Revista Opinión

Urnas sin volante: los derechos de las mujeres en Arabia Saudí

Publicado el 05 diciembre 2016 por Juan Juan Pérez Ventura @ElOrdenMundial

En septiembre de 2011, el por entonces rey de Arabia Saudí permitió que las mujeres ejercieran su derecho al voto a partir de las elecciones municipales de diciembre de 2015. A pesar de esta concesión de derechos políticos, las saudíes todavía se enfrentan a importantes restricciones en el ejercicio de sus derechos civiles, como la prohibición de conducir. ¿Qué motivos hay detrás de esta paradójica situación que vive el país?

El 25 de septiembre de 2011 el rey de Arabia Saudí, Abdalá bin Abdelazizi, comunicó un importante mensaje al Consejo de la Shura: a partir del año 2013, las mujeres podrían participar en dicho consejo y, tras las elecciones previstas para 2015, también podrían votar y presentarse a las elecciones municipales. Las medidas asombraron a la audiencia y fueron acogidas con cierta desconfianza e incredulidad, pero, a pesar de la muerte del rey Abdalá en enero de 2015, sus promesas se hicieron realidad en agosto del mismo año.

Las razones por las que la noticia sorprendió son conocidas: se refieren a las amplias restricciones a las que son sometidas las mujeres de Arabia Saudí, que les impiden realizar acciones que, en el Occidente del siglo XXI, son de lo más cotidianas. Así, por ejemplo, las féminas tienen prohibido trabajar, viajar, operarse o divorciarse; tampoco pueden probarse la ropa que compran o entrar en cementerios sin el consentimiento explícito de la figura del guardián. A pesar de las numerosas peticiones por parte de activistas locales e internacionales para la retirada de esta forma de tutela, las sauditas siguen dependiendo de su marido, de su padre, de su hermano o incluso de su hijo, en caso de viudedad.

De entre todos los impedimentos, llama la atención uno: Arabia Saudí es el único país del mundo que, aún hoy, mantiene la prohibición a las mujeres de conducir. De hecho, apenas dos días después del anuncio del rey sobre el permiso de voto, una mujer fue sentenciada a diez latigazos por conducir un vehículo. Hasta 1990, esta prohibición era extraoficial, pero un aumento de las protestas y desafíos de las mujeres hacia el Gobierno propició que las autoridades religiosas emitieran edictos para hacer formal el veto. Por lo tanto, a pesar de que no hay una ley oficial escrita emitida por el Gobierno que prohíba expresamente a las mujeres conducir, las autoridades civiles aplican los edictos religiosos como si de leyes se trataran.

Esta singular y paradójica situación en la que los derechos políticos de las mujeres saudíes son mayores que los propios derechos civiles suscita amplias dudas acerca del modelo de gobierno en Arabia Saudí. Asimismo, tal contradicción ha derivado en un profundo debate sobre la idoneidad de la concesión del derecho de voto a las mujeres. ¿Supone este realmente un acercamiento hacia la igualdad entre ambos sexos? ¿O es únicamente una estrategia política de Arabia Saudí hacia Occidente?

En Arabia Saudí, las mujeres pueden votar, pero no conducir (1). Fuente: The Week Magazine
En Arabia Saudí, las mujeres pueden votar, pero no conducir (1). Fuente: The Week Magazine

La organización política de Arabia Saudí

Arabia Saudí organiza su política interna a partir de un gobierno monárquico ultraconservador. Su orientación la marca una restrictiva interpretación y aplicación de la sharia conocida como wahabismo. Esta corriente se considera una forma radical y extremista del islam y es practicada mayoritariamente por los musulmanes sunitas. Los seguidores del wahabismo suelen recurrir a la religión para dar cuenta de las decisiones tomadas. Así, por ejemplo, el conocido como Gran Mufti, mayor autoridad legal del país, encargado de interpretar la sharia, estableció que la prohibición de conducir pretendía evitar el peligro que conlleva la interacción entre mujeres y hombres que no son sus maridos. Para ello, aludía a un verso del Corán que dice: «Quedaos tranquilas en vuestras casas».

El rey es el máximo representante de la política saudí, se sitúa al frente del Gobierno y de él dependen el poder legislativo, el ejecutivo y el judicial. A día de hoy, Salmán bin Abdulaziz ejerce el cargo de máxima autoridad del país. Es uno de sus sobrinos, el príncipe heredero, quien le asiste en su labor. Además, existe un gabinete conformado por 22 ministros que es asesorado por el conocido como Consejo de la Shura. Este consejo está compuesto por 150 miembros y es un órgano consultivo que propone leyes y enmiendas. A partir de 2013, se permitió que un 20% de sus miembros fueran mujeres, por lo que hoy en día 30 graduadas universitarias, activistas y princesas forman parte de él. Aunque este porcentaje es mayor que el que se da en muchos países occidentales, se invita al lector a observar esta cifra con cierto escepticismo, pues el Consejo de la Shura, como órgano meramente consultivo, no adopta decisiones vinculantes y, por ende, tanto el alcance de sus decisiones como el poder de sus miembros es muy limitado.

Proporción de mujeres en parlamentos unicamerales o en la cámara baja de los sistemas bicamerales. Fuente: The Huffington Post
Proporción de mujeres en parlamentos unicamerales o en la cámara baja de los sistemas bicamerales. Fuente: The Huffington Post

En la división geográfica de Arabia Saudí se dibujan 13 provincias. Cada una de ellas cuenta con un gobernador, un gobernador sustituto y un consejo provincial. Este último es el único órgano gubernamental elegido, parcialmente, de forma democrática. A pesar de que en 2015 tuvo lugar la participación de mujeres por primera vez en la historia del país como candidatas en las elecciones municipales, los poderes de estos cargos también son muy limitados. Sus funciones se basan, por ejemplo, en aconsejar al Gobierno local o en ayudar en la planificación de los presupuestos.

Estos detalles sobre la organización política en Arabia Saudí refrendan la tesis de que todo poder político descansa, principalmente, en el rey y en sus hombres más cercanos. La gran importancia de la monarquía en el país convierte tanto las elecciones municipales democráticas como los puestos del Consejo de la Shura en meras formalidades de escasa relevancia práctica. Por eso, a pesar de haber sido considerada la participación de las mujeres en estos procesos como un avance hacia la igualdad social entre hombres y mujeres, es necesario contextualizar y conocer las posibles razones que esconden estas nuevas medidas.

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Líneas de sucesión más recientes de la familia real saudí. Fuente: The Times

¿Qué motivos hay detrás de la apertura política a las mujeres?

El contexto político en que las declaraciones del rey Abdalá se hicieron públicas podría tener relevancia para entender los motivos que llevaron al monarca a pronunciarse en tal sentido. Sucedió en 2011, tras las protestas derivadas de la denominada Primavera Árabe. Tras las revueltas, varios países árabes sintieron la necesidad, o se vieron obligados por las circunstancias, a observar el panorama social del momento y reevaluar su validez. Desde entonces, los cambios sociales, principalmente los relacionados con el papel de las mujeres, han llegado de forma gradual a Arabia Saudí.

También se ha considerado influyente el papel de las activistas saudíes a lo largo de los años. Las sucesivas campañas realizadas en favor del voto de la mujer podrían haber surtido efecto entre las autoridades del país con el propósito de evitar mayores revueltas o de generar una mala imagen de cara al exterior. Pero, así como se ha producido un avance en el otorgamiento de derechos políticos a las ciudadanas saudíes, no parece que los resultados sean los mismos en el ámbito de los derechos civiles. Como muestra, un botón: en 2011, numerosas mujeres —tanto activistas como no activistas— se decidieron a conducir sus propios vehículos en apoyo a la campaña Women2Drive. La reivindicación terminó con algunas de ellas en prisión y con otras recibiendo severos castigos.

Aunque pocos datos apunten hacia esta dirección, existe la posibilidad de que haya una verdadera búsqueda de progreso o de cierto cambio con la introducción del derecho de voto para las mujeres. Teniendo en cuenta el arraigo de la cultura saudí y de sus tradiciones, todo cambio social debe hacerse con cautela y de forma paulatina para evitar revueltas. Para muchas personas, los derechos políticos son, en primera instancia, más fácilmente alcanzables que los derechos civiles. No hay jurisprudencia islámica que los contraríe ni tampoco argumentos religiosos para prohibirlos, como sí los hay en el caso del derecho a conducir. De ahí que participar en la vida política sí haya supuesto un gran avance para muchas mujeres como objetivo realista que puede abrir la puerta del cambio. La pregunta, entonces, es: ¿por qué ahora y no antes, si no existía una prohibición expresa?

Una de las respuestas más comunes a esta cuestión alude a la propaganda para justificar la reciente introducción de la mujer en la vida política del país. La retirada de Estados Unidos de la zona, así como el creciente papel de Irán o la actual guerra civil en Yemen, son amenazas reales para el dominio de Arabia Saudí en el golfo Pérsico. Por tanto, la necesidad de encontrar nuevos aliados o el intento por parte de la monarquía saudí de acercarse a los valores occidentales podrían ser los causantes del cambio en la política exterior del país. El objetivo fundamental, principalmente del clero wahabí, sería disminuir la presión reformista por parte de los países de Occidente sin necesidad de modificar el modelo social conservador.

Los resultados de las elecciones

Lejos de entrar a valorar si las elecciones de Arabia Saudí de diciembre de 2015 fueron un éxito o un fracaso, sí cabe recalcar que la participación general fue baja. La población total del país se estima en algo más de 28 millones de habitantes; de ellos, un 30% son ciudadanos extranjeros. De una población aproximada de 20 millones de saudíes, solamente votaron 1.300.000 hombres y unas 130.000 mujeres. Esto muestra lo inusual del proceso democrático en Arabia Saudí, donde la tradición monárquica absoluta está fuertemente arraigada.

Además, la baja participación también estuvo relacionada con un intento de boicot hacia las elecciones por parte de aquellos que no creen que la democracia sea una realidad en Arabia Saudí. Muchas mujeres no ven la relación entre otorgar derecho a voto y una mejora de las condiciones en su vida cotidiana. Por eso, consideran este cambio como un brindis al sol, una mueca de cara a Occidente que trata de esconder el verdadero poder que posee la familia real, así como el poder religioso y el grupo de 22 ministros que asesora al rey. Aziza al Yousef, una de las activistas más presentes en la esfera pública, cree necesario un cambio en el Gobierno para conseguir que el país evolucione sin que para ello sea necesaria una revolución.

También resulta todavía cuestionable la igualdad del voto de ambos sexos, ya que la retirada de la prohibición no garantiza en Arabia Saudí la plena libertad de las mujeres a la hora de ejercer este derecho. Por una parte, el proceso de votación en sí conlleva ciertas restricciones para las ciudadanas, como la obligación de ir acompañada por un varón o la de acudir a una sección delimitada de forma separada. Además, hay ciertas cuestiones a lo largo del proceso difíciles de conocer y, por lo tanto, de analizar. El grado de subordinación de una mujer hacia su guardián depende de cada caso concreto, pero a nadie escapa la opción de que las mujeres fueran obligadas a votar lo mismo que sus maridos, sus padres o sus hermanos o incluso que fueran sus propios guardianes los que no les permitieran ejercer su derecho al voto.

En Arabia Saudí, las mujeres pueden votar, pero no conducir (2). Fuente: Saudiwoman’s Weblog
En Arabia Saudí, las mujeres pueden votar, pero no conducir (2). Fuente: Saudiwoman’s Weblog

En cuanto a los candidatos municipales, solamente 900 de los 6.400 participantes —14%— eran mujeres. A la postre, únicamente 21 mujeres fueron elegidas para ocupar uno de los 2.000 puestos políticos —1,05%— a nivel municipal. Teniendo en cuenta las múltiples restricciones impuestas a las mujeres en el proceso electoral, estas cifras pueden considerarse todo un éxito, más aún si se tiene en cuenta la tradición conservadora del país. Se trata, además, de las primeras elecciones democráticas mixtas y las terceras en la historia de Arabia Saudí. La cifra, aunque no demasiado elevada, adquiere gran relevancia como punto de partida.

Y todo a pesar de que, durante la campaña, la Comisión Electoral, siguiendo a rajatabla la interpretación estricta de la ley islámica, impuso una segregación total de sexos. Como consecuencia, se prohibieron tanto las fotografías, los discursos frente a personas del sexo opuesto e incluso las conversaciones entre candidatas y potenciales votantes. Por tanto, la promoción de las aspirantes, hasta ese momento desconocidas para la población, se antojaba casi imposible.

Arabia Saudí a ojos del mundo

Existe disparidad de opiniones entre la población saudí sobre las razones y las consecuencias de ampliar los derechos políticos de las mujeres. El Gobierno autoritario, centrado en la figura del monarca, Salmán bin Abdulaziz, opera de acuerdo con sus intereses. Por eso, es complicado discernir entre aquellas decisiones tomadas por el bien de sus ciudadanos y aquellas otras dirigidas a aumentar el poder político en la región y en el plano internacional.

Difícil también resulta para las organizaciones internacionales establecer la posición en la que se encuentra Arabia Saudí en cuanto a desigualdades de género se refiere. El Informe de la Brecha de Género Mundial, publicado anualmente por el Foro Económico Mundial, genera un índice global para medir la diferencia de género teniendo en cuenta cuatro subíndices: participación económica y oportunidades para ambos sexos, nivel educativo, salud y supervivencia, y empoderamiento político. Este informe sitúa a Arabia Saudí en el puesto número 141 de 144 países analizados. Aunque sus niveles son algo mejores en lo que se refiere al nivel educativo y al empoderamiento político en concreto, tal posición es alarmante para un país como Arabia Saudí, teóricamente en vías de desarrollo.

Sin embargo, los resultados obtenidos en el índice de desigualdad de género, introducido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), muestran unas conclusiones algo dispares. Aunque los subíndices seleccionados por el PNUD pueden parecer similares —incluyen salud reproductiva, empoderamiento y participación en el mercado laboral—, lo que realmente calcula es la pérdida de desarrollo humano de un país debido a las diferencias de género. Durante 2016, el índice de desigualdad de género de Arabia Saudí se situó en 0,284, siendo 0 la pérdida mínima de desarrollo humano y 1 la pérdida máxima. Estos datos la sitúan en el puesto 56 de 155 países, lo que podría hacer creer que las desigualdades de género no son un problema o que carecen de importancia al no afectar demasiado al desarrollo de Arabia Saudí, de acuerdo con estos guarismos.

Índice de desigualdad de género en el mundo. Fuente: PNUD
Índice de desigualdad de género en el mundo. Fuente: ChartsBin

Algunos datos en la sociedad saudí revelan hechos esperanzadores para el pleno desarrollo de la mujer; así, como ocurre en muchos países occidentales, el número de mujeres que estudian en las universidades de Arabia Saudí supera al número de hombres. Pero, a pesar de las confusiones que la lectura e interpretación de los datos puede generar, la desigualdad entre hombres y mujeres en Arabia Saudí se hace patente en lo cotidiano, en las acciones diarias en que se comparan los derechos civiles de ambos sexos. Así lo esgrimían diversas organizaciones no gubernamentales al solicitar recientemente la retirada de Arabia Saudí del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

La eliminación de la prohibición de la participación de la mujer en la vida política es un avance, pero parece quedar demostrado que está íntimamente relacionado con los intereses de las élites del país. La paulatina retirada de la figura del guardián parece un objetivo menos realista a corto plazo por la influencia de los altos cargos religiosos en el país. Pero, tal y como sugieren las activistas saudíes, será un cambio más efectivo de cara a garantizar los plenos derechos de la mujer. Dicho cambio, si tenemos en cuenta las arraigadas creencias y costumbres del país, deberá realizarse poco a poco y dependerá, a buen seguro, del buen hacer y el compromiso de varias generaciones.


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