Revista Insólito

Valsurbio: antes del silencio

Publicado el 01 septiembre 2021 por Monpalentina @FFroi

El lunes 30 de noviembre de 1970, salieron de Valsurbio con su pertenencias cargadas en carros los últimos habitantes del pueblo, siete personas pertenecientes a dos familias. En poco más de una hora llegaron a Camporredondo, su lugar de destino, dejando a sus espaldas un valle dominado desde entonces por el silencio. Aquel día finalizaba un tránsito hacia la despoblación iniciado quince años antes con la marcha de las primeras familias. Después, Valsurbio vio cerrar todas sus casas, como un árbol que sumido en el otoño ve caer sus hojas una a una.

Valsurbio:  antes del silencio

En un lugar que desaparece, a falta de futuro, todo lo que queda es pasado. Este artículo, al margen de relatar el camino que condujo al final de Valsurbio, busca también retroceder un poco más en el tiempo y rememorar aquellos tiempos no tan lejanos en los que el pueblo palpitaba lleno de vida. Un rincón de nuestra tierra en el que las faenas del campo ocupaban las jornadas de hombres y mujeres, en el que las fiestas se celebraban con regocijo y en el que los niños alborotaban las calles al salir de la escuela. Un lugar frecuentado por trashumantes, sacerdotes, lebaniegos, herreros, menesterosos y santeros.

Este texto quiere ser al mismo tiempo, dentro de su modesta dimensión, un homenaje a todos aquellos que durante generaciones habitaron Valsurbio y observaron cada día su horizonte de prados, bosques y montañas. Rescatar del olvido los nombres, los rostros y las vivencias de los lebreles, que es como se conocía a la gente del pueblo, es el verdadero sentido de este artículo. Para conseguirlo ha sido imprescindible el testimonio de algunos de los últimos habitantes de la localidad, quienes con gran amabilidad han abierto las puertas de sus casas y han contestado a las preguntas planteadas. Sus recuerdos, que dentro de algunos años sería ya imposible de recuperar, constituyen el ingrediente esencial de este trabajo. A todos ellos, por la información que me han transmitido y por el afecto unánime con el que lo han hecho, quiero mostrarles mi agradecimiento. En la medida de lo posible he intentado recrear sus vivencias, sus emociones, los lugares que anduvieron y la sabiduría que siempre atesora quien ha recorrido una parte sustancial de su camino.

Valsurbio:  antes del silencio


De entre todos ellos quiero recordar de forma especial a Amalia Vargas, con quien hablé hace un año en su casa de Velilla del Río Carrión. A sus 105 años mostraba una lucidez y un humor excepcional y me aportó una información de gran valor. Por desgracia, pocas semanas después de aquel encuentro Amalia nos dejó para siempre.

Otros testimonios que han resultado indispensables para elaborar este relato han sido los de Rosario Rebanal, Araceli Martín, Felipa Andrés, Jeronimo Liébana, Juan Pedro Vargas, Esther Martín, Daniel Pérez y el de los hermanos Ignacio y Eloina Mediavilla. A su vez, otras conversaciones más breves pero que también han permitido lograr datos de interés han sido las mantenidas con Cirilo París, Aurora Santos, Sagrario Rebanal, Yolanda Mancebo y María Oliva Rebanal. A todos esos testimonios se han sumado los de doro Piélagos y Eufrasio Santos, gracias a las grabaciones que hace años realizó José Carlos Martínez Mancebo, quien en todo momento me ha mostrado su entusiasta colaboración. Quiero agradecer además la ayuda de Victor Manuel Fernández y de Angelines Liébana, por el apoyo que me han brindado y sobre todo por las magníficas colecciones de fotografías que me han facilitado, una aportación decisiva. Gracias también a Eva por repasar los textos y por ayudarme con sus consejos a mejorar este artículo. Finalmente, quiero mostrar mi agradecimiento a David Macho, quien hace ya algún tiempo me facilitó el teléfono de Cirilo París, uno de los antiguos maestros de Valsurbio. Comenzaba entonces un trayecto que hoy culmina con la publicación de estas páginas.

Valsurbio:  antes del silencio


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