Revista Infancia
Estos días, mientras disfrutábamos junto a nuestro pequeño de nuestras fantásticas vacaciones, papá y yo hablamos acerca de las parejas de padres que deciden irse de vacaciones sin sus hijos.
Unos dicen que consideran que son muy pequeños para viajar, otros que necesitan pasar un tiempo solos en pareja para "desconectar".
Pero en ningún caso se cuestiona que es lo mejor para la otra parte afectada, no se piensa si nuestros peques necesitan unas vacaciones para "desconectar" de su vida en la guarde, o para disfrutar unos días de sus papás en exclusiva.
No me parece mal que nos tomemos nuestro tiempo para nosotros, puesto que todos necesitamos nuestro espacio, pero lo que me parece mal es hacerlo a costa de nuestros hijos, anteponiendo nuestros intereses a los suyos y privándoles de compartir los mejores momentos de la vida junto a sus papás.
Creo que es muy importante, antes de tener hijos, plantearnos muy seriamente como van a cambiar nuestras vidas y aceptar que ya nunca más volveremos a ser dos. Y tenemos que aprender a compartir y disfrutar con nuestros hijos y adaptar nuestra vida a ellos. No es justo excluirlos, y menos si esto significa privarles de las cosas buenas de la vida.
Está claro que las vacaciones con niños ya no son tan relajadas como eran antes, ni contamos con la misma libertad, pero se convierten en un momento único para disfrutar los unos de los otros fuera de nuestras rutinas y responsabilidades diarias. Es el momento ideal para dedicarnos a hacer felices a nuestros chiquitines haciéndoles el mejor de los regalos, la compañía de sus padres a tiempo completo.
Y desde mi propia experiencia puedo decir que pocas cosas hay en esta vida más gratificantes que ver la felicidad en los ojos de tu hijo mientras jugáis en la playa o paseáis por el monte. O cuando simplemente estas con el si más, sin otras obligaciones, haciéndole sentir que es lo más importante de tu vida.
Eso es lo que yo necesito para desconectar y ser feliz. Escapar unos días del resto del mundo junto con papá y mi pequeño. Y, puedo asegurar que, entre todos los veranos, estos dos compartidos con David han sido sin lugar a dudas los mejores.