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¿Unión Social Europea? (III)

Por FundaciÓn Novia Salcedo
El profesor de la Universidad de Lovaina, Frank Vandenbroucke, nos habla de una Unión Social Europea como clave de futuro. Un modelo que según el propio autor:
1) Apoye a los estados del bienestar de los países miembros en funciones básicas como la estabilización, a través de objetivos y estándares sociales. 2) Una unión de estados del bienestar, con un proyecto social claro. 3) Sus principales características son: la inversión en capital humano, como objetivo principal para obtener resultados a largo plazo, un gran acuerdo sobre el salario mínimo, y la educación como inversión social prioritaria.
Esta Unión Social Europea puede ser una de las alternativas de futuro para la UE y más teniendo en cuenta, que recientemente la ciudadanía europea ha mostrado su desencanto hacia el modelo europeo actual. Parte de este desencanto y euroescepticismo ha desembocado en un buen puñado de votos para las formaciones de extrema derecha en algunos países de Europa.
En este último post acometeremos la Historia reciente del viejo continente y trataremos de descifrar el mensaje enviado por la ciudadanía a través de las elecciones.
Hacia una Unión real Tras la aprobación del Tratado de Maastrich en 1992, se da una aceleración en el proceso de estrechar los lazos, profundizando en la unión política y poniendo en marcha medidas de corte social. Uno de los avances más destacados supone la aplicación del acuerdo Schengen en el año 1995. Este acuerdo se basa en la libre circulación de personas dentro de las fronteras de la Unión Europea. Algo insólito de pensar hace tan sólo 50 años recién concluida la Segunda Guerra Mundial. Esto respalda de forma manifiesta el proyecto de Unión entre europeos, se pasa de la teoría a la práctica.
Otro de los impulsos que se trataron dar, fue la fallida aprobación de la Constitución Europea en 2004, que proponía el establecimiento de una constitución aplicable en el conjunto de la Unión, la creación de un Ministro de Exteriores, y el establecimiento de un himno, el día de Europa (9 de Mayo), y un lema (Unidad de la diversidad). A pesar de los esfuerzos institucionales por sacar adelante este proyecto, no caló entre la ciudadanía, con importantes rechazos como el de Francia y Holanda. Por último, se aprueba el Tratado de Lisboa en 2007, que consiste en una reformulación de la Constitución Europea, omitiendo la referencia a los símbolos mencionados anteriormente.
El futuro está en juego Completada la trayectoria histórica de Europa, se abre un periodo de incertidumbre para el viejo continente tras estas últimas elecciones del 25 de Mayo de la que se extraen 3 conclusiones.
Primera, estas han sido unas elecciones entendidas en clave nacional, y en la que los asuntos europeos han ocupado poco espacio. Debemos reparar en los datos de las elecciones para percatarse de esas ganas de hacer las cosas de otra manera, con el descenso  en España del bipartidismo (PP-PSOE) a mínimos históricos por debajo del 50% y el incremento de partidos como Izquierda Unida y Podemos, con 6 y 5 escaños respectivamente. Somos un conjunto de ciudadanos con capacidad de crítica, nuestro nivel de exigencia ha subido. Por eso es importante resaltar, que la gente no está en contra del proyecto Europeo, sino que una parte de la sociedad ha mostrado oposición al modelo de austeridad que se está estableciendo. Quizá lo más preocupante sea que el discurso simplista de la extrema derecha, haya servido para convencer a una población desencantada con la clase política. Este punto de vista  ha sido precisamente el que ha propuesto el Frente Nacional francés, apostando por un ambiguo e inquietante mensaje: “destruir la UE, no Europa”.
Segunda, la juventud exige cambios. Unos comicios que según analistas como Ernesto Ekaizer, han dejado claro que los jóvenes abogamos por un cambio en la forma de entender la política, que tiene que estar fundamentada en la participación. Los jóvenes hemos votado por una renovación e impulso de la democracia que apunta hacia el hipotético modelo de la Unión Social Europea. Los partidos que apuestan por este modelo de una Europa más social parecen haber ganado adeptos entre sus filas, sobre todo jóvenes (como afirma Iñaki Gabilondo en un reciente vídeo). Somos la generación mejor preparada, no nos conformamos con la vieja guardia democrática conformada por el bipartidismo.

¿Unión Social Europea? (III)

Joven descontenta con la situación actual. /Ethic


Tercera y última, hay que poner de manifiesto que se debe evitar la mala gestión en época de crisis. Una crisis tan grave como la que estamos padeciendo, divide a la sociedad, aumenta las diferencias entre ricos y necesitados. La clase media de una sociedad es un indicador fiable de la salud democrática de cualquier paíscomo bien afirma el prestigioso catedrático en Historia Económica, Josep Fontana. Por eso, es vital fortalecerla para garantizar un próspero futuro.
Por todo ello, es importante tener en cuenta la opinión de los ciudadanos, especialmente entre nosotros, la juventud, que iría en la dirección de una “Unión Social Europea”.

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