Suele ser un viaje de calor, largo y pegajoso. Y en cuanto entramos a la provincia de La Coruña, las nubes y el color plomizo te reciben.
No te importa, de hecho agradeces poder ponerte la chaqueta y estrenar esas sudaderas recién compradas para la ocasión...un mes sin dormir por el calor encuentra su premio en esos 18 grados y la manta nocturna.
La familia, los amigos y los planes con los niños, 4 semanas por delante para hacer de todo y para no hacer nada.
Los primeros 4 días casi ni te importa no poder ir a la playa, todavía te quedan muchos días de vacaciones, y Galicia es verde por algo. La manida frase de cada verano "hija, qué mala suerte, mira que hasta ayer hacía un tiempo bárbaro" sigue pareciéndome graciosa.
Pero pasa una semana y te miras al espejo, ves a ese fantasma mientras recibes fotos en tu whatsapp de amigos en Formentera, Portugal, Málaga y otros destinos soleados.
También tiene su encanto bajar a la playa con sudadera...
Comes, duermes y descansas. Disfrutas y lo das todo. Paseos por el pueblo, a tomar el pulpo el sábado por la mañana. El concurso de paellas en el río. Salir en barco. Las fiestas de los sábados y los reencuentros con amigos y con padres de ellos que te siguen preguntando "¿pero tú no eres la hija de menganito?". La vuelta al hogar es así.
Ir a comer o a cenar y que te traigan la carta pero siempre te expliquen que "a mayores " hay más cosas.
Salir a la plaza y encontrarte a media familia que vive a menos de 50 kms en invierno pero a los que nunca ves fuera de aquí.
Salir en barco y terminar nadando en medio de la ría, temblando de frío y con picor de salitre.
Pero vuelve a estar nublado y la fantasía del verano se termina. Ya estamos otra vez diciendo "el año que viene´al sur" con el cabreo monumental por otro día sin playa.Pero te levantas pronto, llevas a tu hijo al curso de vela, y cuando le dejas en casa de los abuelos ves que él y todo un grupo de niños de entre 8 y 12 años van juntos por el paseo en bici, con su mochila y su sudadera, haciendo planes para esa tarde. Parece una estampa de Verano Azul...y esa imagen te reconcilia con tus vacaciones: estás viendo tu infancia.
Mis recuerdos son estupendos, de los mejores, y veo que los de mis hijos serán similares. Así que, fuera agobios, viva el slow life, y vamos a disfrutar del verano gallego.
Hasta el año que viene....