Alicante, Madrid, Vigo y Santiago de Compostela en esta semana. En todos los sitios he comido con los alumnos. Y en todos ellos hemos hablado de política. Antes la gente hablaba del tiempo. Últimamente de política, quizá por la delicada situación que atraviesa España.
Me resulta curioso escuchar en todos los sitios, que los dos líderes principales de los partidos deberían irse y dejar paso a nuevas caras que, sin lastres del pasado y sin revolcones electorales, trataran de conformar un gobierno sensato y medianamente estable en nuestro país. Pero lo más curioso es que esto, que dice mucha gente, no lo dice nadie en el seno de las organizaciones políticas.
Cuenta el Profesor Jerry Harvey, que estaba una calurosa tarde de Julio en el porche de su casa con su mujer y sus suegros. Tenían limonada fresca a mano, un ventilador y estaban jugando al dominó. De repente su suegro dijo: “Cojamos el coche, vayamos a Abilene y cenemos en un restaurante”.
Al profesor, le surgieron dudas de la conveniencia de la excursión. Abilene estaba a más de sesenta kilómetros, había una tormenta de arena y calor y su coche era un viejo Buick sin aire acondicionado.
Pero su mujer dijo: “Bueno, parece una buena idea ¿qué te parece Jerry?”. Y aunque la preferencia de Jerry era seguir disfrutando del dominó y la limonada, se limitó a contestar cortésmente: “Suena bien, pero … ¿qué opina tu madre?”. La suegra asintió. Así que cogieron el coche y se fueron a Abilene, cumpliéndose las predicciones de Jerry: pasaron calor, sudaron, y la comida del restaurante fue lamentable.
De regreso a casa, dijo Jerry: “Una buena excursión ¿no?”. Su suegra contestó: “Pues para decir la verdad yo no lo he pasado bien; hubiera preferido haberme quedado en casa, pero como estábais tan entusiasmados…” Todos fueron comprobando que cada uno había dado por supuesto que los demás querían ir a Abilene, cuando ninguno quería ir.
Y una cosa parecida pasa en muchas organizaciones –no sólo en las políticas-. Cada uno en su fuero interno tiene una opinión, que no se atreve a transmitir. El peligro de esta situación es que resulta inadvertida para los protagonistas. Y que una vez reconocida, hay que tener el valor y la honestidad de decir lo que nadie se decide a decir. Sólo una postura valiente y crítica permite salir de esta trampa. Ningún grupo está libre de este riesgo, pero son más proclives aquellas organizaciones altamente cohesionadas en las que adoptar una postura crítica puede ser entendida como una traición. ¿Trabajas para que en tu equipo haya un ambiente en el que se pueda expresar el desacuerdo sin riesgo de rechazo o de represalia?