Revista Educación

Valores sociales negativos

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Generalizar es algo que suele resultar injusto en la mayoría de las ocasiones, si no siempre. Es injusto meter en el mismo saco a personas de diferente condición, ideales y comportamiento. Hacer pagar a justos por pecadores duele; y mucho. Pero hay ocasiones en que resulta inevitable. Yo no voy a decir que la policía de este país sea una policía represiva y violenta, porque sería injusto. Tan injusto como que te den un porrazo sin haber hecho nada malo. Pero sí que entiendo perfectamente la generalización sobre la actuación policial. Una generalización que tiene su justificación en una diferencia fundamental entre el comportamiento de los manifestantes y el comportamiento del cuerpo de policía: cuando un grupo de personas, dentro de la manifestación, se muestra violento, otros componentes de la manifestación muestran su rechazo e intentan disuadirles; los convocantes suelen desmarcarse de esos actos antes, durante y después, dejando claro que los violentos son una minoría que no representan al resto de participantes. En cambio, no se escucha ni una sola voz criticando los excesos policiales ni desde el propio cuerpo, ni desde los estamentos políticos. Y ese silencio corporativo contribuye a fomentar el dicho (injusto pero entendible) de “el que calla, otorga”.

Cuando veo las justificaciones que los portavoces de la policía hacen de sus actuaciones más polémicas no puedo más que tener la sensación de que nos toman por tontos. De que se excusan una y otra vez en nuestro desconocimiento de las prácticas policiales y en los vídeos supuestamente sacados de contexto para justificar agresiones a ciudadanos inocentes. Si veo en un vídeo a un policía pegando a una chica indefensa en el suelo, no me vale como justificación que esa chica antes les insultara gravemente o les tirase piedras. No veo a un agente de la ley tratando de inmovilizar a una presunta delincuente, lo que veo es a un un tipo de un metro ochenta de estatura, perfectamente entrenado, con protecciones y casco pegando a una chica indefensa en el suelo, y eso para mí es una respuesta desproporcionada. Si veo a otro policía responder con chulería y desprecio a un chico que le está pidiendo su número de identificacíon, me da igual lo que ese chico le dijera o hiciera antes. Un funcionario público pagado por todos los españoles no puede tratar a un ciudadano con chulería y desprecio porque eso es una respuesta desproporcionada. Aun sin conocer las tácticas y órdenes policiales, considero que no hay ningún tipo de justificación para que un grupo de antidisturbios peguen porrazos de manera indiscriminada a ciudadanos totalmente indefensos. Indefensos físicamente (por razones obvias) y jurídicamente por no ir debidamente identificados los funcionarios que les están agrediendo, lo cual hace imposible que una denuncia acabe con esos funcionarios expedientados o juzgados. No se puede considerar como táctica policial para dislover a un grupo violento agredir a cualquiera que esté presente en el lugar y, menos aún, sin la identificación correspondiente. Porque eso contribuye a dos cosas: la impunidad de los policías violentos y la indefensión de los ciudadanos. y cuando un ciudadano se siente enfadado, indefenso e impotente y ve que los Cuerpos de Seguridad del Estado callan y justifican lo injustificable, tiende a demonizar, creando unos valores sociales negativos injustos.

 

 

Hace unos meses mantuve un interesante debate en Twitter con un funcionario (supongo que policía, aunque no lo especificó) sobre este tema. El término valores sociales negativos es suyo, y lo utilizó para criticar (con toda la razón del mundo) a los padres que educan a sus hijos inculcándoles temor y desprecio por los policías. Yo también creo que es imprescindible cambiar eso, pero para hacerlo de manera efectiva hay que analizar las causas. ¿Cómo le dices a tu hijo que la policía está ahí para protegerle mientras ve un vídeo de tres policías abriéndole una brecha en la cabeza a un anciano? ¿Acaso parte de la mala imagen de la Policía Nacional no proviene aún de su comportamiento durante la dictadura? ¿Acaso sus recientes intervenciones no están despertando ese miedo y desprecio por su aterrador parecido con épocas pretéritas? La policía debe hacer un ejercicio de auto-crítica importante para conseguir cambiar la imagen del cuerpo. Debe castigar y apartar a los violentos dentro de sus propias filas, y los ciudadanos deben conocer esos castigos. Los políticos deberían respaldar a ciudadanos indefensos antes que la impunidad de un violento con escudo, casco, porra y escopeta de pelotas de goma. Porque, al final (y puede que eso esté comenzando ya), esos ciudadanos indefensos acabarán intentado repeler y responder a la agresión, y en ese momento puede que comience una guerra que ni todos los policías de España serán capaces de parar.

Y los ciudadanos también debemos ser autocríticos y ser conscientes de lo injusto que es generalizar; pero debemos hacerlo sin dejar de filmar los excesos y de denunciarlos, sin dejar de exigir sus identificaciones. Y debemos también dejar de tener miedo y ser firmes ante las agresiones, porque de seguir las cosas como están ahora sólo podremos contar con la autodefensa.


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