Fuente en Lavapiés // Fotografía de madriddiferente.com
Cuando paseamos por nuestra ciudad estamos acostumbrados a ver graffitis e incluso alguna forma de expresión como murales o escritos literarios en los muros. Pero, ¿cuál sería nuestra reacción al ver por ejemplo un buzón de correos forrado de lana?
Muchos de nosotros no habíamos oído hablar nunca del Urban Knitting, pero se trata de un movimiento urbano que tiene como objetivo decorar la ciudad, para que el viandante disfrute con otro tipo de arte, para que se divierta y vea que la creatividad puede salir por cualquier lado.
El Urban Knitting nació a partir de la iniciativa de dos mujeres de Houston en Tejas en 2005, y ha crecido hasta extenderse por diversas partes del mundo, incluido España, donde se desarrolla en varias ciudades entre las que se encuentran Madrid, Bilbao, Valencia o León.
Tiene diversos nombres: Urban Knitting, Yarnbombing, Graffiti inofensivo, pero en definitiva es una forma de expresión que pretende dejar a un lado el tópico de “el ganchillo para las abuelas” e impulsar la artesanía de tejer con lana, mostrar lo que para muchos es un entretenimiento que relaja y hacer que ese entretenimiento se convierta en algo atractivo a la vista que además, sin duda sorprende.
Igual algunos han visto una fotografía de una cabina de teléfono en Londres cubierta por completo de lana, parece ser que esa foto ha dado la vuelta al mundo. Esta fue la primera imagen que vi de este movimiento, pero luego he descubierto que España también se ha unido a esta tendencia y que concretamente en Madrid ya podemos ver fuentes o árboles adornados con lana. La Web madriddiferente.com nos ha permitido utilizar sus imágenes, y aquí os mostramos el Urban Knitting que llevaron a cabo los del grupo Teje la araña en Lavapiés y en la calle Santa Isabel, justo al lado del Museo Reina Sofia.
Arbol en la calle Santa Isabel // Fotografía de madriddiferente.com
Árboles en la calle Santa Isabel // Fotografía de madriddiferente.com
Porque otras formas de arte son posibles, y mucho más cuando no estropean el mobiliario si no que lo adornan y hacen que un simple paseo se pueda convertir en un agradable y divertido recorrido por el museo más barato del mundo, la calle.
Ana Bueno
Estudiante de 2º de periodismo en Valladolid. Curiosa por naturaleza y viajante por devoción.
- Más publicaciones