Revista Cultura y Ocio

Vamos a contar cuentos

Publicado el 03 noviembre 2015 por Zazou @biblio_zazou
Cuando éramos pequeños, la mayoría de los cuentos que nos gustaba escuchar antes de dormir (o a cualquier hora del día, en realidad) comenzaban con aquel clásico «Érase una vez…» que nos aguzaba el oído y creaba expectación. Nos arrellanábamos en el sitio (cama, sofá o alfombra) y abríamos los ojos como si no tuviéramos párpados, en un gesto que parecía ampliar la capacidad de absorción de la historia, porque aquellas historias no solo se escuchaban, sino que se absorbían, se sentían, se vivían.

Durante la infancia, me contaron decenas de cuentos y yo me dediqué a leer otros tantos (o, probablemente, más). Luego, a medida que fueron llegando otros niños a mi entorno, empecé a ser yo quien contaba los cuentos para entretenerlos. Esa “Reina de las nieves” imponente que siempre me fascinó, la tradicional “Bella Durmiente” acosada por su suegra-ogra, aquellos hermanos cisnes que me iniciaron en los mitos celtas, relatos homéricos o de “Las mil y una noches” un tanto reajustados y cualquier otro que me gustara, adaptado la audiencia del momento. A veces, incluso, me atrevía a inventármelos. Y a lo largo de estos años he intentado mantener vivas todas esas antiguas historias, y otras que no lo son tanto, en los niños que me han acompañado. Al crecer y hacernos adultos (me abstendré de emplear el término «madurar», porque muchos de nosotros quedaríamos excluidos), esos cuentos van cambiando en la forma y, solo en cierto modo, en el contenido. Y si digo «en cierto modo» es porque los temas ancestrales no han cambiado tanto; son los usos y costumbres, la superficie expresa, lo que se ha visto transformado por el paso del tiempo, mientras que ese fondo que habla del amor y la muerte, de las inquietudes que mueven al ser humano, por más que se recubran de símbolos, permanece. Hoy, sin embargo, ya no nos los cuentan al calor de la lumbre (o más bien del radiador): los leemos nosotros. Me voy a permitir la licencia, ahora, de retomar esa buena costumbre narradora y, aunque no podáis oírme ni verme interpretar las escenas, os voy a contar un cuento que habla de cuentos: Érase una vez, hace no mucho tiempo, en una brumosa tierra virtual cuyas fronteras se pierden junto a un horizonte difícil de alcanzar, una alquimista de palabras que un día decidió invitar a un acto de creación a varios compañeros del gremio. Reunió a diez invitados: nueve, además de ella, crearían una historia y un décimo presentaría el resultado final. Tras un verano de verter ideas y palabras en sus crisoles y retortas, se grabaron las frases destiladas. La alquimista anfitriona, ayudada por los compañeros más expertos, modeló el recipiente que las contendría y, llegado el momento, traspasadas las puertas del otoño, salieron del laboratorio para dar a conocer la obra final. En este cuento hay once cuentos y, en cada uno de ellos, hay una librería, uno de esos pequeños paraísos para los amantes de los libros, que albergan tantas historias por conocer. Y su título es:LA LIBRERÍA A LA VUELTA DE LA ESQUINA. La librería a la vuelta de la esquina«Diez autores y once relatos rinden un espléndido homenaje a librerías, libreros, libros y lectores. Policíacas, misteriosas, románticas, fantásticas, realistas... historias extraordinarias con el protagonismo indiscutible de una librería siempre única, como la imaginación de quien la describe y la habita, de quien la dota de personajes y llena sus estantes de libros raros y maravillosos para que el lector se pasee por entre sus prometedores estantes. Por estas páginas transitan encantadoras investigadoras, clásicos que cobran vida, libreros excéntricos, herencias librescas, detectives suspicaces, acertijos de siglos pasados, palabras mágicas que conjuran hechizos olvidados, James Joyce, Hemingway, una dragona y hasta el mismísimo señor de las tinieblas. Entra, lector, ponte cómodo y respira sin prisas el aroma de la literatura bajo el tenue polvo de sus estantes. Traspasa el umbral de estas librerías, eres más que bienvenido.»Prologado por MientrasLeo, editora del prestigioso blog Entre montones de libros, y con diseño de portada de Javier Morán Pérez “Mork”, es fruto de una feliz iniciativa de la escritora MónicaGutiérrez Artero.  

Estas son las piezas que lo componen:


La típica librería - Belén BarrosoUn cadáver en la librería - Ana BoloxEl colmado de papel - Javier de RíosÍtaca / La maleta - Alejandro GameroNicte - Rebeca C. GarinLa desaparición del librero de la luna - Ana González DuqueEl té de los viernes en Moonlight Books - Mónica Gutiérrez ArteroSatán en una pequeña librería - Aránzazu MantillaEl sueño de Camelia - Desirée Ruiz
La puerta - JAP Vidal

Si queréis saber más, lo encontraréis en este enlace,En edición digital por ahora, y con un precio especial de lanzamiento, 

próximamente estará también disponible en papel.Solo me queda decir: muchas gracias, Mónica, por la propuesta,y a los participantes -Belén, Ana B., Alejandro, Rebeca, Desirée, José- por el entusiasmo,en especial a Ana G. y Javi, guías más que espirituales.

Seguiremos informando… y contando. Que no nos falten los cuentos.¿Y a vosotros os gustan los cuentos?

¿Y las librerías?

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