Revista Comunicación

Vallas publicitarias

Publicado el 27 febrero 2011 por Siempreenmedio @Siempreblog

 

Vallas publicitarias

A estas alturas del siglo XXI es inútil concebir un mundo sin publicidad, cuyo principal objetivo es conseguir vendernos un producto, sea del tipo que sea. Sin embargo, según como esté planteada la campaña puede producir el efecto contrario; es decir, el absoluto rechazo.

Para empezar, el caso de las vallas publicitarias ya me parece una invasión del espacio natural. En cualquier punto de la Isla no hay lugar donde mires que no veas un cartelón afeando el paisaje; pero no digamos ya cuando vienes conduciendo, por ejemplo, y te encuentras de repente con el careto acartonado de algún presentador narcisista, que imperativamente te dice que le observes o el de un político pijo que se viste de vaqueros para hacernos creer que de verdad le importa la gente sencilla.

En estos casos, estos anuncios me parecen un insulto a la inteligencia de los ciudadanos y un atentado contra mi propio campo de visión. A mí no me apetece para nada ver a estos tíos, con lo que inmediatamente desvío la mirada.

Y no digamos ahora con vistas a las próximas elecciones, la inundación será tal que tendremos hasta el empacho. En fin, me parece que voy a tener que hacer como los burros y ponerme orejeras para que sólo pueda ver de frente.

En este encendido discurso en contra de los odiosos carteles, salvaría de la quema, la ya “clásica” frase que aparece cada día cuando venimos por la autopista del norte (TF-5) en dirección a Santa Cruz. Sobre un fondo verde, que se mimetiza con el entorno, podemos leer con caracteres en blanco, citas tipo: “Confía en ti”, “Comparte lo que sabes”, “Sé feliz”… y cosas por un estilo; que en verdad, a veces, levantan el ánimo. Aunque yo no sé si eso se puede entender como publicidad. En cualquier caso es más agradable de ver.


 


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