Revista Diario
Quisiera estar de nuevo ebria de amor. Es una sensación tan placentera como el mismísimo acto. Es más, hacer el amor mientras estás en ese estado de ánimo supera los límites de las sensaciones que un cuerpo puede soportar.
Pero aquí estoy, vacía. Debería buscar por los rincones de esta habitación alguna cosa que pudiera llenarme, pero las únicas cosas que encuentro necesitan pilas. El amor propio puede ser a veces demasiado duro.
Busco en mis estantes algún libro que me ofrezca algo. Quizás una historia de dragones, que me aporten emociones temerarias. O quizás algún relato de amor, que haga que me sienta como la protagonista, y acabe rindiéndome a los encantos de alguien que no existe.
¡Ajá! He hallado algo interesante. ¿Qué me deparará este libro? Pocas páginas para mi gran aburrimiento. Pero... ¿Y si consigue llenarme? ¿Y si acaba siendo El libro?
Comienzo a leer. Mi mente se mece en el prólogo, y se sumerge en el capítulo uno. Amor y deseo. Glorias y traiciones. Un principio que promete, y una historia que empieza a tener forma en mi cabeza.
Sí. Esto era justo lo que necesitaba.