Revista Opinión

Unos nuevos cirujanos de hierro. Las patologías políticas Reflexiones sobre el caso Bárcenas

Publicado el 19 enero 2013 por Romanas

No lo puedo remediar pero mis razonamientos son matemáticos, quiero decir que no puedo proceder por saltos sino mediante una serie de razonamientos en los que cada uno de ellos se basa férreamente en el anterior.
Primero: unas tautologías: los genios son los genios pero entre ellos también hay clases, por lo menos, morales, o éticas.
Así, por ejemplo, hay genios benéficos: Aristóteles y Marx, y genios maléficos: Hayek y Popper.
Pero ni siquiera los genios pueden dar saltos en el vacío. Cada uno de ellos se apoya firmemente en algunos que le precedieron para abrir una nueva ruta en el pensamiento humano. Toda esta jodido noche la he pasado dándole vueltas a las ideología de Aristóteles y Marx porque me ha parecido intuir que el genial judío alemán inició su gigantesca andadura donde el Estagirita concluyó la suya.
Todos ellos pretenden alcanzar la verdad, el jodido problema está en los puñeteros fines.
Aristóteles analizó a fondo, con su prodigiosa inteligencia  la ciudad,  polis,  y el hombre, antropos, y lo hizo tan profundamente que nadie ha podido, hasta ahora, cuando la historia ya se ha acabado o está a punto de terminarse, desvirtuar sus razonamientos sobre su macrocosmos y su microcosmos.
Hay que ser absolutamente genial para, en los albores del pensamiento “político”, descubrir esas jodidas leyes que determinan la evolución de las formas de gobierno. Porque ya antes que él, otros, Platón, por ejemplo, también las había clasificado, pero, que yo sepa, no había pergeñado esa inexorable evolución que se produce en la sucesión individual, por cada país, de las formas de gobierno.
Que yo sepa, claro es que yo sé muy poco,  tampoco la genialidad arsistótelica inquirió las causas de esa irremediable evolución de la formas políticas de gobierno y es sólo ahora, post Marx, cuando ya sabemos por qué se mueven y de qué manera las jodidas formas del gobierno político. Es la puñetera economía, estúpidos.
El caso es que, en la lucha natural esencial por el poder, éste se va apoyando sucesivamente en una serie de bases para dominar el grupo social acomodándose a las circunstancias de un modo que ahora ya sabemos que es absolutamente programático, porque el joldido, el puñetero, el canallesco poder siempre está ahí, agazapado, acechando.
El gran descubrimientos marxista reside en haber aflorado ese axioma revolucionario que afirma tajantemente que todo, absolutamente todo, no es sino economía y lo demás superestructuras económicas.
Es por eso que esta jodida oligarquía que tanto nos aflige, son 4 jodidos gatos, no más, los que nos están llevando al huerto de tan mala manera, está pidiendo a gritos que aparezca ya un cirujano de hierro, cuya intromisión no se produce ya siempre como antaño, manejando los afilados sables, sino que, a veces, lo hace aprovechando la inercia de ese aparente impulso falsamente democrático que son las puñeteras urnas. Así llegó, por ejemplo Hitler al poder y así también lo ha hecho el ahora tan valetudinario Chávez.
He hecho un inciso para, por sugerencia de futbolín, ir a leer una trabajo de Javier Traité en su blog sobre este mismo jodido tema y reconozco que es atrevido y brillante como todo lo que Traité hace, pero no estoy en absoluto de acuerdo precisamente por lo que él mismo expone en su artículo. Han habido, dice, 36.000 manifestaciones absolutamente inútiles, en España, hasta octubre. Y la solución que Traité propone es sustituirlas todas por una manifestación única, pero gigante, total.
Coño, Javier, que eres historiador. No conseguiríamos nada más que hacer el ridículo todavía mayor. El curso de la historia sólo se tuerce realmente mediante la jodida fuerza. Y, a veces, ni así. Miremos a Egipto. Lo de la plaza Tahrir resultó porque intervino en ejército, sin la jodida fuerza bruta, hoy, no se consigue nada sino es a través de las urnas. O Tahrir o Chávez, no hay más soluciones. O la revolución sangrienta desde abajo o la pacífica desde arriba, pero, ya lo he dicho, ésta última es tan difícil que yo la considero realmente casi imposible porque no se pueden ganar elecciones contra los “mass media”, los falsimedia imperialistas que dominan por todas partes.
Pero lo de Chávez es extraordinariamente difícil. Es la mejor solución pero casi imposible. Y digo casi porque ahí están también todos los componentes del grupo Alba
De modo que Aristóteles certificó la inexorable evolución de las formas de gobierno y Marx la justificó filosóficamente y Hayek y Popper y sus canallescos epígonos trataron, con evidente éxito, de hacerla suya para siempre, sirva como referencia esa abominable biblia de los nuevos fachas que es La sociedad abierta y sus enemigos.
En términos insuperablemente abstractos, es posible que el jodido Fukuyama tenga razón. La historia, desde el punto de vista sociopolítico, se puede haber terminado. El canallesco imperio del mal quizá haya establecido para siempre su dominio, basándose en la deleznable condición humana. Ese canibalesco animal que llamamos hombre, el jodido antropos, no es capaz de ver más allá de sus puñeteras narices y se deja embaucar por eso que nosotros hemos dado en llamar el primero de los superpoderes: para llevar a este sucio, repugnante animal cogido por los morros sólo hace falta un poquito de pan, muy poco, cada vez menos, y juegos, coño, juegos a mansalva, a tutiplén, para las mujeres: belenes esteban, coño, y para esos simulacros de hombres, cristianos ronaldos o messis, metidos a chorro por ese canallesco primero de todos los poderes, la jodida, la asquerosa, la canallesca prensa.
Ojalá se mueran, coño, de una puñetera vez todos los editores de todos los periódicos y yo que lo vea.


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