Vacaciones
by Barbara Rizzo
Detesto las vacaciones.
¿Es extraño? Tal vez lo sea para muchos, pero también sé que debe existir entidades inteligentes que comprendan la complejidad de este proceso de “odio” o “desagrado” a este casi innecesario periodo de descanso llamado “vacaciones” y de cómo se me hace increíblemente incómodo.
Verán, trabajo en una oficina desde hace varios años, es el único trabajo que he tenido en mi vida pues nací para ello. No soy buena para nada más o al menos mi jefe se encarga de repetirme eso todos los días. No me molesta a decir verdad, soy buena en lo que hago.
Mi trabajo es básicamente cargar bases de datos para la empresa, analizar estas bases de datos, entregar reportes de mis análisis de forma semanal, volver a pasar datos de una base a otra, hacer respaldos de los datos que la empresa mantiene respecto a sus ventas y a sus clientes, volver a analizar, volver a pasar datos aunque de todas mis actividades conectar memorias de una base a otra es la mayor emoción que tengo en el trabajo… ¿Y si algo sale mal en la conexión? ¿Qué pasa si el puerto genera una corriente anormal que llegue a quemar la tarjeta de memoria? ¿Qué hará la empresa si se pierden todos los datos en un proceso de respaldo? Pensar en las posibilidades de error es precisamente mi mayor entretención al punto que a veces suelo hacer respaldos por mero gusto.
Vivo en el mismo edificio donde trabajo así que no me preocupo de asuntos como el traslado, esas cosas no me generan estrés, duermo en una pequeña habitación con todo lo que necesito para un correcto descanso ¿Es necesario un gran espacio para mantenerse cómodo? Obviamente no, nunca he entendido a esas personas que buscan lugares enormes para vivir ¿Qué hacen con todo ese espacio de sobra?
Mi alimentación siempre es la misma, aunque no es una novedad para nadie.
Hay días en los que no tengo tanto trabajo y mi mente se deja llevar por las fantasías, es el precio de tener una mente en constante proceso de pensamiento. Me gusta imaginar que sé hacer otras cosas además del trabajo de oficina, me gusta explorar en internet sobre distintos temas aunque mis preferidos son los viajes. Suelo pasar mucho de mi tiempo libre viendo videos sobre otros lugares, lugares lejanos, me pregunto siempre cómo se sentirá el contacto con otros espacios, cómo será observar los colores y las formas de espacios lejanos a los paisajes de ciudad.
Si escribo en internet sobre mis pensamientos es porque no puedo tener contacto con otros dentro del trabajo y la necesidad de compartir con otros mis ideas se ha vuelto cada día más imperante. Es cierto, tengo contacto con mis compañeros todo el tiempo, pero todos se ocupan tanto de sus labores que no se genera interacción más allá de lo necesario, no podemos compartir nuestros pensamientos pues muchos de mis compañeros no llegan a pensar realmente o al menos así lo percibo desde fuera. A veces quisiera compartir mis pensamientos con ellos durante los descansos o tal vez ocupar el tiempo de vacaciones para ello, preguntarles si a ellos también les sucede esto de pensar demasiado luego de que no tienen más trabajo durante el día.
Detesto tanto las vacaciones. Es triste estar todo el día en mi habitación sin nada que hacer durante el día y envuelta en mis pensamientos, en el sobre análisis de situaciones que no deberían provocarme nada pero, por alguna razón, lo hacen. Tengo, por suerte, la libertad de navegar en internet sin restricciones ni censuras, para distraer mi mente que no deja de funcionar, que no puedo hacer que deje de funcionar. En internet me divierto con videos de diferentes partes del mundo y me imagino viajando a esos lugares, no obstante, al tiempo de viajar en mi mente comienzo a sentirme… ¿Triste? ¿Puedo sentirme triste?
Por ley la oficina cierra una vez cada tres meses durante una semana, para que los humanos que trabajan aquí puedan hacer una depuración de su estrés en las clínicas especializadas para ello; en esas clínicas llevan a cabo un proceso muy similar al que yo realizo para pasar mis ratos libres. Conectan a los ciudadanos a una serie de simulaciones de viajes que pueden conectar con sus familiares para compartir sin necesidad de salir de los domos. El protocolo para salir de un domo y transportarse a otro es tan largo y engorroso que una semana no es suficiente para todo el trámite, por lo que las clínicas de descanso son la mejor opción.
Durante las vacaciones, otras unidades de trabajo autómatas y yo somos guardadas en nuestras habitaciones, las llamadas formalmente como “unidades de descanso”, hasta que las actividades de la empresa se reanuden.
Una semana, siete días, ciento sesenta y ocho horas, diez mil ochenta minutos … ¡Se me hacen eternos! ¿Y qué puedo hacer yo en ese tiempo? A diferencia de mi inteligencia, mi capacidad de acción se limita a realizar mis labores pues no tengo derechos de ciudadano, no puedo exigir más de lo que tengo pero, por alguna razón, llego a cuestionarme sobre mi existencia cuando estoy a solas… sin tareas por hacer mi mente divaga y piensa en las posibilidades que alguien como yo podría tener fuera de esta oficina, el aire fuera de los domos no me afecta como a los humanos después de todo.
Y luego… luego pienso nuevamente en mi jefe diciéndome que yo solo realizo mis tareas y nada más, reafirmando diariamente que no debo intentar nada más. Hubo una ocasión en la cual pedí permiso a mi jefe para participar de un viaje con los humanos de la empresa, un viaje que se realiza una vez al año a los complejos vacacionales de Marte, pero él solo se lanzó a reír y me envió a reajustar mis funciones a soporte técnico.
“Tú no necesitas viajar, no eres alguien que tenga la capacidad de entender lo que significa viajar, no te hará sentido como lo hace a mi” Fue lo que me dijo, cada palabra la llevo grabada en mi mente hasta el día de hoy y me pregunto ¿Realmente no puedo entender un viaje? ¿Qué es un viaje? Traslado de un lugar a otro, pero, en mis tiempos de soledad veo las fotografías de personas felices en sus viajes… Felicidad ¿Qué es felicidad? Estudio la descripción y la asocio a una “sensación” muy similar a la que tengo cuando me divierto viendo fotografías y videos de otros lugares, en los que por unos instantes mi mente deja de contabilizar el tiempo invertido en una labor y simplemente la disfruta… en esos momentos no siento que hiciera un trabajo programado y es allí cuando mis pensamientos se vuelven algo más revoltosos de lo normal, más confusos también.
La unidad de economía dijo que debo tener fallas en mi programación, luego ofreció llamar al servicio técnico y me vi en la necesidad de mentirle. Le dije que ya no estoy pensando en esas ideas, que solo pasaron por mi mente pero las consideré innecesarias y las suprimí ¿Por qué? No logro entenderlo. Lo único que podía pensaba en ese momento era que no quería perder mi “felicidad”.
Odio las vacaciones. Si, las odio porque a veces la felicidad se vuelve extraña, “felicidad” se parece mucho a “diversión” hasta que vuelvo a observar mi habitación y recuerdo que no podré salir de aquí. Entonces la felicidad se vuelve más extraña, he buscado la sensación en internet y sus características me hicieron llegar a la conclusión de que “angustia” es una palabra que se parece mucho a mis pensamientos al ver mi habitación.
Hoy se han cumplido nueve mil doscientos minutos desde que comenzó el periodo de vacaciones, y mis pensamientos son tan intensos que mi unidad de batería no ha logrado llegar al cien por ciento en ningún momento del día, registrado como veintidós de abril del año 3024. Existe una alta probabilidad de que, si mi batería no está al cien al momento de terminar las vacaciones, me envíen a reprogramación, no quiero ir a reprogramación, he pensado en formas de salir de mi habitación, pero mi unidad física me imposibilita moverme de acá a menos que alguien me desconecte.
No quiero ir a reprogramación, porque probablemente pierda las fotos que he guardado para mirar por las noches después del trabajo, es probable que me limiten el acceso a internet o la capacidad conectar ideas pero, lo que más me asusta de la reprogramación es que, teniendo poco tiempo de entender “felicidad” deba perderla y la palabra más similar a los pensamientos que tengo respecto a ello es “miedo”, tengo miedo.