Llega el momento más esperado del año, es hora de hacer las maletas e irnos de vacaciones. Antes de tener familia no había que darle muchas vueltas, se elegía un destino sin preocuparse por el trayecto, la estancia o las condiciones, solo importaba que era allí donde se quería ir. Cuando llegan los niños la cosa cambia, no podemos embarcarnos alegremente en un safari por África o coger la mochila y subirnos a un tren sin más.
Es necesario planificar el viaje, especialmente si hablamos de niños pequeños.
Distintos destinos a los que se hacen sólos en pareja
Hay familias que no tienen problemas en iniciar una aventura en vacaciones, el tener un bebé tampoco implica no hacer ese viaje a las Maldivas, aunque por comodidad y seguridad del niño y los padres, se suelen buscar destinos más acordes.
Una de las opciones mayoritarias que escogen los que tienen un bebé es el apartamento, bien dentro de un complejo hotelero o de forma independiente. Tiene la ventaja de que se está como en casa, hay cocina para las papillas y biberones, espacio para la cuna y demás trastos y mayor tranquilidad. Si está en un hotel se dan también las ventajas de contar con todos los servicios que ofrece. En el caso de que haya algún niño más mayor este puede disfrutar de todas las actividades infantiles que se preparen en el establecimiento.
En esta línea otra opción son los alojamientos rurales, están muy bien acondicionados y podremos disfrutar de un entorno natural y muchas veces con la opción de practicar senderismo, equitación, escalada... Así se dan opciones a todos los miembros de la familia y el bebé disfruta también del aire puro y un entorno saludable.
Cuándo ya no son un bebé
Cuando son algo más mayores, andan solos, no llevan pañal, comen de todo... podemos ampliar las opciones. Quizá no sea la mejor idea hacer viajes muy pesados que impliquen demasiados cambios ya que todavía son pequeños, pero sí podemos diversificar las vacaciones, incluso coger un avión o un barco y pasar unos días visitando otras ciudades, aunque en un plan más tranquilo. Los parques acuáticos y de atracciones son una de las opciones más elegidas en este momento.
Empezar a recorrer ciudades o parajes naturales sería una buena opción para familias con niños más mayores. Las limitaciones que quedaban de cuando eran más pequeños han desaparecido. No se cansan tanto, pueden comer cualquier cosa y no tienen problemas de adaptación si cambiamos a menudo de alojamiento, además de que los traslados se producen de forma más rápida. Tenemos también la ventaja de que comprenden mejor las peculiaridades del viaje, saben donde están y lo disfrutan mucho más.
Pese a todas estas alternativas distintas, lo cierto es que es la familia la que marca sus pautas. Muchas veces sucede que con el primer hijo se mira más a la hora de viajar, con el segundo todo cambia y las limitaciones que nos poníamos desaparecen. Y es que, si nos organizamos bien, no hay lugar donde no podamos ir con nuestros hijos para disfrutar en familia de las merecidas vacaciones.