Revista Cultura y Ocio

Valores, Política y Epicuro

Publicado el 17 enero 2013 por Hclasalle
Cuando al cumplir con la tradición de dar regalos de Reyes a los nenes y nenas, una tipa se quejó a las emisoras que estuvo en línea to'ese tiempo solo por un trapo'e bola ... y los medios sociales en Borinquen se encendieron ... el vivir del gobierno, el parasitaje, las vergüenzas que nacen de la pobreza, la desvergüenza de los que viven de la teta del estado, la cafrería, el mal-agradecimiento, una ristra de problemas se han citado que harán que probablemente esta tradición de Reyes se pierda y que la gente pobre tenga que comprar sus propios regalos de Reyes un año de estos.
En la retórica frecuentemente se asoma la idea de los valores.  Las tradiciones en Puerto Rico, sobre todo en círculos conservadores, suelen denominarse y confundirse con los 'valores' (tan integrados están para mucha gente), una palabra que se tira a diestra y siniestra, a veces para defender mores viejas que son bonitas y dignas de preservar, a veces para endiosar el machismo, joder con los gays o negar a las mujeres derecho sobre sus cuerpos.
Valores, por definición, son todas aquellas cosas a las que atribuímos importancia, por las que pagaríamos, lo deseable.  Se suponía (si de valores humanos se trataba) que los regalos de Reyes produjeran agradecimiento, generosidad, unión, alegría y un sentido de comunidad entre la población.  Esos eran los valores, aparte del pasar ciertas conductas y actitudes piadosas entre los que llevan la tradición de los Reyes religiosamente.
La confusión de valores en tiempos post cristianos, y con los niveles de parasitaje clerical que hay, es imposible de evitar porque el problema es obvio.  Caducaron los medios que un día fueron usados para trasmitir los valores y hacen falta otros medios y espacios culturales nuevos para trasmitirlos.  Estamos en medio de una guerra cultural, pero a diferencia de lo que nos quieren hacer creer los grupos polarizados de esta guerra, al final tendrá que haber un tipo de síntesis que se forjaría de la tesis y la antítesis de tiempos pasados.  Y es secular esa nueva síntesis.  Por eso a los pastores y curas hemos tenido que llevarlos arrastrados al siglo XXI como cuando éramos chiquitos a nosotros nos llevaban arrastrando a la iglesia contra nuestra voluntad.
De ahí que la filosofía deba remplazar en gran medida a la religión, sobre todo cuando hace tiempo que la religión perdió relevancia.  Primero, porque la filosofa es la matriz legítima del campo de la ética como estudio: concierne, estudia y elabora la ética.  Y segundo, por ser racional cuando parte de lo que plaga a nuestra sociedad son las actitudes irracionales: fobias, miedos, obtusidad, y la persistente idiotez supersticiosa y credulidad infantil de los religiosos (muchos de los cuales tienen buenas intenciones mientras que otros ...)
En tiempos recientes, formalmente adopté el epicureanismo como mi filosofía luego de meses de estudiar a Epicuro.  (Hay una excelente página epicureana en castellano aquí.)  En el proceso de explorar la filosofía epicureana, uno de los retos con los que hemos estado luchando es la mala vista que le da a la política el filósofo Epicuro, cuyo enfoque es practicar la filosofía con la intención de elaborar una práctica que emplee metodologías empíricas y filosóficas en la búsqueda de la felicidad.
La política genera hostilidad, intriga, discusiones, peleas.  En mi propio hogar los temas políticos generan muy fuertes animosidades.  En los espacios cibernéticos, ni se diga.  Para tener una mente sana, libre de hostilidad, tranquila, es bueno evitar la política, las enemistades faccionistas, las guerras de palabra.
Pero es difícil ser apolítico en estos tiempos tan polarizados.  Dicen que bebé que no llora, no mama.  Dicen que camarón que se duerme, se lo lleva la corriente.  Hay que ejercer el voto.  Hay que ser vocal, sobre todo cuando las clases dominantes son corruptas e implementan agendas peligrosas como las fuertes tendencias neoliberales que los imperios bancarios internacionales quieren implementar para esclavizar el mundo entero por medio de la deuda.
Otros epicureanos me han hablado de la dificultad de ser apolítico.  En nuestras discusiones, hemos concedido que es casi imposible ser una persona inteligente y pensante, y a la vez ser apolítico.  Es imposible vivir un estilo de vida frugal, como Epicuro aconseja, y ser anti-consumerista sin reconocer que eso es un acto revolucionario y seriamente subversivo en el tipo de cultura en que vivimos.  Las clases dominantes desean que todos andemos con tarjetas de crédito y que nos endeudemos comprando porquerías que no necesitamos, de las que nos cansaremos al poco tiempo de adquirirlas.
Las comunidades epicureanas antiguas vivían en jardines, separados del resto de la sociedad, mirando la sociedad desde afuera: condición auspiciosa para desarrollar una mente filosófica, que cuestiona, que es crítica de las convenciones sociales y los mores menos sanos que rodean a uno.  Eso en sí mismo se puede definir como un acto político.  La postura misma de intentar ser un autarca, un soberano dentro de su propio reino, es un acto que fomenta cierta forma de anarquía, cierto rechazo a las autoridades ilegítimas que se nos han querido imponer.
Entonces, hay que tomar el tiempo para entender a fondo el entorno de Epicuro y comprender su rechazo a la política, lo que la política (la vida de la polis griega) significaba para el, y ver si la postura apolítica del epicureanismo debe ser preservada, retada o modernizada para producir un tipo de epicureanismo relevante, inmerso en el hoy y el aquí.
Supongo que mas importante que intentar ser apolítico, es impedir que la mente pierda el equilibrio, que cultivar una mente sana es la clave de las posturas antiguas de refugiarse en espacios separados, lejos de la polis.
Voy a mirar este asunto como una cuestión de experimentos sociales e introspectivos.  Epicuro tenía una cosmovisión científica y empírica: experimentar es el modo propio de indagar y aprender sobre la verdad y lo que es sano.
Voy a experimentar con ser apolítico durante el resto de este semestre.  Sé que al principio me va a costar trabajo, que quizá ajustarme a eso me dure un tiempo, que voy a tener que estar mas atento a mis actitudes, a mis palabras y al contenido de mi carácter y de mi mente.  Mientras lo vaya haciendo voy a ir notando si hay cambios en mi mente, si estoy mas tranquilo, mas lleno de gozo, mas feliz, o mas frustrado ... igual si estoy siendo hipócrita o inauténtico, y si ese es el caso, hasta que punto eso me molesta.
Admito que las posturas políticas en el pasado han producido en mí momentos de enorme inquietud mental, de reconocer profundos rencores y furias, de usar palabras sucias y que, a la vez que me han hecho admitir muchas cosas tal como son, también han fomentado desconfianza con ciertos grupos.  Reconozco que en muchos casos, la confianza se perdió por siempre y que la intención no es recuperarla sino proteger mi mente de las repercusiones de la animosidad, hacer de mi mente una fortaleza como los estoicos antiguos hubieran dicho.
Hago esto porque estoy en un proceso de afinar mis valores, de entender lo que realmente importa, y porque creo que la filosofía tiene una promesa y un carácter sano, veraz y de buena fe que se presta para producir valor ... y sobre todo autenticidad.
A ver como me va durante mi semestre tratando de ser apolítico.Soy terrícola, secularista y humanista.

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