Si una cosa me hacía ilusión de nuestro viaje por tierras uzbecas, era la de pasar la noche en un campamento del yurtas en un desierto de Asia Central, lejos de toda civilización. Así que nos despedimos de Samarcanda y emprendimos nuestro camino.
La Primera parada que hicimos fue en Nurata, un pueblo en mitad de la nada fundado como fortaleza militar por Alejandro Magno en el siglo IV aC. Arrasada en su día por los mongoles, actualmente de la fortaleza del Nur apenas se conservan unas pocas ruinas de la muralla.
Justo al lado de allí encontramos la mezquita Djuma del siglo X, con un curioso manantial sagrado de agua dulce lleno de carpas sagradas. Aunque no nos recibieron muy amablemente ya que nos negamos a pagar por hacer 4 fotos a las carpas y tuvimos al señor vigilando. Para entonces, ya había sacado un par de fotos 😛
Se hizo la hora de comer y en Nurata no hay restaurantes, así que terminamos en casa de una familia local que da de comer a los viajeros. Así pudimos descansar un poco del incesante calor y recobrar energías ya que todavía andaba con la barriga revuelta del día anterior y me acompañaba un dolor de cabeza que amenazaba con hacerme estallar el cerebro.
Seguimos con nuestro viaje por la inmensidad y calor del desierto Kyzyl Kum, conocido como el desierto de arena roja, por una destartalada carretera por la que no circulaba ni un alma y por donde solo nos llegamos a cruzar con un triste coche.
Finalmente llegamos al esperado Campamento de Yurtas Aydar, que no era nada más que un campamento para turistas que quieren vivir una experiencia en el desierto. Pero oye, tenía su encanto la turistada con un campamento equipado incluso con baños y duchas!!
Exploramos fascinados nuestra yurta, era la primera vez que nos encontrábamos en un alojamiento tan exótico así que cualquier cosa nos llamaba la atención, incluido el enchufe que había colgando de unos cables. Podríamos cargar las baterías de la cámara y todo :O
Las Yurtas son como grandes tiendas de campaña hechas con una estructura de madera y recubiertas de piel de camello. En ella podían dormir unas 10 personas, sobre una especie de colchón finito de algodón. Lejos de lo que uno pueda imaginar, es bastante cómodo y yo dormí como un bebé.
Dejamos nuestro equipaje y salimos a explorar los alrededores. Bajo el sol abrasador me topé con un camello que descansaba en un rincón, apartado del resto de sus compañeros. El pobre no estaba en su mejor día, así que me acerqué a saludar.
Wall-E también le quiso dar ánimos y el camello a su vez, bajo su cabeza a curiosear que era esa cosa amarilla y pequeña que le estaba metiendo mano XD
Nos llamaron para que fuéramos a dar un paseo en camello. Así que nos despedimos de nuestro amigo para visitar a sus compañeros con los que daríamos un fugaz paseo cerca del campamento. Se me hizo muy corto y hubiera preferido una ruta por el desierto más que por los alrededores del campamento. No llegaron ni a ser 10 minutos y eso me decepcionó bastante 🙁
Se acercaba la puesta de sol, así que corrimos entre las dunas de arena blanca llenas de matorrales para encontrar una buena vista y no perder detalle de esa explosión de colores que nos regaló el desierto.
Por el camino me encontré con la calavera, diría que de cabra, y no pude resistirme a inmortalizar a Wall·E como un verdadero nómada del desierto. O al menos, la visión que tenemos de ellos.
Nos prepararon la cena en una gran tienda a base de comida tradicional donde tampoco faltaba el vodka tan típico del país y de su influencia soviética. ¡¡Se lo beben como agua!!
Por la noche, a la luz de la hoguera situada en el centro del campamento, un músico de etnia kazaj nos deleitó con un concierto de música tradicional. El hombre le ponía mucho corazón así que nosotros intentámos mostrar interés...
Tras el concierto nos quedamos un rato charlando y haciendo fotos al inmenso manto de estrellas. Me hubiera gustado intentar un startrail, pero había luna llena así que mi gozo en un pozo 🙁
Poco después nos fuimos a dormir, aún sin terminar de creer que estábamos en medio de un desierto de Asia Central. ¡¡wow!!
Próxima parada el Lago Aidarkul