Ustedes no son de aquí ¿verdad?

Pueblos y ciudades con industrias, centrales térmicas, chimeneas y minas no suelen ser objeto de gusto turístico. Este verano he descubierto que eso es un error de los grandes. Por cuestiones que no vienen al caso buena parte de mis vacaciones las he pasado en As Pontes, pueblo coruñés de la Comarca del Eume. La verdad es que no sé si debería escribir sobre él, mucho me temo que, a medida que se conozca, más turismo llegará y, aunque puede ser un punto a favor de la economía local, me da miedo que pierda buen parte de su encanto. No les voy a hablar de paseos por el río Eume, de reserva natural, de preciosas casas que, por desgracia, están abandonadas, de parques, un pantano, comida espectacular, gente simpática y acogedora, murales, casitas de libros que salpican el pueblo o de exposiciones sobre las mujeres que fueron fundamentales para As Pontes. Les voy a contar que una enorme chimenea (la más alta de Europa de este tipo) de una central térmica, que ahora está en negociaciones para contemplar la posibilidad de reabrirse dados los problemas del continente con la energía, parece ejercer de faro sobre la comarca. Y de una mina, que se cerró en 2007. La Xunta de Galicia y Endesa se encontraron con los altos costes que suponía volver a rellenar el vacío producido por la extracción, durante décadas, de tierra y lignito.

Así que hay ejemplos de conservación de patrimonio industrial y de integración en el entorno que merece la pena visitar. Pueblos y ciudades que han sabido reinventarse y lugares desconocidos que se debaten entre seguir disfrutando de sus tradiciones y cultura y de la visita puntual de algún turista perdido, o descubrirle al mundo sus rincones y contarles su historia de duro trabajo.