Once de la mañana. Transcurre una paz demasiado extraña en una casa sumamente desmadrosa. El clima anuncia ese refrán de “en abril aguas mil” y dos pequeñas bestias duermen plácidamente.
La bestia mayor ha ganado una bronconeumonía por ser tan bien portada. La bestia menor se ha ganado que su hermana quiera achucharlo aún más cuando se le dice “no te acerques a tú hermanito que puedes contagiarlo”. A oídos sordos, palabras necias.
Los mocos van y vienen. Suben y bajan. Se embarran en las mangas y hacen que la bestia grite desesperadamente ¡TENGOOOO MOCOOOOS! Como si su madre fuera ciega.
Las noches han sido duras: entre toma y toma, entre tos y tos, entre gritos de “mamá me siento mal” y “bla bla bla buaaaaaaaaaah” (traducción de tengo hambre-caca-eructo) del pequeño Kraken no hemos dormido del todo. Por hemos entiéndase yo y mi cuerpo serrano porque Semenator duerme a pata suelta (cualquier reclamo es pura coincidencia).
El domingo pasado la jugada cambió. Los milagros existen. Kraken decidió dormir 7 horas de seguido (eso o la madre directamente fue incapaz de escuchar sus lloros) y un silencio suyo bastó para sanarme y ¡RESUCITÉ!
El inicio de otra era comenzó. A partir de ahí Kraken ha decidido estar despierto casi todo el día-aunque de vez en cuando se haga el dormido por 20 minutos antes de ser despertado por un tirón de pelo-pelusilla de Critter mientras le grita al oído “H-E-R-M-A-N-O yo soy tu hermana al puro estilo Star Wars- y luego duerme de corrido durante la noche. ¡MILAGRO!
Pero no todo lo que brilla es oro y recuerden que yo todo lo que toco lo convierto en desmadre.
Volvamos al día de hoy:
Once de la mañana. Transcurre una paz demasiado extraña en una casa sumamente desmadrosa. El clima anuncia ese refrán de “en abril aguas mil” y dos pequeñas bestias duermen plácidamente.
La madre decide ponerse un café, darse una ducha caliente, ir al baño con la puerta cerrada. Las doce del mediodía. Las bestias siguen invernando. ¿Las despertaré? ¡No cinco minutos más de paz!
Doce y media del mediodá y la bestia mayor se despierta zombie, se mete un biberón (hemos vuelto a é,l bueno más bien nunca lo hemos dejado para que les miento) y vuelve a acostarse en el sofá para dormirse en cero coma y volver a dejar la casa en silencio.
Kraken duerme. ¿DUERME? ¡DUERME! ¿Pero a qué hora hizo la última toma? La madre en cuestión comienza a acordarse “mmmm por la mañana no comió, ¿entonces? ¡Ay Dios mío! ¡Siete horas! ¡A despertarlo!!
La madre intenta despertarlo. El niño con cara de panadero no despierta. Empieza la angustia. Madre hace el biberón y lo acerca a la boca (esto de normal le despierta y comienza a comer desesperadamente). NADA. Kraken duerme. Intenta abrir el ojo y se le va. Morfeo no lo deja salir de sus brazos. Decido sarandearlo. Nada.
La madre corre por el móvil.
-Está usted llamando al teléfono de urgencia del Pediatra de Lionville por ahora no puede contestarle favor de dejar su mensaje.
La Señora Desmadres comienza a llorar poseída por las hormonas malditas de la postcuarentena y por el agobio de que quizás tanto beso baboso de Critter ha contagiado a Kraken y por eso no se despierta.
-Doctor, Doctor, quisiera que me recibiera de urgencia. Mi hijo no se despierta. ¡No quiere comer! Lleva 7 horas durmiendo de seguido y no es normal. ¡Por favor llámeme o si no llamaré al 112!
Pasaron cinco minutos.
Nada.
Pasaron diez minutos.
Llamada a Semenator.
-¿Estoy loca? ¿Lo llevo a Urgencias? ¿Soy primeriza exagerada y aprensiva?
- ¿Respira?
- Si
- Pues vuelve a llamar al doctor y espera a ver si despierta para la siguiente toma.
Vuelve a saltar el contestador. El Pediatra no está disponible. Favor de llamar más tarde.
Dos horas después el móvil suena. Corro a contestarle y veo en la pantalla que dice “Pediatra”. Contestó el teléfono y unos lloros descontrolados emanan del capazo. Kraken ha despertado con toda la furia de los ocho mares y de las ocho tomas faltantes dentro de su tripa.
-¿Me imagino que su hijo ya despertó de su plácido sueño verdad Señora Desmadres?- pregunta el pediatra en tono sarcástico.
-Ejem- ella se sonroja y se siente primeriza loca y exagerada- Si, ya ha despertado- le contesto a punto de morir de la vergüenza- Pero le juro que no podía despertarlo, estaba K.O.
-¿Aprovechó su mañana? porque tendrá una noche plácidamente “despierta”con su retoño con ojos de lechuza como a usted más le gusta.
Se nota que no sé lo que significa “un niño dormilón” pero por ahora aquí estamos: donde caben uno caben dos y donde lloran dos lloramos TRES.
Colorin colorado el cuento de “La Bestia Durmiente” no se ha acabado porque el pequeño Kraken quiere seguir desmadreando…