Comentario a Uno, dos, tres (Billy Wilder)
El argumento de la película se sitúa en la ciudad de Berlín, separada en dos por un muro durante la Guerra Fría. C.R. MacNamara (James Cagney), representante de Coca-Cola en Berlín Occidental, hace tiempo que aborrece la ciudad y desea un puesto de mayor importancia, quizás coordinando todo el (posible) mercado ruso, quizás en Londres, en lo que vendría a ser la oportunidad de su vida. Cuando la hija de 18 años de su jefe, Scarlett, es encargada a su cuidado, MacNamara ve llegar la ocasión propicia para lograr su objetivo. Sin embargo, esto no le resultará tan sencillo cuando Scarlett, alocada e impulsiva, se enamora y contrae matrimonio con Otto Piffl, joven comunista que vive al otro lado del muro.
La película se rodó en 1961, año ubicado en plena Guerra Fría, al igual que la película. Al ser rodada en EEUU muestra una cierta superioridad capitalista americana respecto al comunismo ruso, lo cual se aprecia al ver cómo Wilder caracteriza ciertas situaciones.
Un ejemplo de esto es la escena de la persecución a lo largo de Berlín Oriental, donde el coche soviético va a trompicones echando humo y acaba empotrado en la puerta de Brandenburgo. Por contra, el coche americano demuestra una gran fiabilidad y acaba por librar a los protagonistas de ser capturados.
Uno, dos, tres termina siendo en muchos aspectos una sátira del comunismo, de su densa burocracia, de su rigidez estatal, de la pobreza que genera en contraste con el esplendor de América, de sus gentes. Dice MacNamara: "Algunos policías de Alemania Oriental eran rudos y suspicaces. Otros, eran suspicaces y rudos".
Sin olvidarnos tampoco de lo deseosos que están al otro lado del muro de tener su propia Coca-cola o de lo feas que son sus mujeres, aspectos quizás que entran más dentro de su caricaturización. La película toca también temas muy en boga entonces, como la carrera espacial, la cual Wilder aprovecha para lo siguiente:
"C.R. MacNamara: ¿Saben? Los han engañado. ¡Estos cigarrillos son de la peor clase!
Peripetchikoff: No se preocupe, nuestros cohetes también de peor clase.”
Por otro lado, también aparece una caricaturización de los propios alemanes, humillados y rebajados por haber perdido la II Guerra Mundial, un pueblo avergonzado por su pasado reciente. Esto se refleja en los trabajadores de la compañía, quienes no son capaces de dejar de ponerse en pie y formar cada vez que MacNamara entra en la oficina, como si siguieran bajo el gobierno nazi. Se ve también en la figura del secretario Schlemmer:
C.R. MacNamara: Sólo entre nosotros, Schlemmer, ¿qué hizo durante la guerra?
Schlemmer: Trabajaba en un subterráneo.
C.R. MacNamara: ¿Luchaba con la resistencia?
Schlemmer: No, como conductor, usted sabe, en el metro.
C.R. MacNamara: Y por supuesto era usted anti-nazi y nunca le gustó Adolfo.
Schlemmer: ¿Qué Adolfo?
Dicho todo esto pareciera que la tesis de fondo que enfoca Wilder es la supremacía de Estados Unidos sobre el bloque ruso y el resto de Europa. Sin embargo, a lo largo de la película aparecen ciertas críticas al modo de vida consumista americano y a la política del país, a través de diversas situaciones (la escena donde aparece el despacho de MacNamara hasta arriba de trajes, zapatos, camisas y demás ropas para convertir a Otto en el perfecto yerno americano es muy significativa), o de la boca de ciertos personajes, sobre todo de Otto o del mismo MacNamara, que lo único que quiere es subir peldaños:
"Atlanta es como Siberia pero con discriminación racial"
Comentario que en una película de 1961 no dejaba de tener su importancia. En definitiva, que Wilder no salva ni al apuntador y en mayor o menor medida termina retratando a todos los personajes de la mejor forma posible para hacer comedia: como a unos imbéciles.
Uno, dos, tres es una película trepidante, frenética, de ritmo arrollador. A lo largo de la trama no dejan de pasar cosas y los comentarios ingeniosos no dejan de sucederse, de tal modo que el espectador no puede reírse porque si no correrá el riesgo de perderse el siguiente gag. Billy Wilder demuestra por tanto una capacidad enorme para hilar las distintas situaciones y provocar la carcajada, claro está ayudado por unas interpretaciones soberbias para mi gusto, en especial de James Cagney (MacNamara) y Horst Buchholz (Otto).