Son un tema de actualidad sobre el que se ha abierto un debate. ¿Son seguras? ¿Son siempre necesarias? La controversia creada por los posibles intereses económicos de la vacunación de la gripe A o la seguridad de la inmunización del virus del papiloma humano han vuelto a poner a las vacunas en el punto de mira de la opinión pública. Resulta difícil encontrar información seria entre tantas opiniones a menudo poco rigurosas, pero los especialistas argumentan que se debe huir de falsas creencias, ya que no solo es un problema de salud individual, sino que está en juego la salud comunitaria.
Uno de los mitos más extendidos afirma que las vacunas provocan efectos indeseables graves, como enfermedades importantes y, en algunos casos, la muerte. Es evidente que no están exentas de complicaciones y efectos secundarios. No obstante, en la gran mayoría de los casos son problemas menores, como dolor e hinchazón en la zona de la punción y ligera fiebre tras su administración. Estos efectos secundarios indican que el sistema inmune de la persona se estimula, de modo que no se pueden considerar como perjudiciales para la salud.
Se registran también casos de efectos colaterales más graves, como encefalitis (enfermedades causadas por una inflamación del encéfalo) o síndrome de Guillain Barré (enfermedad que provoca debilidad extrema). Se ha detectado que con la vacuna de la difteria, tétanos y tos ferina, hay 1 probabilidad entre 1.000.000 de que la persona vacunada sufra una encefalitis, en general, de forma leve. Sin embargo, cualquiera de las anteriores enfermedades causa el fallecimiento a uno de cada 200 niños y puede provocar encefalitis de carácter grave e invalidante en un 5% de los afectados.
Autismo y muerte súbita
Otro de los mitos más frecuentes es que aumentan la probabilidad de que los bebés lactantes sufran muerte súbita infantil (SIDS). Varios estudios han desmentido esta idea, ya que en todos se concluyó que no había relación entre ambas variables. España, uno de los países con índices de vacunación más elevados de todo el mundo, es una de las regiones con menos casos de SIDS. Otras falsas creencias se relacionan con enfermedades como autismo infantil, cáncer, esclerosis múltiple o Alzheimer.
La vacuna triple vírica (sarampión, rubéola y paperas) estuvo en el punto de mira de las críticas como causa de autismo. Esta sospecha se fundamentó por el hecho de que el momento del diagnóstico coincide, a menudo, con el de la vacunación. Ésta no desencadena la enfermedad, sino que la patología empieza a manifestarse a esa edad. Esta creencia se reafirmó en 1998 con un estudio publicado en la revista "The Lancet" sobre 11 casos de niños que desarrollaron autismo un tiempo después de haber recibido la vacuna. Estos datos nunca se han confirmado en estudios posteriores y en febrero de 2010 la revista se retractó del artículo.
Asociado al tema de la seguridad, algunos de los conservantes que se utilizan para mantener su efectividad también han sido objeto de discusión. Uno de los componentes más atacados es el Timerosal, una sal orgánica que contiene mercurio en su composición. El mercurio, en concentraciones elevadas, es tóxico para el sistema nervioso central, aunque ningún estudio ha corroborado que el contenido en el Timerosal sea activo o perjudicial en la concentración en que se emplea. No obstante, por precaución, las compañías farmacéuticas, de manera progresiva, han desarrollado otros conservantes sin este compuesto hasta desbancarlo. Pero nunca se demostró ningún efecto secundario.
¿Se administran excesivas vacunas?
Las vacunas múltiples y el gran número de ellas que recibe un niño en poco tiempo son también uno de los focos de controversia. Ciertas creencias afirman que el sistema inmune no está preparado para recibir múltiples antígenos (sustancias que lo estimulan) en una misma dosis o en un periodo corto de tiempo y que esto puede provocar una disfunción. Para comprobarlo, un estudio llevado a cabo en el año 2000 calculó la mediana de antígenos que recibía un niño durante el periodo de vacunación y se detectó que la cifra no era alarmante.
En total, se calculó que se exponía a la persona a unos 167 antígenos. Si se tiene en cuenta que cada resfriado supone la exposición a una media de 4 a 10 antígenos, una laringitis de 25 a 50 antígenos, y a ello se suma la multitud de enfermedades que superan sin molestias los niños pequeños, el número no es excesivo. Todas las personas, de manera constante, están aventuradas a múltiples antígenos y esta estimulación permite, precisamente, tener el sistema inmune alerta.
¿Es necesario vacunar a un niño de enfermedades casi erradicadas?
Es cierto que muchas enfermedades contra las cuales se inmuniza han disminuido de forma drástica. Incluso algunas tan graves como la viruela están erradicadas gracias a la vacunación masiva de la población. Pero los especialistas aseguran que no hay que bajar la guardia. Enfermedades que prometían seguir los mismos pasos que la viruela, en los últimos tiempos muestran un repunte, a expensas de la decisión de algunos progenitores de no proteger a sus hijos.
El problema se agrava debido a que, en ocasiones, los perjudicados son niños de corta edad a quienes todavía no se había administrado la prevención. Por otra parte, es frecuente que los adultos consideren que algunas de las enfermedades que las vacunas previenen, como la varicela o el rotavirus, son menos importantes.
Aunque la mayoría de los niños padecen formas poco graves de estas afecciones, en algunos casos pueden darse complicaciones importantes, sobre todo si el afectado tiene su inmunidad comprometida. Como los últimos datos indican, es mucho menos probable padecer un efecto secundario con la vacuna, que alguna complicación con la enfermedad sin estar protegidos, pero no se debe bajar la guardia.
¿Es conveniente administrar a una persona sana una vacuna con efectos secundarios que no es 100% eficaz?
Las vacunas también tienen pros y contras. Es cierto que no son 100% efectivas y que, en ocasiones, causan efectos colaterales indeseados y se obtienen a partir del microorganismo atenuado o fragmentos del mismo, un hecho que abre una fuente de polémicas sobre sus riesgos. A pesar de que cada vez se precisa más su seguridad y eficiencia, nunca se consigue al 100%. Recientemente se han registrado algunos casos de convulsiones febriles en niñas tras recibir la vacuna del virus del papiloma humano.
Con la vacuna de la gripe A también hubo polémica, ya que en algunos países se han dado casos de narcolepsia, un desorden del sueño que consiste en sufrir episodios transitorios de somnolencia repentinos e incontrolables durante el día. Son casos aislados, pero junto con el temor, la falta de información y la confusión de conceptos, han surgido una serie de mitos que pueden perjudicar uno de los avances científicos más importantes para la salud.
Fuente: Consumer Eroski