Nuestra primera toma de contacto en Uzbekistán fue Tashkent, la capital del país y una ciudad soviética donde se encuentra el aeropuerto internacional. Llegamos de madrugada y tras desembarcar del avión ya nos dimos cuenta que estábamos en otro mundo. Sin contar los interminables trámites (sellar visado de entrada, rellenar carta de inmigración, largas colas,…), lo que más nos llamó la atención fue encontrarnos un aeropuerto desierto y la plaza frente a este, repleta de gente que esperaba a los recién llegados en la calle. El aeropuerto se considera una zona militar, así que no está permitido el acceso si no tienes que coger un vuelo, por tanto, familiares, amigos, taxistas,… deben esperar fuera. Curioso ¿verdad?
Llegamos al hotel casi a las 6AM y en unas horas teníamos que levantarnos para conocer la ciudad. Nos metimos en la cama y al cerrar los ojos el grito de un gallo nos despertó. Es en esos momentos cuando piensas ¡¡no puede ser!! Sacamos flipando la cabeza por la ventana, pero no había forma de encontrarlo a pesar de sonar como si estuviera en la misma habitación. ¡¡Que pulmones que tenía el cabroncete!!
Dormimos lo que pudimos y sobre las 9AM nos levantamos para empezar la visita. Era un viaje en grupo, Wall-E también venía con nosotros, y teníamos un guía local un tanto peculiar que se llamaba Arnold, hablaba español y no se separaba de una pesada bolsa que nos llenaba de curiosidad.
Tashkent es una ciudad con pocas cosas que visitar que fue reconstruida al estilo soviético, tras el terremoto de 1966, con sus grandes avenidas, sus enormes plazas para desfiles militares, grandes monumentos y grandes bloques de apartamentos de hormigón.
Empezamos la visita por complejo religioso Khast Imam, una enorme plaza donde pega el sol que da gusto y donde podemos encontrar el Mausoleo de Kaffal Shashi, la Madrasa de Barak Khan y la Mezquita de Tilla-Sheikh. Aquí se conserva un Corán del siglo VII considerado el más antiguo del mundo.
Selfie en Tashkent ^_^
Aún estábamos impresionados con los edificios de cúpulas turquesas, fachadas adornadas con azulejos azul-verdoso y puertas de madera escrupulosamente trabajadas, que nos topamos con un parterre donde las cigüeñas campaban a sus anchas. WTF??
Haciendo un poco el tonto ;)
Llegó el momento de cambiar moneda y para nuestra sorpresa Arnold se ofreció. Descubrimos que la pesada bolsa que celosamente cargaba era dinero en efectivo.
Claro… es de lo mas normal cargar una tonelada de dinero en efectivo por si las moscas
La moneda local es el Som Uzbeco (UZS) y para que os hagáis una idea, 1 eur equivale a unos 3000 Soms, así que calculad, 50 eur son unos 155.000 Soms y teniendo en cuenta que el billete más grande es de 1000, terminas con fajos y más fajos de billetes. ¡¡Que arte que tiene esta gente contando billetes!!
La siguiente parada fue en la Madrasa Kukeldash, uno de les edificios más importantes de la ciudad que data del s. XVI. En el pasado llegó a ser un almacén soviético, pero actualmente vuelve a ser una escuela coránica, así que nos dimos una vuelta por sus jardines y sus aulas.
Justo a su lado se encuentra el Chorsu Bazaar, el mercado más famoso de Tashkent. Conocidos son los bazares asiáticos así que es una visita totalmente imprescindible si os gusta descubrir el día a día de los Uzbecos.
Paseamos tranquilamente entre los puestos de un mercado lleno de colorido, donde es posible encontrar de todo y más, y donde nos gritaban continuamente ¡¡change, change!! Ya sabéis, un lugar ideal para cambiar moneda si no lo habéis hecho ya.
La parte más bonita se encuentra en un edificio con una bonita cúpula azul-verdosa de estilo soviético. En su interior muchos puestos de especies, vegetales, pescado, carne… todo un abanico de colores y olores que impresionan.
Nos sentimos tremendamente observados, todos nos miraban, nos saludaban y nos sonreían mostrando orgullosos sus dientes de oro. Nos daban a probar comida, nos hacían fotos o posábamos con ellos y cuando nos preguntaban de donde éramos, lo siguiente que contestaban orgullosos era Messi, Messi, Barça Barça. ¡¡El Barça traspasa fronteras!!
Se hizo la hora de comer y Arnold nos llevó a un bonito restaurante de comida tradicional. Su nombre “Caravan” con un bonito patio lleno de aspersores para sobrellevar un poco el tremendo calor y aire acondicionado en el interior. Un restaurante donde los ricos hacen sus comidas de negocios y donde la comida no es nada del otro mundo, para el precio que tiene. Más turístico que otra cosa.
Llegó el momento de pagar la cuenta y el fajo de billetes fue hasta cómico. El cachondeo y las bromas no se hicieron esperar mientras Arnold contaba pacientemente los billetes para que no faltase nada. Con razón muchos restaurantes tenían maquinas de contar billetes.
Por la tarde salimos en autocar hacia Samarkanda. Nos esperaban unas cuántas horas de viaje que nos regaló varias anécdotas y nos dejó comprobar el cambio que se produce cuando te alejas de la gran ciudad.
Llevábamos unas horas en camino cuando paramos a poner gasolina. Nos bajamos para estirar las piernas y echar un ojo a los puestecitos de carretera cuando unos amables señores que tomaban el fresco nos ofrecieron vodka. Tan insistentes fueron que no me pude negar… Terminé tosiendo y escupiendo, casi sin poder hablar y todos ellos descojonándose.
Continuamos nuestro viaje con mi orgullo bastante tocado, para llegar de noche a nuestro destino. Próxima parada Samarkanda.
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