Este post puede considerarse la segunda parte de otro que publiqué hace un par de semanas, ¿Buenoo malo? Aceptando la realidadComentaba entonces que calificar como bueno o malo lo que me pasa en la vida suele representar un trabajo que no me lleva a ninguna parte y que invita a quedarse parado, pasmado, viendo la vida pasar, especialmente cuando tildo como negativo ciertos sucesos. Aceptar la realidad tal y como se presenta, sin calificaciones de ese estilo, se ha convertido en un hábito esencial para vivir mi vida sencilla.Sin embargo, como también recalcaba en el artículo anterior, necesito dar valor a las cosas para poder escoger en un futuro qué es lo que quiero en mi vida, a la vez de determinar qué es lo que prefiero evitar. Así que ya puestos a valorar, en vez de adjetivar lo que me sucede, lo que pienso, lo que me rodea, lo que siento o lo que hago como bueno o malo, prefiero hacerlo como útil o inútil.A partir de ahí intento quedarme sólo con lo que me sirve, mientras que eludo mis acciones, conductas, pensamientos y emociones inservibles, carentes de utilidad. Y no es tanto la utilidad superficial que pueda tener aquello -muchas veces a primera vista no se ve-, sino más bien qué utilidad le voy a dar yo a lo que me pasa.Noto que no me sienta bien pasar tanto tiempo pensando en el trabajo; ¿de qué me vale ser tan exigente conmigo mismo? Tengo lumbalgia y no puedo ir a mi partidillo semanal con los amigos; ¿puedo aprovechar para descansar y replantearme mis hábitos de salud? Me han echado del trabajo; ¿tal vez sea la oportunidad que estaba esperando para emprender mi propio negocio? He suspendido el examen; ¿qué hábitos de estudio puedo cambiar para aprobar la próxima vez? Últimamente me enfado muchas veces con mi mujer; ¿de qué me sirve ponerme como una moto y discutir de esa manera?Mientras que decir esto es bueno o aquello es malo me inducía a no hacer nada más que retroalimentar esa valoración y quedarme estático en el reiterado negativismo, tratar de sacar algo útil de todo lo que me ocurre le da una chispa extra a mi vida que activa la acción, el hacer, la iniciativa, la responsabilidad.Es curioso como la mayoría de aquellas cosas que antes calificaba como malas en muchas ocasiones se conviertan en inútiles; no tanto los sucesos sino más bien mis reacciones a aquellos sucesos. Por tanto, quizá no es que aquello fuera inútil, sino que mi actitud lo era.Porque todavía es más curioso darse cuenta que en realidad todo es útil, que a todo le puedes sacar un aprendizaje, aunque sean esas cosas que de primeras parecen ser malas o injustas para mí.Pensándolo bien, puede que lo inútil sea directamente preguntarse ¿cómo es mi realidad? ¿Buena o mala?La realidad es la que es. No hace falta darle muchas vueltas. Sencillamente la acepto. La pregunta del millón es ¿qué hago yo con mi realidad?