Ya hace casi diez años que comencé a hacer fotos y a mirar el mundo desde una nueva perspectiva. Cuanto más utilizaba el lente para explorar cada esquina de mi ciudad, más me motivaba a descubrir nuevas conexiones entre espacios, formas y colores.
Era una época muy especial para mí, digamos que atravesaba una crisis de identidad y en mi profesión -la psicología-, eso puede ser una dificultad o una oportunidad. Elegí que fuera lo segundo, así lo que podría haber desencadenado un cuadro de ansiedad y depresión comenzó a transitar por otras alternativas más creativas. Mi Canon fue la herramienta que me permitió comenzar un aprendizaje progresivo acerca de como una imagen puede capturar y transferir una emoción personal, haciendo más consciente el aquí y ahora. Cada foto podía traducirse en una historia de cómo me sentía en ese lugar y en ese momento. Solo se trataba de estar atenta.
No soy fotógrafa profesional y respeto ese espacio de trabajo artístico. En una época de frivolización de los saberes”, es bueno establecer marcos de referencia. Simplemente soy alguien que ama el arte en general y la fotografía en todas sus facetas en particular. En ella, junto con la escritura encontré un canal de expresión.
Así comencé a leer sobre experiencias que demostraban la utilidad de la fotografía como herramienta complementaria en psicoterapia.

Ha pasado el tiempo y actualmente, hacer fotos se ha convertido en una actividad ubicua en todos los ambientes: la selfie, lo instantáneo y rápidamente compartido en las redes sociales puede ser una compulsión o una vía de autoconocimiento y crecimiento personal entendido siempre como un proceso dinámico, en permanente cambio, dirigido a conocernos más, desarrollar nuestras habilidades, reformular nuestras metas y hacer de nuestra vida un espacio amable.
Se trata de “estar presente”, una vuelta de tuerca al Mindfulness, buscando hacer foco, centrar la atención en lo que vemos a través del lente.
Inevitablemente pondremos nuestra mente a fluir alcanzando altos niveles de bienestar. En la psicoterapia con adolescentes, por ejemplo, es interesante observar de que manera, una aproximación diferente al uso de sus teléfonos, que ya son parte de su día a día, puede ayudarlos a entrenarse en una nueva percepción de su mundo. La tecnología suele dar como efecto secundario, una tendencia a la desconexión, en la que las redes nos dicen que es o no “importante”, qué ver pero no qué mirar, sin embargo, es posible ir más allá.
Hay ya mucha gente muy interesante y formada trabajando en esta línea, descubriendo la fuerza de la imagen como estrategia. Por ejemplo Marianne Ellis, creó un proyecto en el que durante 55 días, los participantes posteaban en un grupo cerrado de Facebook las imágenes tomadas con sus cámaras o smartphones, basadas en el tema del día. El resultado fue una mayor conexión de los miembros entre sí a partir de compartir sus historias personales alrededor de las imágenes.
Los participantes comentaban que se sentían más “presentes”, más conectados a su entorno. Alguien comentó que hacía cada día el mismo trayecto al trabajo pero que nunca se había dado cuenta de cantidad de detalles, lugares o personajes.
Este tipo de experiencias mediadas por la fotografía son una puerta a un mejor entendimiento de quienes somos. La imagen evoca emociones y desencadena recuerdos. En cuadros de depresión y ansiedad un uso diferente de la actividad de fotografiar brindará un apoyo al trabajo en psicoterapia, derribando algunos mitos presentes en la ubicuidad de la “selfie” para permitir un uso mucho más positivo de la posibilidad de tomar imágenes y compartirlas.
Estas actividades basadas en fotos se denominan “Fotografía terapéutica”
No necesitan de un terapeuta en tanto son actividades que se realizan de manera individual o grupal, si bien tienen puntos en común con otras formas de arteterapia, se trata de actividades de prácticas fotográficas. No se reduce a “tomar fotos”, incluye actividades de intercambio: por ejemplo grupos o actividades de posado, o discusión de técnicas, etc..
En otros casos, se trata de intervenir en situaciones de vulnerabilidad, como es el caso de “Change the picture” , un proyecto participativo con mujeres en riesgo de violencia en Londres.
Al tomar la cámara comienza un proceso en el cuál pensaremos ¿Qué vamos a fotografiar?¿Qué detalle de lo que vamos a fotografiar nos llama la atención: ¿luz, color, encuadre?¿Cómo vamos a hacerlo, valores de la cámara posición, etc? y finalmente ¿Qué idea, que emoción, o sentimiento vamos a expresar? Se trata de delimitar el contexto de una posible historia que narrar. Todo esto pasa justo antes de disparar; en el momento exacto de hacerlo deberemos silenciar nuestro pensamiento…esa es la clave…..
La Fotografía terapéutica puede extenderse también a proyectos con videos. Como estas técnicas tienen más que ver con entrenamiento emocional que como la fotografía como arte no se requiere conocimientos especiales o cámaras de alta gama, simplemente se trata de mirar a través del lente.
Finalmente, como todas estas técnicas involucran personas interactuando con una perspectiva visual personal en una construcción de SU realidad, son especialmente exitosas cuando existe alguna dificultad física, mental o emocional para expresarse.
Disfrutar de un estado de presencia plena, es una experiencia de conexión con el mundo…¿Por qué no intentarlo?
Para saber más:
https://photovoice.org///methodologyseries/method_02/index.htm
http://centerforhealthreporting.org/article/photography-gallery-faces-mental-illness
PhotoTherapy & Therapeutic Photography Archives
http://anjabutti.com/portfolio/street-photography-bw-2/
https://www.nanofotofest.com.ar/2014/08/motivarte-propone-taller-de-fotografia-terapeutica/
http://www.fotografiainspiradora.com/fotografia-y-mindfulness/