Ya les había escuchado hace algún tiempo, en una interpretación con la agrupación española Marlango de la canción Ay pena, penita, pena que hiciera famosa Lola Flores “La Faraona”, sin embargo, no profundicé tanto en su repertorio. Más tarde, en una noche de búsqueda musical, aparecieron de nuevo en mis oídos con una versión muy peculiar de Tainted love de Ed Cobb del grupo The four preps, pero que hiciera famosa Gloria Jones por allá de 1964.
Fue precisamente después de su presentación en la FIMPRO cuando los comencé a seguir con mayor detalle. Varias cosas captaron poderosamente mi atención, la primera fue la voz portentosa de Marisol Hernández La Marisoul, que es una combinación de fortaleza latinoamericana y un sutil matiz de soul, como voz de mujer de color. La instrumentación es definitivamente la respuesta a la mixtura californiana del choque de dos culturas, que lejos de negarse una de otra, se fundieron en una amalgama con tintes contestatarios y de nostalgia por una realidad en otro país, que ya es suyo, pero sin perder de vista el conflicto más cantado del ser humano, el del corazón.
Este cuarteto nacido en las entrañas de Los Ángeles, California, igual nos deleita con una ranchera de acordeón y tequila en mano, como con una cumbia de molcajete o una bossa chicana, pero siempre respetando esa coherencia armónica mexicoamericana que les ha formado una identidad en la música.
No es casualidad que hayan llamado la atención de músicos importantes que han decidido participar en su proyecto. Elvis Costello no pudo más que sucumbir a la seducción musical de La Santa Cecilia, y así el compositor británico grabó Losing game en el disco Treinta Días que vio luz en el 2013. También Enrique Bunbury grabó en su último disco la canción de que hiciera famosa Ramón Ayala y sus Bravos del Norte, hablo de Tragos de amargo licor que está inserta en nuestro subconsciente cancionero junto a dos caballitos de mezcal y barbacoa.
Pero la canción que merece este artículo es Vámonos que grabaron a lado de Fito Páez para su reciente material discográfico titulado Buenaventura. Mi emoción primaria fue asociar el título con la compuesta por nuestro José Alfredo Jiménez, sin embargo la decepción no tuvo lugar, ya que el dueto fue agradable y transcurrió con un guiño de complicidad, ya que Fito interpreta una frase de su canción Yo vengo a ofrecer mi corazón. Es curioso escuchar a este argentino, precedido de un acordeón, ya avanzado el tema podemos escuchar ese equilibrio de guitarras eléctricas y percusiones, sin perder su base armónica angelina. La letra dibuja un apresuramiento por disfrutar las dulcísimas mieles que ofrece un enamoramiento ocular.
A juzgar por el lector, y para muestra un click.