Como
las olas del mar, que decía aquella preciosa habanera. Lo bueno del fútbol es
que nada es eterno, salvo el recuerdo de los grandes equipos y de los jugadores
irrepetibles, y las temporadas se suceden con el ir y venir de unos y otros:
jugadores, técnicos y dirigentes. Las despedidas suelen ser pacíficas en los
dos primeros casos, salvo excepciones, y más ruidosas en el capítulo de
presidentes salvo singularidades loables. Y este año tal historia será fiel a
su tradición salvo en el Real.
Por
el Bernabéu andan unos cantando con evidente alegría aquello de “se va el
caimán, se va el caimán…” , mientras otros, los “forofísimos”, entonan llorando
el “no te vayas todavía, no te vayas por favor…” Lo de Mourinho sería digno de estudio si el personaje lo mereciera, que
no es el caso, porque la capacidad que tiene para dividir es antológica. Ha
dividido a sus jugadores generando
situaciones esperpénticas, y otras de una gravedad extrema cuyas consecuencias
son impredecibles; que a Casillas le
zarandeen el coche e insulten a la salida de estadio, sin jugar, era algo tan
impensable como de locos hace muy poco tiempo.
Esa deplorable locura en algunos, ya de por sí descerebrados, ha
exacerbado el luso con sus desmanes.
También
ha dividido a la afición blanca, en general, entre quienes sí saben lo que es
el señorío en el Madrid y los que mejor estarían poblando las bandas de
cualquier campo de pueblo, con todos mis respetos como ya señalé en su día para
las aficiones modestas, con garrota o paraguas y perro diciendo barbaridades a
los contrarios; los jenízaros ultrasur por ejemplo.
Y
hace ya tiempo que con su altanería chulesca genera división de opiniones entre
las aficiones rivales: unos se acuerdan de sus parientes más próximos y otros
de sus fenecidos. Y lo más grave no es eso, con ser también lamentable por
muchos desméritos que haya hecho, sino que ha proyectado su imagen hacia la del
Madrid y ahora no hay campo donde no se les pite e insulte en cuanto aparecen por el césped los
jugadores blancos. Yo aún recuerdo cuando no hace muchos años lo normal era lo
contrario.
Después
de darle caña durante dos años sólo me cabe desearle que vea la luz y cambie
sus actitudes. Y suerte.
Pero
en fin, remendando un epitafio que pude leer en Brihuega hace años, cabría decirle: “ ya te vas, y te vas
bien; tú descansas, y nosotros también”.
Y
en la liga que con tanto brillo como tan desahogadamente ha ganado el Barsa, por sus excepcionales registros y por
incomparecencia merengue, otros equipos se despiden de primera por méritos
propios, aunque ya veremos si no se descubren otras cosas antideportivas que cada vez preocupan más a los aficionados;
Zaragoza, Coruña y Mallorca deberán pasar por el purgatorio de segunda para
intentar recuperar lo perdido, aunque si la Liga fuera seria con los temas
económicos alguno de ellos, y de los que han permanecido, deberían dar con sus
huesos ejemplarmente en la desaparición inmediata.
Hablando
de los culés, no tengo muy claro el futuro de Vilanova pese al indudable éxito cosechado en su primera temporada
en la Liga. La competición europea nos demostró que no fue bien gestionada la
plantilla blaugrana en los periodos clave. Y tampoco el equipo puesto en escena
en los momentos decisivos; en cuanto
asomaron ‘los miuras’ europeos se le vieron demasiadas carencias. De todos
modos también es verdad que hay que darle un margen de confianza por las
preocupantes vicisitudes personales pasadas en esta temporada que sin lugar a
dudas habrán pesado también en los lunares señalados. Ojalá sean ya historia en
la próxima.
Finalmente,
hay que reseñar la continuidad de Simeone
al frente del Atlético de Madrid y el gran éxito de la Real Sociedad que se ha
metido en la Liga de Campeones con una plantilla básicamente canterana.
Enhorabuena a los donostiarras.
De
los demás equipos destacar el lucimiento malagueño con un
equipo engañoso, puesto que en cuanto se largue el jeque se acabará la fiesta
probablemente, salvando el importantísimo trabajo realizado por ese magnífico
técnico que es Pellegrini; y la
nueva temporada de transición de un Valencia que tiene el enorme valor de
sobrevivir entre los seis primeros vendiendo cada año a sus mejores jugadores
por la ruina que soporta y la insoportable máquina que es triturando buenos
técnicos.
De Murcia y Cartagena, el lunes próximo.