Adam Haslett, que sólo había publicado un excelente libro de relatos hace unos años -Aquí no eres un extraño- demuestra en su primera novela Union Atlantic que es capaz de saber mirar el tiempo presente y describirlo de forma inteligente. Entre la primera guerra de Golfo de 1988 y los inicios de la segunda en 2002, con el 11S por medio, Haslett sitúa al personaje central, Doug Fanning, un marine convertido en gran especulador de la finanzas. El mundo de la banca, de las inversiones bursátiles, la escurridiza regulación estatal como telón de fondo de un americano a la búsqueda de su lugar en el mundo. Como contrapunto, una vieja profesora de Historia, Charlotte Graves, liberal, decrépita pero empeñada en defender la América que sólo pervive en sus delirios. Para un profesor de Historia resulta especialmete entrañable y patético el personaje de Charlotte Graves, empeñada en enseñar la historia de su país a los cachorros de los nuevos especuladores, que acaban despidéndola. Una profesora a la vieja usanza, que reconoce que incluso hizo "ciertas concesiones y proyecté la película maldita -Malcom X-. Sin embargo, para ellos todo aquello no era más que entretenimiento".
La casa ostentosa que se contruye el fulgurante banquero Doug frente a la ruinosa de Charlotte desencadena un choque de clases en toda regla. Entre medias, el joven alumno de la profesora y amante ocasional de Doug, Nate Fuller. Hay un capítulo delirante, el de la gran fiesta que organiza el presidente del banco Union Atlantic, donde se parodia a placer a toda esa fauna que nos ha conducido al desastre. Qué gran secuencia podría rodar un buen director con este capítulo, y con toda la novela.
Haslett escribe con extraordinaria precisión, no se pierde en florituras y sabe armar la novela para que la trama funcione.
Ya tenemos la novela de las décadas previas a la Gran Recesión ocasionada tras la quiebra de Lethman Brothers en 2008, con un análisis creíble de las entrañas del gran tinglado del capital y los tipos humanos que la gestaron con su avaricia, falta de escrúpulos e inmensa ceguera, ante la impotencia de los viejos liberales y demócratas.