Revista Educación

Urgencias

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Urgencias

Imagen extraída de programapilotoblog.wordpress.com

“Urgencias” era el título de una famosa serie norteamericana en la que todo el mundo estaba dispuesto a que le diera un patatús si tenía a un médico como George Clooney para remediar sus males. Sin embargo, la realidad cercana es mucho más cruda, aunque a veces presente escenas que parecen pura ficción.

No es que esté descubriendo la pólvora al decir que la situación de las Urgencias en los hospitales canarios es cada vez más precaria, pero creo que es de justicia insistir en ello para ver si de una vez por todas estos cafres que tenemos al mando de los gobiernos (central y autonómico) se dan cuenta de que estamos hartos.

Para empezar tengo que decir que a mí los hospitales ya me ponen mala, no puedo evitarlo; pero por enfermedad de un familiar, recientemente he tenido que acudir a Urgencias derivada del propio médico del centro de salud.

Allí el tiempo se desvanece. Es decir, que pierdes la cuenta de las horas que puedes estar esperando hasta que le hagan algo al paciente y en consecuencia informen a los familiares de cómo va la cosa. En el breve momento de la visita, caminé por un pasillo atestado de camillas con mucha gente, sobre todo mayor. Con sus achaques, su desorientación, su asfixias, sus accesos de tos, sus flemas… Asimismo, en los cubículos que formaban parte de la sala no cabía ni un alfiler.

-”Al fondo a la derecha”-me dijo la señorita vestida con chaqueta verde. Y hasta allí llegué, para encontrarme nuevamente un espacio en el que todo el mundo estaba como sardinas en lata, con sillones pegados unos a otros con apenas espacio para enganchar el suero en esa especie de percha con ruedas que ponen en los hospitales. Y de milagro no compartían una botella para cada dos, pensé.

Es evidente que el personal sanitario se ve desbordado y que es difícil trabajar bien en unas condiciones tan pésimas. Por lo cual quiero romper una laza a favor de todos aquellos que siguen desempeñando su trabajo con profesionalidad y son capaces de tratar a la gente con la mejor de sus sonrisas; salvo excepciones. Sin embargo, ante esta situación, me vienen a la cabeza multitud de preguntas: ¿podemos seguir permitiendo esto? ¿Que todo esté abocado a beneficiar a la sanidad privada y si tienes dinero bien y si no a morirse? ¿Que mantengan plantas cerradas en los hospitales mientras las listas de espera se hacen interminables?¿Que cuatro cafres maquillen los datos de estas mismas listas tomándonos por tontos?

Tampoco es que yo tenga tantos años, pero nunca había tenido tal sensación de retroceso como en estos últimos tiempos. En todos los ámbitos: en la sanidad, en la educación, en los derechos de los ciudadanos en general y de los trabajadores en particular. Y encima se ofenden cuando las encuestas dicen que la gente está hasta las narices de la clase política. ¿Acaso es para menos?


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