A dos semanas para que los catalanes/as nos volvamos a reencontrar con las urnas raro es el día en que no aparece en algún medio una encuesta. En los últimos años hemos sido testigos de los no pocos errores cometidos en los sondeos por parte de las empresas demoscópicas. Pero como uno a estas alturas es cada vez más mal pensado en lo que concierne a la política, pues tal como dice el dicho “piensa mal y acertarás”, nadie consigue quitarme de la cabeza que los resultados hechos públicos por parte de quienes se dedican a esto de los sondeos electorales vienen cocinados y manipulados a interés de quien encarga la encuesta. No somos pocos los mal pensados que creemos que quienes saben de esto a veces apuestan por incentivar a determinados votantes haciéndoles creer eso del “yes we can” (sí se puede) o por el contrario jugar con el miedo del votante para intentar una mayor movilización con la que frenar a esa posible mayoría, que en caso de ganar pudiera desencadenar poco menos que las siete plagas de Egipto. Y es en este contexto donde día sí y día también aparece alguna encuesta, pública (como la del CIS) o privadas, sobre la tendencia de voto de cara al 21-D que uno tiene muy claro que las mismas reflejan más el deseo de algunos que la realidad de lo que seguramente reflejarán las urnas a la finalización de dicha jornada.
Para alegría de unos y decepción de otros, es muy probable que los dos bloques antagónicos y aparentemente irreconciliables en que se ha dividido la política y la sociedad catalana vuelvan a contar con un número de representantes en el Parlament muy similar al actual, lo que significaría una nueva victoria del soberanismo, aunque sea por la mínima, lo que llevará a nuevos conflictos y a la formación de un gobierno sometido a la fiscalización, a la coacción, y a la posible judicialización de todas aquellas decisiones que molesten al gobierno del estado por la vía del artículo 155.
Lamentablemente el círculo vicioso de falta de voluntad negociadora, imposición o represión, desafección, desobediencia y nuevas imposiciones y una mayor represión no va a cambiar ni con esa supuesta victoria del bloque constitucionalista, pues mientras en el Partido Popular o su recambio naranja estén en la Moncloa nada se podrá hacer para buscar una salida negociada. El Gobierno del señor Rajoy no puede pretender una vez más esconder la cabeza bajo el ala a la espera de que se dé el milagro y consigan un gobierno tripartito (CD’s, PSOE, PP) y unionista, pues aun consiguiéndolo este no será más que un parche a corto plazo que difícilmente podrá acabar o poner freno a los anhelos y sentimientos de un número considerable de catalanas y catalanes deseosos de conseguir la emancipación del estado español o como mínimo de poder decidir libremente el futuro de nuestra tierra.
MSNoferini
Encuesta de GESOP para el Periódico de Catalunya aparecida hoy 7/12/2017, y seguramente una de las más creíbles.