Vacas felices
5 agosto 2013 por Naima Tavarishka
No me digan que las vacas no son simpáticas. Si no lo han hecho, háganlo cuando tengan una oportunidad y verán unas caras graciosísimas, tendrán la percepción de que son medio estrábicas y que van a su bola más serias que un guardia… ¿A que esa pachorra que las caracteriza en el campo, pastando, transmite una paz increíble? Bueno, lo admito, son mi debilidad.
No por su carne, que eso sería otro debate complicado para mí, que fui vegetariana durante algunos años precisamente por solidaridad con ellas y que ahora que no lo soy me genera un conflicto personal casi a diario; son mi debilidad porque de verdad creo que son una especie que transmite mucha personalidad y más paciencia que un santo.Cuando veo cómo sufren en las romerías, atadas a una yunta y obligadas a tirar de carretas pesadísimas, aguantando muchas veces un calor infernal, pienso casi siempre en qué pasaría si un día las vacas de todo el mundo se rebelaran y decidieran no servir más a ciertos caprichos del hombre. El día en que opten por romper ese duro sistema estabulado en que viven, apenas con unos pocos metros para moverse, casi sin contacto con el campo, sin libertad…
Hace unos días me llegó por correo este vídeo y pensé en cómo saldríamos disparados los humanos si de pronto nos soltaran en un monte en el que poder correr y descargar adrenalina tras mucho tiempo encerrados. Me emocionan estas imágenes, de verdad.