La uveítis se define como una alteración de la úvea – la capa media del ojo y la que se encarga de llevar la mayor parte de la sangre a la retina – que se hincha e irrita por causas que muchas veces se desconocen, aunque los trastornos autoinmunitarios, las infecciones y las exposiciones a toxinas pueden jugar un papel importante en su aparición.
Esta afección del ojo es más común entre las personas jóvenes y de mediana edad y se puede presentar de diversas formas:
- La uveítis anterior, implica la inflamación de la parte delantera del ojo y a veces se llama iritis porque solo afecta al iris.
- La uveítis posterior se centra en la coroides, que se sitúa en la parte media del ojo y comprende los vasos sanguíneos y el tejido conectivo.
- La pars planitis es un tipo de uveítis por la que se afecta el área entre el iris y la coroides. Se presenta sobretodo en hombres y algunos estudios sugieren una relación entre ella y la enfermedad de Crohn.

La aparición de la uveítis se asocia con alguna de estas enfermedades: SIDA, espondilitis anquilosante, infección por Herpes zóster, enfermedad de Kawasaki, psoriasis, artritis reactiva y reumatoidea, entre otras.
La uveítis puede afectar a uno o a los dos ojos con síntomas como visión borrosa, ‘moscas volantes’, dolor y enrojecimiento del ojo y sensibilidad a la luz.
El tratamiento de las personas que sufren uveítis depende de cual es la variedad de esta enfermedad que les afecta pero por lo general incluye gafas oscuras, gotas oftálmicas y esteroides. Con la medicación adecuada un ataque puede desaparecer como muy tarde en unas semanas, aunque las recaídas son habituales.
Si no recibe el tratamiento adecuado la uveítis puede llevar a complicaciones como las cataratas, glaucoma, desprendimiento de retina o pérdida de la visión.
