El país democrático por excelencia, el país cuya constitución dice defender los derechos humanos. Ese maravilloso país que todavía tiene pena de muerte en varios de sus estados y que cada poco tiempo actúa para que no lo olvidemos.
Esa nación ejemplar que mantiene una cárcel sin control judicial, donde no existe el derecho a la defensa y donde se han cometido y se cometen torturas y todo tipo de vejaciones. Una cárcel que ha cumplido anteayer, diez años y que el actual presidente prometió cerrar, sin cumplirlo. Una cárcel llamada Guantánamo donde se pisotea a diario los derechos humanos.
Ese país que es capaz de jugar a las guerras y matar inocentes en donde se mete, sin el menor reparo. Sin justificación o con justificación inventada, actuando como el gendarme salvaje del mundo. Aplicando la violencia y la fuerza como paradigma de las relaciones internacionales.
Bueno, pues ese país modelo que ayuda a estados genocidas, como el de Israel, y que manda sobre una organización (la OTAN) que declara guerras injustas y con excusas, con el único fin de obtener beneficios comerciales o geopolíticos; es capaz de cometer las mayores atrocidades, incomprensibles en una sociedad civilizada.
La última ha sido la de estos simpáticos marines del vídeo. Ante la incontinencia urinaria que les provoca matar, después de acabar con sus enemigos talibanes, deciden abrir su grifo y mearles para marcar su trofeo fúnebre. Los perros marcan territorios, estos salvajes marcan muertos.