¿Vacunar o no a nuestro cuerpo?
La vacunación de nuestros hijos puede ser una cuestión sin muchas posibilidades de opción. De hecho, en la mayoría de los países existen leyes que obligan a someterse a esta terapia inmunológica. Pero han surgido planteos sobre los riesgos que estas pueden tener.
Es cierto que algunas vacunas contienen un químico potencialmente tóxico llamado mercurio, pero en los últimos años se ha ido dejando de utilizar, despareciendo prácticamente de las vacunas para menores de seis años y con solo restos en otras aplicadas a adultos.
Siempre se corre un pequeño riesgo, como con cualquier medicamento, de experimentar posibles efectos adversos, pero suelen ser leves. Debe quedar claro que las vacunas al contener, aunque mínimamente, un agente infeccioso, no deberían ser aplicadas si el paciente se encuentra en una situación donde su sistema inmunológico no está en las condiciones adecuadas.
Otra preocupación que ha sido expuesta en los últimos años, es que las vacunas podrían tener relación con la aparición de síndromes autistas. Pero en realidad no se ha podido demostrar que así sea, prácticamente descartando esta posibilidad.
Aunque es cierto que la inmunidad natural que desarrolla el cuerpo luego de una infección es mejor que la otorgada por las vacunas, es preferible, de ser posible, evitar cualquier infección a gran escala que puede acarrear muchas complicaciones.
Las vacunas no son un ciento por ciento efectivas pero ayudan al cuerpo a combatir los agentes que lo pueden afectar y minimizando los riesgos de las enfermedades contra las que estás se dirigen.