Lo más interesante de la serie de Ziberman es la posibilidad que nos ofrece como espectadores de asomarnos a aspectos de la vida cotidiana de un país en constante estado de alarma como era Israel en aquellos días: una sociedad fuertemente militarizada que no se encontraba exenta de conflictos internos, derivados de las diferencias culturales de los distintos grupos de inmigrantes que iban llegando progresivamente al nuevo Estado, entre los que se producían constantes tensiones y agravios. La narración nos permite conocer las vidas de varios de ellos, incluyendo a un par de panteras negras, gente procedente de familias desfavorecidas que se inspiraban en el movimiento norteamericano para luchar por mejores condiciones de vida. En cualquier caso, una vez que comienza la batalla, los soldados no tienen más remedio que dejar de lado sus disputas internas para intentar sobrevivir.
Porque, aunque es cierto que el resultado final de la guerra resultó un nuevo éxito militar para Israel, en los primeros días la situación parecía desesperada y los defensores que se encontraban en primera línea se vieron desbordados. Uno de los aciertos de Valley of tears es que sabe transmitir la tensión con la vive el combate el soldado raso y la sensación angustiosa de avanzar dentro de un carro de combate que puede ser alcanzado por un proyectil enemigo e incendiarse en cualquier instante. En en sentido, las escenas bélicas de la serie son magníficas, con un aire casi documental que la hacen muy verosímiles. También es cierto que ciertas escenas nos trasladan la impresión de que un solo tanque israelí valía por veinte sirios (quizá esta fuera la realidad, después de todo) y de la escasa motivación combativa del soldado árabe, quizá una de las claves de que la ofensiva, después del espectacular éxito inicial, se desmoronara con tanta facilidad.
Aunque se trata de una producción de Israel y en ocasiones se presente a los habitantes de este país desde un punto de vista victimista, lo cierto es que la serie intenta ser objetiva a la hora de enfrentarse a sus responsabilidades históricas y también da voz a los agravios sufridos por los sirios que habitaban originariamente el territorio de los Altos del Golán, aunque el portavoz de los mismos sea un despreciable torturador. Valley of tears es sobre todo efectiva a la hora de mostrarnos los efectos devastadores que la guerra produce en una sociedad, por mucho que se haya preparado para afrontarla: el caos, el miedo, la falta de noticias y el azar, que es la fuerza que decide quien va a morir y quien va a sobrevivir en esta situación extrema. Toda una lección histórica que nos recuerda que las mejores series no siempre llegan desde Estados Unidos.