En el momento en que leáis esto me encontraré embarcando en un avión. Ayer me propusieron un plan inesperado y sin darme cuenta estaba comprando los billetes para pasar unos días fuera. Os cuento esto porque seguro que muchas personas se van a sentir identificadas con lo que voy a decir…
¿Tengo ganas de irme de vacaciones? Por supuesto. ¿Me lo voy a pasar bien estos días? ¡Claro que sí! ¿Voy a estar cómoda/tranquila/como en casa donde voy? Sí. ¿Entonces? Ya sabéis de mis problemas con la ansiedad y la agorafobia, así que podéis imaginar lo que significa para mi volar.
Los únicos aviones que he cogido fueron en un viaje hace más de diez años, con lo que apenas recuerdo la experiencia y claro, por aquel entonces no tenía ningún problema. Ahora mis alarmas se disparan simplemente pensando en el momento de llegar al aeropuerto (es más, ya me he levantado esta mañana con el corazón desbocado). No tengo miedo a volar, que me encanta, tengo miedo a todo lo que acompaña el vuelo: aeropuertos llenos de gente, pasar un par de horas en el avión sin tener la posibilidad de salir, ni llamar por teléfono a nadie para calmarme, llegar a una ciudad que no conozco y orientarme en el aeropuerto, etc. Y sola. Todos mis temores más profundos unidos, jajaja.
Pero lo he hecho. A pesar de todo, me voy. Una vez que los billetes estaban comprados, ya no había vuelta atrás. Aunque me tengan que subir arrastrando al avión. No hay que dejar que estas cosas nos limiten en lo que deseamos hacer, hay que plantarles cara y ver que en realidad NO VA A PASAR NADA. ¿Qué es lo peor que me puede pasar? Podría vomitar por los nervios (nunca me ha pasado, pero es uno de mis miedos), desmayarme en el avión o el aeropuerto (tampoco me ha pasado, de nuevo, mi mente), llorar durante el vuelo… Y si ocurriera todo esto, realmente seguiría sin pasar nada. No cambiaría mi vida, a todo el mundo le daría igual y se olvidarían a los dos días de que vieron a una chica pasarlo mal, yo volvería a casa y mi vida seguiría con normalidad… así que, cojo el avión y cruzo los dedos para pasarlo lo mejor posible. Y a la vuelta espero traer muchas fotos bonitas conmigo :)
Espero que paséis un buen fin de semana y me mandéis vibraciones positivas para que el día de hoy sea más fácil para mi. Por supuesto, podéis seguir el viaje a través de Twitter e Instagram para ver si he llegado sana y cuerda a mi destino. ¡A volar!