Revista Cultura y Ocio
Mañana es mi cumpleaños. Por primera vez he sido consciente de que cumplir años es algo más que celebrarlo y recibir regalos. Es una muesca en la culata, un tick en una lista, una grieta en una pared. Y no hablo del temor a envejecer, ni a esa creencia de que a partir de cierta edad a la gente no le guste decir que cumple años. Yo me refiero más a ese sentimiento de que sólo soy consciente del paso del tiempo en este momento.
Echas la vista atrás y piensas todo lo que imaginaste que serías con esta edad. A la vez, piensas lo que crees que será de tí en unos años. Te das cuenta del absurdo de ambas cosas ya que igual que no fuiste capaz de imaginar cómo sería tu vida hace 10 años, no lo serás ahora de predecir lo que te depara la próxima década.
Me queda un año para cambiar de decena. No me preocupa lo más mínimo. Creo que es más preocupante quedarte para siempre en una década, tanto mentalmente (los anclados en los 20 o 30, fuera de lugar) como literalmente (aquellos que no consiguieron cumplir más). Lo que sí me inquieta es ese no saber que mi naturaleza, ansiosa, tolera tan mal.
El paso de los años es la señal inequívoca de que vivimos. Y cómo ya dije el otro día, vivir, aunque nos hagamos viejos o nos equivoquemos, es lo único que podemos hacer, y para lo que estamos aquí. Y soy tan partidaria de vivir, que sólo pensar que un día pueda ser tan mayor que la perspectiva de seguir viviendo sea casi inverosimil es la única razón que puede hacer que no me entusiasme que llegue este día cada año. Por el resto, bienvenido sea, lleno de cosas, vacío a la vez de esas horas que tiramos sin darnos cuenta, que nunca volverán, cuando son lo más valioso que tenemos porque no hay manera de conseguir más.
Hoy, como el sábado cuando le regalé a mi sobrino El Principito, vuelvo a recordar su frase más famosa, "lo esencial es invisible para los ojos", y me convenzo que las minudencias como las trazas del tiempo en el cuerpo son absurdas, si las comparas con lo que significa en vivencia el tiempo que han necesitado para hacerse visibles.