Lagarto, lagarto.
De un tiempo a esta parte, muchos han sido los que han visto en la televisión un refugio para la creatividad que, lamentablemente, se le negaba a la gran pantalla, más enfrascada en buscar resultados rápidos a partir de secuelas, precuelas y nuevos principios de trabajos anteriores. No obstante, rápidamente se ha contagiado la pequeña pantalla de la fiebre de remakes que acechan a su hermana mayor. Así pues, recientemente, nos han llegado nuevas revisiones de títulos antaño tan populares cómo: El coche fantástico, Sensación de vivir, Melrose Place o El prisionero. Y lo que te rondaré morena, que parece ser que la televisión USA ha encontrado una nueva gallina de los huevos de oro, por mucho que los resultados de audiencia de todos estos remakes tampoco ha acabado de ser todo lo boyante que en un principio se esperaba. Una de las últimas en subirse al carro ha sido “V”.
El argumento sigue siendo parecido al que ya conocíamos. Una raza alienígena de lagartijas gigantes, llegan a nuestro planeta tierra montadas en un mogollón de naves espaciales, bajo una apariencia humana y, a pesar de que en un principio aseguran llegar en son de paz, todo parece indicar que los bichejos ocultan oscuras intenciones. En esto de la apariencia humana la cosa tampoco ha evolucionado mucho desde la serie original, ya que los bichos en cuestión siguen usando una especie de disfraces de piel para simular tener una imagen más cercana a la de los humanos, de la que tienen en realidad. Y es que lo de los disfraces humanos aporta un punto kitsch que desentona bastante con el resto del tono estético de la serie.
Total, que la mayoría de la gente está encantada de la llegada de los visitantes (incluso los que viven en los edificios situados debajo de las gigantescas naves espaciales y que no volverán a ver entrar el sol por sus ventanas el resto de sus vidas), pero un reducido grupo de humanos no se acabarán de fiar y montarán una férrea resistencia compuesta por cuatro personas. No se rían, que menos da una piedra. El grupo en cuestión está formado por un sacerdote, una agente de policía (cuyo hijo empezará a tontear con una de las extraterrestres a quien los guionistas tienen la sana costumbre de dejar en ropa interior siempre que la ocasión lo permita, o no), un conocido terrorista que bombardea lo que haga falta a cambio de una cuantiosa suma de dinero y un desertor alienígena que lleva tiempo infiltrado entre los humanos. Este dato me volvió a crear dudas como espectador. Si las lagartijas éstas llevaban tanto tiempo preparando su entrada en escena, como para tener un buen número de infiltrados con apariencia humana, ¿porque se dedican a improvisar una y otra vez nada más llegar cómo si no tuvieran ningún tipo de plan al que aferrarse?
A pesar de las similitudes con su original, lo cierto es que muchas cosas han cambiado en este nuevo remake. Para empezar se ha perdido aquella estética tan potente (y tan '80, no nos engañemos) que ha sido sustituida por una mucho más fría, neutra e insípida; han desaparecido los crepados capitales de sus protagonistas (alabado sea el señor); y, una vez finalizada la primera temporada, aquí, de momento, nadie se ha papeado ningún roedor, momento que un servidor está esperando desde el minuto uno de la serie (para ser francos hubo un amago de ello, cuando uno de los personajes protagonistas se miró a una rata con cara de deseo, pero la cosa no fue a mayores). Otra de las cosas que ha cambiado ha sido el impacto social, porque todavía no he oído a ningún niño cantando encima del himno de España: “Diana, Diana, con cara de lagarto, cola de reptil, no sabe dirigir”. Los más viejos del lugar, sin duda, sabrán a qué me refiero.
Ver el nuevo “V” es como ver a un perro dando vueltas sobre sí mismo, buscando la mejor posición posible a la hora de tumbarse en el suelo. El problema es que una vez ya acabada la primera temporada (compuesta de doce episodios), el perro todavía está dando vueltas y uno, como espectador, ya empieza a perder la paciencia.
Y es que, después de un arranque esperanzador, con un episodio piloto bastante interesante, en el cual los “visitantes” llegaban a la tierra y se mezclaba la sorpresa de la población frente a la aparición de vida extraterrestre con una especie de fervor religioso hacia los recién llegados, la serie, poco a poco, ha ido perdiendo fuelle, girando sobre sí misma, sin acabar de dirigirse hacia ningún lada, dando bandadas sin demasiado sentido y con una continúa sensación de que la cosa se está alargando más de la cuenta. O se esfuerzan mucho de cara a la segunda temporada o la cosa está claramente sentenciada.
Resumiendo: Pobre remake que no acaba de carburar del todo y que, a pesar de un arranque prometedor, rápidamente empieza a desinflarse, incapaz de mostrar resultados interesantes.