Revista Humor
Los jesuitas que trataron de educarme eran muy estrictos con la
uniformidad que imperaba en aquel ostentoso colegio extremeño
con pretensiones de universidad neogótica que había sido erigido
con la colaboración económica de uno de mis antepasados,
detalle que no evitó mi posterior expulsión del claustro porque,
como decía mi abuela, los jesuitas no se casan con nadie.
Chaqueta azul marino cruzada y pantalón corto, bombacho o largo,
según la edad del infante.
Con el corto te morías de frío en invierno , el largo nunca se
adaptaba a los estirones de la adolescencia y con el bombacho
tenías el ridículo asegurado en cualquier circunstancia.
No obstante he de reconocer que cuando, con motivo de las
grandes solemnidades uniformadas, cantábamos el vibrante himno
del colegio (Bajo el beso radiante del sol...) los pantalones cortos
(...sol de fuego que forjó conquistadores) los pantalones largos
(...granos de oro en esta prieta espiga) e incluso los
pantalones bombachos (...de muchachos, hombres del porvenir)
se cruzaban con las chaquetas otorgándonos una marcialidad
aristocrática muy acorde con la Compañía de Jesús (...por España
y por Cristo adelante, en la tierra su imperio hemos de hacer).
Con semejante experiencia colegial, no es de extrañar que las
intenciones de Javier Arenas ( el mayor de los Arenas de la foto)
de uiniformar a los escolares patrios, obligándoles a llamar al profesor
D.José, me haya parecido una iniciativa francamente insuficiente.
Yo, además de llamarles P. José, tenía que besarles la mano,
tomando ciertas precauciones.