La propia dirección de València en Comú ha denunciado en el juzgado una denuncia al descubrir, en una auditoría interna, una trama para favorecer a dos de los aspirantes en las primarias de la formación: Germán Polo y Judith Jiménez.
Tal y como cuenta en una reciente edición El Mundo, desde una misma dirección IP –es decir, desde un único ordenador o una red con varios conectados- se habían inscrito un centenar de personas para participar en la votación, en intervalos de un minuto y aportando, además, documentación “claramente falsificada”.
La formación morada presume de democracia en su funcionamiento interno, a diferencia del resto de partidos en los que la “dedocracia” es el sistema más utilizado, incluso en el seno de un PSOE en el que la pantomima de las primarias se suele ver empañada por el peso de los barones. Luego resulta que hay trampas en las votaciones, se modifican las reglas en favor de determinadas candidaturas cuando es necesario, o aparecen movimientos en los cargos de responsabilidad (recuérdese el del Sr. Echenique) propiciados por el largo brazo del lider mesiánico. Si el “pucherazo” valenciano hubiese tenido lugar en el seno de cualquier otro partido político, el eco de las voces podemitas hubiese resonado allende los mares, pero tanto los conspicuos como los simpatizantes de la formación, aplauden con las orejas los “incidentes” menores que cada día interesan a sus miembros, desde la beca de Errejón, hasta la caja de Monedero y su empresa, las cuentas de “Kichi” y tantos otros que son menores en comparación con las corruptelas de quienes los poseedores del pensamiento políticamente correcto, consideran “casta”.