Universo Comic-Books! – Seudónimos con Sorpresa

Seguro que los que leíais tebeos en la década de los setenta conserváis un grato recuerdo de aquellas revistas de “terror y suspense” como Vampus, Rufus y Vampirella. También podía encontrarse en los quioscos Dossier Negro, que iba un poco por libre. Se nutrían principalmente de materiales de la Warren americana y, aunque la calidad de los guiones quizá fuera un tanto irregular, nos permitieron disfrutar del trabajo de artistas de primerísimo nivel, entre ellos dibujantes españoles tan señalados como Esteban Maroto, José Ortiz, Luis Bermejo, Leopoldo Sánchez, Martín Salvador, Fernando Fernández, Vicente Alcázar, Luis García, Josep Mª Beá, Jaime Brocal, Isidro Monés o Sanjulián.

Vampus empezó a publicarse en 1971 de la mano de Ibero Mundial de Ediciones, y dos años después llegaría Rufus. Posteriormente, ambos magazines serían “absorbidos” por Garbo Editorial. Cada título disponía de su propio anfitrión para presentar los relatos incluidos en el ejemplar, a menudo rematándolos con alguna coletilla sarcástica. Además, el decrépito Vampus y su orondo sobrino Rufus se encargaban de contestar las cartas de los lectores en las secciones creadas a tal efecto. La siniestra familia siempre andaba a la greña: Vampus hablaba de su pariente como “el descastado”, mientras Rufus se refería a su tío en parecidos términos despectivos llamándolo “el vejestorio”.

Cuatro décadas atrás, Vampirella estimulaba nuestra imaginación y elevaba nuestro espíritu, ¡especialmente cuando la dibujaba el incomparable José González!

El debut de Vampirella en nuestro país se produjo, de manera un tanto insólita, en la revista de humor Mata Ratos. Pero en 1974, ya con Garbo recogiendo el testigo como editor, estrenó su propia cabecera mensual y su correspondiente correo, firmado por la heroína de Drakulón “in person”. Los lectores escribían lanzándole toda clase de piropos, me figuro que muchos de ellos impublicables. Básicamente, se trataba de un divertimento inocente al que los fans se prestaban a participar.

Yo era muy crío en aquella época, pero incluso entonces había algo que me desconcertaba: por supuesto que la sección no la llevaba la auténtica Vampirella, hasta yo me daba cuenta de eso, pero es que además el tono empleado resultaba… digamos que muy poco femenino. Por fin, un día tuve la confirmación de mis sospechas. Podéis considerarlo un desliz editorial o echarle la culpa a los socorridos duendes de imprenta, pero el caso es que en el sumario del nº 36 se leía lo siguiente: “Vampi Post Correo de los lectores, por Manuel Domínguez”. Sin embargo, luego pasabas a páginas interiores y allí seguía la Vampirella de pega repartiendo besos a su (no demasiado abundante) cohorte de admiradores. ¿Imagináis la cara que se les quedaría a aquellos pobres ilusos al descubrir que el correo no lo redactaba su adorada Vampi, sino un tío llamado Manolo? No hay que descartar que más de uno acabara traumatizado como resultado de todo aquello…

Cuando Forum inició su singladura editorial en 1983, ¡hace ya treinta años!, quiso marcar distancias con respecto a la etapa de Surco y Bruguera introduciendo secciones de correo en sus publicaciones. Al frente de las mismas colocaron a toda una serie de pintorescos personajes que respondían a seudónimos como Osuya, Yancy, Foggy, Blood, Savage, Átomos, Loki o Skull.

El Profesor Osuya era en realidad Mariano Ayuso, veterano profesional de la historieta nacional que falleció hará cosa de un año. Vaya desde aquí nuestro respetuoso homenaje para el redactor de tantos artículos y correos de Conan…. y también unos cuantos de Thor.

Al Profesor Yancy probablemente sólo lo recuerden los más viejos del lugar, ya que fue sustituido en el correo de Los 4 Fantásticos sin que apenas le diera tiempo a exclamar “¡Saludos Cósmicos!”. Otro tanto les sucedería a Foggy y Blood, que pasaron fugazmente por los correos de Daredevil y Los Vengadores, respectivamente. Un poco más aguantó P. Savage, que se ocupaba de la sección de Indiana Jones, aunque tampoco puede decirse que dejara una huella perdurable.

¿Y qué me decís de los corresponsales ficticios que colaboraban en la revista Aventuras Bizarras? Va un No–Premio honorífico para aquel que sea capaz de recitar sus nombres de memoria.

¿Quiénes eran realmente el Doctor Átomos y el Profesor Loki? Nosotros lo sabemos, que conste, pero no pensamos revelarlo a menos que venga alguien con una cantidad asquerosamente obscena de dinero. Enviad vuestros sobornos al correo electrónico del Editor Marvel, y él ya se encargará de hacérmelos llegar… si procede.

En cambio, el Doctor Átomos y el Profesor Loki sí llegaron a hacerse muy familiares para los aficionados. Entre ellos había un pique que guardaba evidentes paralelismos con el de pareja Vampus/Rufus, quizá por aquello de que los buenos antagonismos siempre dan mucho juego. Más adelante, Loki se enzarzaría en una agria e interminable polémica con cierto redactor de Ediciones Zinco de cuyo nombre no consigo acordarme… ejem.

Doc Skull se incorporó con posterioridad, al ampliarse la línea Marvel con nuevos títulos. En sus correos de Iron Man, Secret Wars o Capitán América, el hombre se afanaba por emular al Ramoncín de la etapa del Rey del Pollo Frito, pero la pose quedaba tan forzada que en ocasiones costaba lo suyo digerirla. Con todo, justo es reconocer que el inefable “Doc” también cosechaba adhesiones inquebrantables, sobretodo entre los lectores de más corta edad. Era a ellos a quienes parecían ir dirigidos aquellos artefactos supuestamente marchosos, salpicados de expresiones coloridas como “¡A enrollaros, chonis!” y otras de similar octanaje. Aquello tenía su punto cómico, de eso no cabe la menor duda, aunque tal vez no en el mismo sentido que su autor pretendía…

Lo que los marvelómanos ignoraban es el que el auténtico Sultán de los Seudónimos de la editorial era su director, Antonio Martín.

¿Que no me creéis?

Pues prestad atención al siguiente párrafo que hemos extraído de su ficha profesional, reproducida en la página web Tebeosfera:

Nombre: Antonio Martín Martínez. Alias: Alex, Andrea M. Rey, Antonio Novaro, Florentino M. Ureña, Fernando Espejo, Fernando Martín, Gargantúa, G.M., José Toll, Juan Ruiz, Juan Sánchez Colmado, Matías Alberes, Mysto, Pantagruel, Raúl Castro, Ulises Estampa y V. Clarós. También usó los nombres de otros: Ernesto Clavé, Ervigio Adán y José Ricart. No usó como alias los siguientes seudónimos que se le han atribuido: Raúl Pellón y P. Olivo

El texto está escrito por Manuel Barrero, responsable de la web, y supervisado por el propio Martín.

A ver, echemos cuentas: 17 seudónimos, 3 suplantaciones de identidad, 2 descartes… No sé lo que pensaréis vosotros, pero yo estaría por proponerlo para el Libro Guinness de los Récords.

Resulta llamativo que uno de los seudónimos empleados fuera Antonio Novaro, lo que nos invita a pensar que el venerable director de Forum sentía un apego especial por los tebeos de la DC clásica. Claro que Novaro era mucho más que DC, así que también podría ser que don Antonio fuera un entusiasta de Red Ryder, de El Llanero Solitario, de Turok, del Super Ratón, de Fantomas, de La Pequeña Lulú… o de Periquita, ¡vaya usted a saber!

Hmmm, me pregunto si debería empezar a firmar la sección como Miguel G. Vértice o Miguel G. Panini.

¿Sabéis qué…?

Casi mejor lo dejamos correr.

Miguel G. Saavedra

(Y viva la libertad de expresión,de sexo… ¡y de seudónimos!)

Antonio Martín Martínez, alias Gargantúa… ¡y cuatropecientos seudónimos más! En su ficha se destaca el buen talante del que fue antiguo Director Editorial de Forum, así que estamos convencidos de que sabrá encajar con humor nuestra pequeña broma de hoy. ¡Saludos, Señor Mysto!

Quizá os interese saber que Manuel Domínguez Navarro es un conocido traductor y guionista que años después trabajaría para Toutain Editor antes de fichar por la televisión autonómica catalana. Por lo que tengo entendido, últimamente se dedica a escribir sobre temas cinematográficos. Si está leyendo esto, vaya también nuestro saludo más cordial para el Señor Vampirello.

Y como no podía ser de otra manera, toca despedir la sección con un jacarandoso… ¡A enrollaros, chonis!