Revista Opinión
Uvas, lacasitos, amigos, pijamas, año nuevo y más amigos.
Publicado el 24 enero 2010 por Lisset Vázquez Meizoso @lissetvazquezmzLo de empezar el año atragantándose con uvas, yo, no lo termino de ver claro. Es que no me parece ni divertido ni un sistema seguro de que el año nuevo vaya a ser mejor. Yo por si acaso, como lacasitos :)
Pero no se vayan a pensar que esta forma curiosa de atragantarse con las uvas en los últimos segundos del año es cosa sólo de España, por lo que he leído, en Italia, comen lentejas, para que no falte el dinero en el año que entra. Cuantas más se coman, más riqueza, por lo que en este año de crisis se prevén peligrosas indigestiones.
Otras tradiciones centroeuropeas son cuanto menos, peculiares. Por ejemplo, en Austria, bailan el vals en plena calle recién inaugurado el Año Nuevo. Verdaderamente preciosas son las grandes velas blancas que en estas fechas presiden los hogares irlandeses y no puede faltar entre las costumbres curiosas el tradicional muérdago que protege de los demonios a los ingleses y les trae suerte para el año que comienza. Aunque el colmo de la organización lo tienen los suizos, donde desde hace 20 años funciona la noche del 31 el batallón de Narices Rojas que, como ángeles protectores, se ofrecen a llevar a casa a los que se hayan pasado con el champán y no se sientan en condiciones de conducir.
Pero hay otros nórdicos que se pasan de la raya en la última noche del año. Por ejemplo, los daneses, que se pasan por las casas de sus íntimos para demostrarles su cariño rompiendo en su puerta un montón de platos viejos. Y pobrecito aquél que no se encuentre a la mañana siguiente con al menos unas cuantas piezas de vajilla hechas añicos al salir de casa.
Tampoco los escoceses se quedan cortos en su Hogmanay, la madrugada de un Fin de Año presidido por el fuego. Mientras que en Edimburgo se suceden las procesiones de antorchas y la ciudad estalla en un ambiente festivo con música, espectáculos callejeros y hasta los heladores chapuzones en el río de los más valientes, en otras poblaciones se dedican a lanzar nada menos que un barril en llamas y lo hacen rodar por las calles para permitir la entrada del año como manda la tradición.
En algunos países latinoamericanos como Ecuador o Colombia se confecciona antes del 31 un muñeco que representa todo lo malo acontecido en el año y, tras darle sus buenos azotes para que no se vuelva a repetir, se le prende fuego esa noche. Mientras, algunos en Brasil prefieren tomárselo con bastante más dulzura. En esta última noche las playas se iluminan con fuegos artificiales y, como en la carioca de Copacabana, antes de que empiece la fiesta más vibrante, los seguidores de Iemanjá, vestidos de blanco riguroso, siembran la arena de velas y arrojan flores al mar para ganarse los favores de esta diosa de las aguas.
Por último, les cuento que en Cuba hay una tradición muy curiosa y es que al finalizar el año, se pasea uno por toda la casa con un cubo lleno de agua pidiendo que se lleve todo lo malo y cuando llega la medianoche, ese cubo se tira afuera de la casa, ya sea escaleras abajo o en la puerta. En fin, que hay fin de año para todos los gustos. Y por muy cursi que a algunos les parezcan algunas de estas fiestas, creo que viendo lo que nos rodea el resto del año, nos hacen falta estas fiestas, impuestas o no, queridas o no, deseadas u odiadas. A fin de cuentas son sólo una excusa para reunirse con los que queremos.
Sea cual sea vuestra manera de finalizarlo y comenzar el nuevo, que os lo paséis fenomenal y sonreíd mucho. ¿Mi mayor bendición este año? que lo voy a pasar un año más con mi pequeña familia y mis mejores amigos y este año, vendrá alguno más.
Un fuerte abrazo y mis mejores deseos para el año que se nos viene encima, pero ya!!!