Revista Cómics

Universo Comic-Books! – Generación Vértice

Publicado el 08 junio 2015 por Celesj

¡Ah, la nostalgia! Uno siempre rememora con un cariño especial las lecturas de los años de infancia y preadolescencia, esa época de la vida en la que tu capacidad para el asombro todavía se mantiene intacta. En mi caso, que es el de tantos aficionados de mi generación, gran parte de esas lecturas que avivaron mi afición por el cómic fueron los tebeos Marvel publicados por Ediciones Vértice.

Eran los años setenta: El Capitán Trueno, El Jabato, El Guerrero del Antifaz y demás héroes patrios parecían haber iniciado su lento pero inexorable declive, al tiempo que emergía con fuerza una nueva clase de personajes, los superhéroes, completamente distintos en concepto y mentalidad. Ya desde un principio, dicha pujanza provocaría la reacción airada de quienes se apresuraron a descalificarlos, cegados por sus prejuicios ideológicos o por cualquier otro motivo inconfesable. Algunos nunca tuvimos ese problema, pero me figuro que debe de ser bastante difícil intentar explicar las excelencias de  los universos superheroicos al que no los ve más que como una colección de monigotes en ropa interior larga. O entras en el juego o no lo haces, esa es la cuestión.

Pero dejémonos de digresiones y volvamos a nuestro tema, los cómics de Vértice. Yo los descubrí poco antes de que el formato libro supermanipulado –aquello que llamaban el Volumen 1– dejara paso al formato magazine más próximo al original americano –el Volumen 2 y, posteriormente, el Volumen 3–. De entre las muchas joyas de aquella época, resulta obligado destacar la prodigiosa etapa de Steve Englehart y Sal Buscema en Capitán América, para la cual todos los elogios se quedan cortos. ¿Qué podemos decir sobre la saga del Imperio Secreto y el Nómada que no se haya dicho ya? Englehart tenía una habilidad única para atraparte con sus guiones, no sólo en esta colección sino también en otros títulos como Los Vengadores: tan pronto introducía a Mantis para crear tensión en el grupo como orquestaba una vibrante Guerra Vengadores/Defensores , modelo a imitar por tantos “crossovers” que habrían de venir.

El cambio –o la apariencia de cambio– seguía siendo la principal fuerza motriz del Universo Marvel: Reed y Sue Richards se enfrentaban a su primera gran crisis matrimonial tras la “lobotomía” forzosa de su hijo Franklin, El Hombre de Hierro lucía un vistoso apéndice nasal, Thor recuperaba a Jane Foster sólo para perderla de nuevo, y Dan Defensor se balanceaba entre los edificios de San Francisco en compañía de cierta ex espía rusa llamada Natasha Romanoff… ¿Quién diablos necesitaba a Elektra?

Se ha llegado a calificar la Marvel de los setenta como una época de “anarquía creativa ” pero, incluso aceptando que fuera así, uno no puede por menos que exclamar… ¡bendita anarquía! Y como botón de muestra, aquella línea de terror tan diferente a lo que nos ofrecían otras editoriales, con Drácula, Michael Morbius, Simon Garth, Jack Russell , Daimon Hellstrom y Satana. O el impresionante arranque de Roy Thomas y John Buscema en Conan, pura adrenalina en viñetas. Aunque los episodios ilustrados por Barry Windsor Smith también eran formidables, fue Buscema quien consiguió transmitir la auténtica esencia bárbara del “cimmeriano”, que es como lo denominaban en los albores de Vértice.

Ciertas sagas encendían la llama de la polémica más que otras: mucho antes de que el término se convirtiera en un cliché, el drama del clon de Gwen Stacy abordaba cuestiones que hasta entonces nadie se había atrevido a sugerir en un comic book. Ahora sabemos que Gerry Conway fue presionado para escribir aquella áspera historia, pero lo cierto es que en ella lograba que la Gwen clonada se revelara como un personaje mucho más fascinante y cautivador de lo que jamás fue el original.

Contemplada en su conjunto, era aquella una Marvel audaz e imaginativa que hacía honor a su reputación de “Casa de las Ideas”, siempre atenta a las últimas modas y tendencias. Como la de las Artes Marciales, de la que surgieron Shang-Chi, Puño de Hierro y Los Hijos del Tigre. En el escaparate marveliano podían encontrar acomodo cómics para todos los paladares, desde el “héroe de alquiler” Luke Cage hasta el cósmico Starlord, pasando por el sabor “pulp” de Doc Savage, el mesiánico Adam Warlock, los futuros apocalípticos de Deathlok y Killraven, la furia incontrolable de un “Lobato” que pronto pasaría a ser conocido como “Lobezno”, o ese arrollador Motorista Fantasma que acabaría convirtiéndose en un símbolo para los amantes de la velocidad sobre dos ruedas. ¿Alguno de vosotros recuerda a Omega… o a Skull El Matador?

Ir al quiosco para hacerse con las últimas novedades suponía toda una aventura por aquel entonces. En las publicaciones de Vértice no existía comunicación alguna con el lector, los nuevos títulos apenas si se anunciaban previamente, y los que cerraban lo hacían con el más absoluto de los sigilos. Y sin librerías especializadas a tu alcance, los comic books USA resultaban tan difíciles de encontrar como una aguja en un pajar. Pero era precisamente esa ausencia de información la que dotaba a los relatos de un ingrediente extra de emoción y suspense que hoy en día, para nuestra desgracia, se ha perdido.

La desaparición de Vértice, precedida por la brusca irrupción de Bruguera, significó el fin de una era de inocencia para los seguidores Marvel en España. La llegada de Forum alteraría por completo nuestra manera de leer cómics de superhéroes. A partir de ese momento, la actualidad americana pasó a ser el referente principal, iniciando una tendencia que se acentuaría a medida que pasaban los años.

Habrá quien argumente que tal inocencia era más bien ignorancia… Supongo que es otro modo de verlo. En todo caso, sin necesidad de regresar a tiempos de oscurantismo, tal vez interesaría encontrar una fórmula para evitar que el bombardeo continuo de noticias, avances y listados de novedades –al que tan difícil resulta sustraerse– se lleve por delante aquel sense of wonder, inocente o ignorante, que tanto nos deleitaba en las historietas de entonces. A veces uno tiene la impresión de que, para cuando aparece la edición española de cualquier saga medianamente importante, los lectores saben ya lo que van a encontrarse dentro: ¿Dónde queda el elemento sorpresa?

Con todos los aspectos positivos que pueda tener el nuevo escenario, que los tiene, hay una parte de mí que siempre añorará los viejos y entrañables tiempos de Vértice.

Miguel G. Saavedra

UM - CB-EXTRA

vertice
El artículo que acabáis de leer no es nuevo; al menos, no del todo. Cuando acuñé el término “Generación Vértice” en 1989, coincidiendo con la celebración del vigésimo aniversario de Marvel en España, lo último que podía imaginarme es que volvería sobre el tema un cuarto de siglo después, revisando y ampliando el texto que redacté entonces. No sé si podríamos considerarlo un ejercicio de nostalgia sobre la nostalgia… ¡Tampoco me hagáis mucho caso!

A los que no lo vivieron quizá les cueste entenderlo, pero yo siempre he pensado que la Era Vértice merece ser valorada por lo que realmente fue. Dejando al margen los desastrosos inicios del Volumen 1, con todo su condicionante político, como mínimo habría que reconocer que el cambio de formato permitió que la calidad de las ediciones mejorara ostensiblemente, sobretodo en comparación con lo que podíamos ver –y padecer– en las publicaciones de Bruguera o Novaro. Juzgar lo que hizo Vértice según los parámetros que rigen en la actualidad sería tan injusto como pretender etiquetar aquella etapa en función de una determinada ideología o clase social. Lejos de cualquier planteamiento reduccionista, la Generación Vértice enarbolaba su diversidad casi como una bandera: allí tenían su punto de encuentro aficionados marvelianos de toda índole y condición, exactamente igual que sucede hoy con la que algún día se denominará “Generación Panini”.

En fin, después del vehemente discurso que os acabo de soltar, creo que lo que corresponde es dedicar nuestro complemento musical a todos esos lectores anónimos que, en un momento u otro, llegaron a sentirse orgullosos de pertenecer a la Generación Vértice. Para ellos, para vosotros, hemos seleccionado una etérea composición de la extinta banda británica Mainstream que lleva por título “Castaway”. Que conste que el nombre del grupo es sólo una afortunada coincidencia… Si no os convence, siempre podéis buscar otro “himno” de vuestro agrado, pero nosotros nos permitimos sugeriros este:

¿Habéis ajustado el volumen? Perfecto, pues ahora ya podéis pasar a las ilustraciones. Excepcionalmente, las hemos agrupado todas al final para que las repaséis mientras todavía suena la música. También en eso, este Comic books! va a ser un poquito diferente al resto. Tomaos vuestro tiempo, que la canción dura cuatro minutos y medio…

Steve Englehart y Sal Buscema hicieron del Capitán América el título Marvel más emocionante de la época. Algunos lectores casi entramos en estado de shock cuando Frank Robbins se incorporó como nuevo dibujante titular, incluido el propio Englehart, que no vio con agrado la sustitución y abandonó la serie pocos números después. Y es que, pese al bien ganado prestigio de Robbins como creador de Johnny Hazard, estaba claro que los superhéroes no eran lo suyo.

Steve Englehart y Sal Buscema hicieron del Capitán América el título Marvel más emocionante de la época. Algunos lectores casi entramos en estado de shock cuando Frank Robbins se incorporó como nuevo dibujante titular, incluido el propio Englehart, que no vio con agrado la sustitución y abandonó la serie pocos números después. Y es que, pese al bien ganado prestigio de Robbins como creador de Johnny Hazard, estaba claro que los superhéroes no eran lo suyo.

Mucho antes que The Walking Dead estaba... ¡Simon Garth, el zombie comiquero por excelencia! Parece mentira que la Marvel actual no haya sabido sacarle más partido al concepto en pleno furor de los muertos vivientes.

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De vez en cuando, Vértice nos sorprendía con cosas tan marcianas como Omega El Desconocido, de Steve Gerber y Jim Mooney. Un cómic raro, raro... aunque no exento de interés.

De vez en cuando, Vértice nos sorprendía con cosas tan marcianas como Omega El Desconocido, de Steve Gerber y Jim Mooney. Un cómic raro, raro… aunque no exento de interés.

Uno de mis primeros tebeos Marvel fue el v.1 nº 15 de Conan, “Dos contra Turán”. ¡Qué grande era John Buscema! Aunque desde hace una década los derechos los detente el sello Dark Horse, para muchos de nosotros el cimmerio siempre será un personaje marveliano.

Uno de mis primeros tebeos Marvel fue el v.1 nº 15 de Conan, “Dos contra Turán”. ¡Qué grande era John Buscema! Aunque desde hace una década los derechos los detente el sello Dark Horse, para muchos de nosotros el cimmerio siempre será un personaje marveliano.

Un enigma sin resolver: ¿Por qué diantres llamaron Triple Acción a Los Defensores? Podría pensarse que fue debido a que el nombre estaba ya registrado, pero entonces ¿cómo se explica que Vértice sí publicara una cabecera de Los Defensores dos años después?

Un enigma sin resolver: ¿Por qué diantres llamaron Triple Acción a Los Defensores? Podría pensarse que fue debido a que el nombre estaba ya registrado, pero entonces ¿cómo se explica que Vértice sí publicara una cabecera de Los Defensores dos años después?

Mundos Desconocidos sigue siendo recordada como la mejor revista de historietas de Ciencia Ficción que nunca se haya visto en este país. Su calidad media era muy superior a la del magazine 1984, presentado con posterioridad por Toutain Editor.

Mundos Desconocidos sigue siendo recordada como la mejor revista de historietas de Ciencia Ficción que nunca se haya visto en este país. Su calidad media era muy superior a la del magazine 1984, presentado con posterioridad por Toutain Editor.

Gracias al talento de Chris Claremont, Dave Cockrum y John Byrne, con una ayudita de Terry Austin, La Nueva Patrulla-X pasó a convertirse en la gran sensación superheroica en la segunda mitad de los ´70... ¡y más allá!

Gracias al talento de Chris Claremont, Dave Cockrum y John Byrne, con una ayudita de Terry Austin, La Nueva Patrulla-X pasó a convertirse en la gran sensación superheroica en la segunda mitad de los ´70… ¡y más allá!

Nuestro último párrafo queremos reservarlo para los profesionales que trabajaron en la editorial: José Torra Mas, Fernando M. Sesén, Eduardo Chimenos Vallverdú, Luis Rion Galan, Salvador Dulcet, Rafael López Espí, Enrich, Tunet Vila… y tantos otros que se quedan en el tintero.

Ellos fueron, quizá más que nadie, la auténtica Generación Vértice.


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