Revista Salud y Bienestar

Uruguay sin respuesta para la Pasta Base

Por Jose2gm68 @josemarianieto

Adictos. A 10 años de la popularización de la droga, el gobierno mantiene políticas ineficaces.

Uruguay Sin respuesta para la Pasta Base

PILAR BESADA / ANDRÉS ROIZEN Diario El País Los adictos a drogas duras son cada vez más y casi no hay dónde tratarlos. Expertos y familiares de dependientes coinciden en fustigar la iniciativa estatal de flexibilizar el consumo y cuestionan las cifras oficiales sobre la cantidad de afectados.


Después de la inseguridad pública, el tema que más preocupa a los uruguayos es el de las drogas, según la última encuesta nacional de Factum. El sociólogo Eduardo Bottinelli comentó que es una preocupación que en los últimos años viene en aumento, que se refiere principalmente a la pasta base y que la población asocia con la inseguridad.
Además, un reciente estudio de Naciones Unidas mostró que casi la mitad (46%) de los menores infractores uruguayos consumió pasta base o cocaína durante el mes en que cometió el delito, un guarismo muy superior al de otros países, como Chile (25%) y Perú (18%).
Ante ese panorama, la Junta Nacional de Drogas se mostró dispuesta a impulsar una "discusión mundial" para "flexibilizar" y "regular" el consumo y producción de drogas, incluso de sustancias como la cocaína o la pasta base.
Varios expertos consultados por El País rechazaron esta iniciativa estatal. "Es una locura. No estoy para nada de acuerdo", sentenció el psiquiatra Fredy Da Silva, director del centro de rehabilitación Izcali y jefe del departamento de Salud Mental de La Española. "Cuando aumenta la disponibilidad de algo aumentan los consumidores y por lo tanto los adictos. Como pasó con el juego o el alcohol. Lo mismo pasa con la marihuana o la cocaína", comentó Da Silva, que trabaja con adictos hace 33 años. "Además, sería una claudicación ética y moral. Sería como reconocer la impotencia para curar una enfermedad, o como decirle a un violador que viole pero solo una vez por semana", agregó.
Por su parte, el psicólogo Eliseo González Regadas, presidente de la Federación Uruguaya de Comunidades Terapéuticas, también se mostró contrario a las políticas regulatorias.
"La evidencia científica demuestra que en países donde hubo políticas permisivas con relación al consumo de sustancias, evaluadas en períodos no menores de 10 años, la percepción del riesgo disminuye y por lo tanto el consumo aumenta", expresó el psicólogo.
"No innovemos, tenemos que ser muy cautos, estudiar qué pasó en otras sociedades, qué ha pasado con políticas diversas y compararlas. Una cosa es hacer planteos en términos ideológicos o políticos, otra cosa es cuando hacemos planteos basados en la evidencia científica", opinó González.
Una psiquiatra que trabaja en el tema, y prefirió no dar su nombre, también se mostró contraria a la regulación de las drogas. "El alcohol es legal y hoy por hoy es el problema más grave, legalizar otras sustancias es seguir sumando problemas", expresó.
"Si se legaliza, se va a ubicar a la marihuana en igual nivel que el alcohol, en una disponibilidad tan alta que aquel que tiene problemas con el consumo no va a poder controlarse", agregó la especialista.
El padre Gustavo Larrique, director del centro de rehabilitación Proyecto Renacer, manifestó que "todo lo que sean mensajes gelatinosos, permisivos, tanto de los padres como de los educadores o los políticos, son siempre de hacer alianza con la enfermedad", y destacó que la adicción "es una enfermedad que necesita un `basta`, un límite claro". Además, Larrique consideró que "todas esas alianzas nos hacen cómplices de la situación", y mencionó que "eso de flexibilizar suena a dos cosas: a Poncio Pilatos, que se lava las manos, y aún más, a un Judas que es capaz de vender al otro por una moneda".
En este sentido, Larrique no dudó en asociar intereses del narcotráfico con las políticas oficiales. "Hay filtraciones por todos lados, todos los uruguayos lo decimos en la calle o por los corredores. Si es la verdad, no nos vamos a mentir", afirmó.
Cifras en la mira. Según la Junta Nacional de Drogas, en el país existen unas 7.000 personas adictas a la pasta base. "Ese número es una risa", comentó Larrique y agregó: "En este país esa cifra no se la cree nadie. Hasta que los uruguayos no salgamos de la mentira no vamos a superar esto", agregó el sacerdote que trabaja hace 23 años con adictos a las drogas.
"Hoy ya no se habla de casos (de adictos a la pasta base), sino que es una pandemia. Y no la estamos enfrentando", agregó Larrique.
Pablo Stratta, secretario de Madres de la Plaza -una organización social de lucha contra la pasta base y apoyo a familiares-, también desconfió de la cifra oficial. "7.000 adictos se encuentran solo en la Ciudad Vieja y Barrio Sur", comentó.
Según Stratta, "la cantidad de adictos crece porque la oferta de pasta se extiende cada vez más en cuanto a territorios, horarios y disponibilidad. Hoy hay hasta delivery de pasta base". Además, comentó que "hay muchos más adictos que no vemos que los que están en la calle. Los que vemos son los que llegaron a un punto límite, pero hay todo un proceso previo que se da dentro de las casas".
Desde las emergencias móviles afirmaron que aumentaron los llamados que requieren atención de urgencia para drogadictos. Aunque no cuentan con cifras exactas, dicen que es cada vez más común atender a consumidores de pasta base, que el equipo médico se enfrente a una situación violenta al responder al llamado e incluso el terminar atendiendo a más de un paciente.
"Pasa mucho que atendés a un chico y después tenés que atender también a la familia porque están con la presión baja, el azúcar alto o en una crisis nerviosa", comentó el director técnico de UCM, Jorge Díaz.
Según Díaz, el consumo de drogas generó incluso nuevas patologías. "Hemos atendido, por ejemplo, a muchas personas jóvenes con infartos. Y eso es porque la droga les modifica el ritmo cardíaco", comentó.
Más allá del aumento de consumidores que se percibe, actualmente también hay una carencia importante en la atención sanitaria a los miles de adictos.
Según datos oficiales, en el sistema público hay como máximo 100 camas para tratar a los adictos (aunque los expertos afirman que son poco más de 50).
En el sector privado, en tanto, son poco más de 100 las plazas.
La cantidad de camas y de centros de tratamiento "no alcanza" en relación a la cantidad de adictos, según Da Silva.
"La mayoría no tiene interés" en rehabilitarse
Pero el secretario general de la Junta Nacional de Drogas (JND), Julio Calzada, opina que más que falta de lugares para atender, el problema es que "la mayoría de los usuarios de drogas no tienen interés en acercarse a los servicios sanitarios".
Por este motivo, la JND se aboca a "acercar" a los adictos a los servicios sanitarios, para lo cual a través del Mides se instalaron en diferentes barrios los llamados "centros de escucha".
"Son dispositivos de baja exigencia, de reducción de daños, donde los usuarios van y se trabaja de manera muy abierta. No se les exige abstinencia y se trata de inducirlos a que comprendan que tienen un problema", comentó Calzada.
Por otra parte, para la JND "la droga con mayor impacto sanitario y social es el al- cohol", según Calzada, por lo cual el organismo le da "una importancia relevante" a combatirlo.
Juan Triaca, director del Portal Amarillo, el centro de rehabilitación que tiene la Administración de Servicios de Salud del Estado (ASSE) en Montevideo, explicó que ahí funcionan 35 camas para recibir pacientes. De ese total, 20 son para mayores de 18 años y por lo general la ocupación es total. El resto es para menores y "siempre" hay disponibilidad.
Según Triaca, el promedio de internación en el centro es de entre 20 y 23 días. En el Portal Amarillo, "la pasta base sigue siendo la droga que genera más consultas".
La opción privada. Luego de muchos años de tratar las adicciones, para Fredy Da Silva "el tratamiento ideal es la comunidad terapéutica, donde se puede abordar a la persona desde distintas perspectivas". Estas comunidades son centros donde los adictos permanecen internados por un período que puede ser de varios meses, participan de terapias de grupo, consultas con psiquiatras y psicólogos y están obligados a realizar ciertas tareas para adquirir hábitos. El tratamiento incluye el trabajo con las familias, y luego de la internación continúa de forma ambulatoria. Por lo general dura más de un año.
En el país hay poco más de una decena de centros del estilo y todos son privados, y cuestan en promedio unos $ 30.000 al mes. Desde octubre pasado, a través del Fonasa las mutualistas están obligadas a dar atención para los adictos a las drogas, aunque actualmente se limita a tener una atención telefónica 24 horas para atender al adicto o a su familia, y un psiquiatra de guardia las 24 horas para la internación y desintoxicación del paciente. Además, cada paciente tiene derecho a 30 días de internación al año en la clínica de salud mental de la mutualista.
El presidente de la Junta Nacional de Salud (Junasa), Luis Gallo, comentó que las prestaciones obligatorias "no implican tratamientos específicos para las adicciones" y que las instituciones "no tienen la obligación de tener clínicas especializadas".
A partir de la vigencia de estas obligaciones, varias mutualistas derivan los pacientes a clínicas especializadas. De todos modos, luego del período de desintoxicación de tres a cinco días, al paciente le corresponden poco más de 20 días para un tratamiento de años.
LAS CIFRAS
7.000
Son los adictos a la pasta base que hay en Uruguay, según la Junta de Drogas.
100
Son las camas que hay en el sector público para adictos, según las autoridades.


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