora con esta gran Europa que se ha creado, los que deciden qué tiene que ocurrir en cada rincón a buen seguro que ni conocen la región de la que hablan.
Es como si de repente la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, decidiera que en el Ayuntamiento de su localidad, y lo digo como ejemplo para que se sitúen, los habitantes que tuvieran más de un hijo pagaran por su segundo descendiente un impuesto. Algo que no afectaría a los pueblos con más ancianos pero que sí redundaría en aquellos municipios con residentes más jóvenes y dispuestos a incrementar los índices de natalidad.
En definitiva, que por mucha Europa que seamos, no siempre se puede atender las necesidades de aquellos sobre los que, en teoría, se gobierna. Sobre todo cuando no tienes ni idea de cuáles son sus condiciones de vida, su forma de vida, o simplemente si en esa parte del viejo continente hay siquiera vida.
Así que como conclusión a la tendencia independentista que podamos empezar a vivir, si unos se separan de aquellos que supuestamente les dan sustento con la idea de que pueden vivir solos y libres o porque consideran que están mejor con otros, lo están pensando porque quizá así pueda ser. Crimea, Venecia, Cataluña y quien sabe cuántos más se sumarán.
Porque si Europa exige y poco da, quizá no sea tan descabellada la idea de volver a como estábamos, y no hablo de fragmentar una nación, sino la de ser un país que ya a estas alturas habría salido de la crisis en la que más de uno o una, se ha empeñado en que estemos.
Esta es la crónica habitual de un día como otro cualquiera…
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