Revista Diario
El comienzo del año viene cargado de citas médicas. Esta tarde tocaban las vacunas de los 15 meses.
La última vez que el nene pasó por las banderillas fue con 6 meses, aún me acuerdo de ese momento, parece que ha pasado un siglo, vaya cambio que ha dado...
Recuerdo una conversación con una compañera de trabajo que me preguntó cómo hacía yo para aguantar ese momento de manera estoica; ella no podía resistirlo y las veces que le había tocado había mandado a alguien en su lugar para no tener que hacerle frente. Le dije en aquella ocasión lo que esta tarde me he repetido yo a mi misma: que hay que hacerlo, que es por su bien y que la mejor manera de afrontarlo es con una madre serena y relajada. Soy una persona extremadamente nerviosa pero en lo relativo al niño mantengo la calma como nunca. Siento que soy la máxima responsable de su bienestar y que lo último que necesita el niño es una madre hecha un flan y al borde del ataque de ansiedad. Aún así, no es fácil. Esta tarde sentía que llevaba al niño al matadero e incluso me sentía culpable cuando hemos salido a la calle, porque yo sí sabía a dónde íbamos y el, en su inocencia, ha estado jugando hasta el último momento en la sala donde le iban a pinchar. No sé si será una tontería, pero conforme va teniendo más conciencia el dolor de corazón es mayor. Su cara de mamá, ¿por qué colaboras en que me hagan esto? es de las que duele.
En fin, que hoy han sido cuatro pinchazos nada menos, una burrada. Uno en cada brazo y en cada pierna. Sarampión, rubeola, parotiditis, varicela, meningococo c y neumococo (esta última es de los 18 meses pero la han adelantado).
Como ha llorado el pobre y cómo se ha defendido. Menos mal que ha ido también mi marido, ahí hacían falta tres adultos para sujetarle. Es el pánico en estado puro la expresión que pone, me da angustia sólo de pensarlo... menos mal que a él seguro que ya se le ha olvidado.
La explicación de los efectos secundarios me ha dejado un poco alucinada. Yo ya sabía que esta vacuna puede dar efecto con retardo, es decir, una semana o diez días después de su administración. Pero es que el tío, además de comentarnos que la fiebre se puede demorar incluso 21 días, nos ha dicho que puede aparecer un sarpullido del tipo del sarampión o el de la varicela. Que el sarpullido de la varicela que puede aparecer sería con ampollas que son contagiosas, por lo que si esto pasa hay que tener cuidado con adultos que no la hayan pasado o con embarazadas, bebés sin vacunar y demás personas inmunodeprimidas. No he podido evitar sentir un poco de zozobra al escucharlo, joer con la vacuna...
Cruzaremos los dedos porque llevamos una racha de salud estupenda y no tengo ganas de romper la trayectoria.