Es algo que siempre ha pasado, pero ahora, gracias a la tecnología y al dospuntocerismo -como dice el bueno de Antonio Pérez Ortega- estamos llegando a niveles realmente extraordinarios, personajes que se han posicionado como expertos en una materia, que por algun mecanismo extraño de desconozco, empiezan a extender su sabiduría -por llamarlo de alguna manera- a otras áreas, de cuya sapiencia es más que discutible.
En esta última semana he tenido que ver con mis propios ojos como aparecía un experto para opinar sobre un simposium, lo cual tendría su sentido si tuviera algún conocimiento al respecto. Lo gracioso es que el propio experto ha reconocido no tener ni idea, y que tampoco esperaba tenerla porque no era un tema que le interesara. Por otra parte, en otro medio altamente subvencionado, expertos que antes sabían como cardar la lana, hablaban sobre la influencia del nenúfar en la capa de ozono. Que me aspen Joe.
Antes de empezar este post, he estado buscando cual era la frase exacta de un refrán: cría fama y échate a dormir. Al final he descartado la frase porque me apetecía sobremanera poner el fotograma de Gene Wilder y esa oveja picarona. Pero lo que me ha llamado la atención era la explicación que se ofrecía sobre este refrán en concreto: Una vez que se adquiere buena fama, poco trabajo cuesta conservarla, pues no se da crédito ni a la evidencia que merecería descrédito.
Realmente no puedo estar más de acuerdo. Podemos discutir toda una eternidad sobre el porqué alguien adquiere un status de experto, pero lo que es meridianamente claro es que tenemos menos memoria que Dorys, el pez de Nemo. Uno de estos expertos realizó una de esas predicciones que quedan tan bien y se ajustan perfectamente a los titulares de un periódico, el problema es que al día siguiente la realidad le dio por llevarle la contraria. ¿El resultado?, no ha pasado nada. Nadie ha cuestionado su fiabilidad, sus predicciones, y sigue por ahí pululando dando lecciones de no se sabe bien que, porque sigue posicionado como guru en el subconsciente de los periodistas -principales culpables de todo este jaleo- y da igual que diga que la tierra es plana, porque seguirá siendo un experto.
El problema resultante es que las personas que si cardan la lana, los que trabajan doce horas al día, los que se pelean con proyectos, clientes, ideas, retos, siguen estando a la sombra. Son personas que no existen para los medios, y por definición, para la mayoría de la población. Es posible que por este mismo principio, muchas de estas personas se hayan lanzado a construir su propia marca personal, pero cuando todos intentan hacer lo mismo, la misma abundancia de teóricos expertos, hacen que los que ya estaba posicionados suban todavía más y se conviertan expertos de todo.
Curiosa paradoja, cuanto más quieran destacar los profesionales, más destacarán los que solo saben aparecer ante los focos.
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Esto es un resumen del artículo Unos tienen la fama, y otros cardan la lana escrito para Exelisis. Visita la web para más información y compártelo si crees que es interesante.