Al bombardeo de preguntas, como niño que busca, Luis se entrega y devora capítulos, como quien los revive: las rogativas, los zamarrones, el ollón, las meriendas sufragadas con el dinero obtenido de las peticiones en las bodas, la enramada y los juegos de “el pite”, “la zapatilla” y “la vigarda”.
“Todo me parece poco –escribe Luis– para mandar a quien desde muy lejos añora la bendita tierra”.
De "Viaje al valle de los Redondos", en la serie "Impresiones" de Froilán de Lózar, publicada en Diario Palentino
Revista Medio Ambiente
Metido en este rosario de recuerdos, viajamos estos días por el valle de los Redondos. Sé lo difícil que es volver hacia atrás en el tiempo y colocar en su justo término cada una de las escenas vividas: las gentes, las costumbres, los modos y maneras. Son mensajes esculpidos en las piedras, son vidas apuradas al máximo, historias descarnadas, calamidades que no faltan, olvidos que te obligan a aguzar el ingenio, a sacar a flote tus recetas para matar el tiempo.