Revista Opinión

“Vamos por todo”. Respuesta a Roberto Cachanosky:

Publicado el 09 octubre 2012 por Colombatto

Nota publicada en el blog de Adri Bosch.

No conozco al señor Cachanosky ni he leído sus notas previas pero noto que se presenta como entendido en economía.

Es muy raro de mi parte responder a notas personales, más cuando hoy en día todo el mundo quiere opinar sabiendo, entendiendo algo y hasta sin entender en lo más mínimo. Pero esta vez he optado por responderle al señor Cachanosky porque o ha cometido errores de conocimiento o ha intentado difundir conceptos falaces para confundir a los lectores. En esta última posibilidad me adhiero a una de las frases de este blog: “Si me mienten es porque no me respetan y si no me respetan es porque no me quieren”.

El estilo con que redactó la nota es claramente binario y desde la posición de atacar al gobierno, con o sin razones, por ello es binario y no me agradan los extremismos que buscan violencia y evitan debates superadores. Sólo puede haber debate honesto cuando los argumentos que se esgrimen son ciertos o por lo menos tienen buena intencionalidad. Como -repito- no conozco al señor Cachanosky, pues me obligo a concederle el derecho de la duda y paso a desgranar los errores “involuntarios” que cometió en la nota que tituló: “El único riesgo de golpe es el ‘vamos por todo’”.

En el conflicto salarial con Prefectura y Gendarmería, los reclamantes están bajo bandera y usan armas, por lo tanto ni aquí ni en ninguna parte del mundo tienen iguales derechos y obligaciones que el resto de la ciudadanía, principio que no es debatible. Los más altos mandos de esas reparticiones y el propio gobierno pueden ser los responsables pero el procedimiento que aplicaron y mantienen aún es equivocado y altamente peligroso. Dicho brevemente, los grupos anti-motines no pueden amotinarse. Es como si la prensa informativa dejara de informar y se pasara al bando de los distorsionadores de información. Tendrán muy justificadas razones salariales, pero el método para expresarse es el camino seguro hacia una crisis social. Así lo interpretaron los legisladores (no fueron “algunos opositores” sino todas las bancadas) quienes masivamente condenaron el procedimiento.

El señor Cachanosky presupone que de haber un golpe de estado, los oficialistas “deben estar desesperados por tirarle todos los líos que armaron a otro sector de la sociedad”. Inventa con esta frase pues si así fuera no hubieran instalado el deseo de la re-reelección.

Es verdad que “El golpe tradicional en el cual salían los tanques a la calle es cosa del pasado” pero no es cierto que “nadie está pensando en eso en la Argentina actual”, porque hay muchas formas de derrocar a un gobierno y el ejemplo más cercano está en Paraguay (Golpe Legislativo), y los anteriores en Ecuador y Bolivia (Golpe Policial-Mediático).

En nuestro país hay una realidad comprobable por los hechos del pasado: los que antes golpeaban las puertas de los cuarteles una vez por década, luego de 1982 provocan caídas gubernativas desde la prensa y los ejemplos se llaman Alfonsín, De la Rúa y ahora Cristina Kirchner.

El autor de la nota pretende acusar al gobierno actual de violar la Constitución Nacional con argumentos falaces: que por haber ganado las elecciones últimas ahora el gobierno puede hacer lo que quiere y fuerza el sofisma con la palabra “monopolio”, ocultando que en el país no votó sólo el 54% de los electores sino también el otro 46% representado en el Congreso Nacional. Los porcentajes anulan el concepto “monopolio”.

La facultad de emitir decretos nacionales está en la Constitución Nacional y en las Constituciones Provinciales, y los gobiernos emiten decretos todos los días, que no pasan por las cámaras legislativas. Es más, la misma Cristina dijo alguna vez que ella no iba a usar esta facultad con tanta asiduidad como hizo su marido y anterior presidente. El tema no merece debate y ni siquiera se acerca a “una graciosa concesión de su majestad a sus súbditos”.

En párrafos siguientes transcribe principios básicos de nuestra Constitución Nacional, puntualmente la libertad de todos los argentinos “de usar y disponer de su propiedad” y fuerza este derecho interpretando que “el Estado no puede prohibirle a la gente usar los pesos de su propiedad para comprar dólares”. Está poniendo las zapatillas en la heladera.

A ver; una casa, un automóvil, una computadora y un cuaderno tienen propietarios. El dinero no tiene propietario; sólo es un bien de uso para adquirir otros bienes. Nadie duerme dentro del dinero, ni se desplaza sobre dinero, ni se comunica con dinero, ni escribe sobre dinero. El dinero tiene un único propietario que es el Estado, que a su vez es el único autorizado para fabricar dinero y/o derivar en alguna empresa su fabricación (impresión o acuñación).

El dinero es uno de los pocos elementos que simbolizan a la Patria, junto con el escudo, la bandera, el himno, etc. En un estado de derecho real y absoluto, nadie tendría permiso para usar y exhibir públicamente otro dinero, escudo, bandera e himno dentro del país como no fuera el que corresponde al país.

Pues nuestros gobiernos hacen la vista gorda a esta condición universal y permiten que se vendan prendas de vestir con banderas extranjeras adheridas.

Que estos símbolos soberanos se prolonguen de un país sobre otro, que se infiltren de una sociedad sobre otra es un ejemplo claro de gobierno invasor y en contraposición de gobierno invadido. En este caso sí se puede definir la situación como bipolar entre gobernante y gobernado, invasor e invadido, dominador y dominado.

El dinero no es una propiedad personal y por lo tanto prohibir la circulación de moneda extranjera es tan obvio como prohibir que cualquier ciudadano de ese país cante el himno de otro país porque es la manera más directa de renegar contra su Patria.

Cuento un caso verídico: el guía de turismo de una empresa organizadora de viajes estudiantiles, hace una década atrás acompañó a un contingente de estudiantes de nivel primario desde Comodoro Rivadavia hasta Coyhaique (Chile). En un campo aledaño iniciaron un campamento recreativo y como primera acción al guía se le ocurrió montar un mástil con la bandera argentina. A los pocos minutos estaba rodeado por carabineros que no lo llevaron preso porque era el único responsable de ese grupo de menores extranjeros, pero debió bajar la bandera argentina y guardarla a toda velocidad. Los símbolos patrios son las acciones más claras de territorialidad, y el dinero es un caso más, aunque de menor relevancia, por eso lo maneja muy especialmente la Aduana Nacional y los controles de Gendarmería.

El dislate que exhibe el autor de la nota (Cachanosky) puede deberse a dos causas: ignorancia sobre el valor de los símbolos patrios y el significado de lo expresado en el Artículo 14 de nuestra Constitución Nacional, o directa mala intención para deformar el conocimiento popular y arrearlo contra el gobierno democrático existente hoy en nuestro país.

Como ciudadano libre me “prendo” al disenso cuando las posturas son honestas y aportan a la construcción de nuevos puntos de vista, pero me irritan aquellos que se parapetan en un fortín binario y presionan para que el resto deba optar entre dos bandos en son de guerra de exterminio. Por ello reitero la frase de este blog de noticias: ” Si me mienten es porque no me respetan y si no me respetan es porque no me quieren”.

Todos confesamos nuestras intenciones por más que las adornemos con flores. La posición belicosa de Cachanosky aflora con esta frase que el autor seguro no puede demostrar: “el peso no es aceptado en ninguna parte del mundo”, pues ni una azafata internacional podría asegurar eso.

El autor de la nota, entonces es un propagador/publicista de uno de los símbolos soberanos de EE. UU. en desmedro de parte de la soberanía argentina. ¿Lo hace a propósito y en nombre de poderes extraterritoriales? No lo sé, pero recuerdo aquella canción que dice:

“Disculpe si no me entiende

Disculpe si no lo entiendo

Ustedes son como los tordos

Que quieren empollar en nido ajeno

Usted habla por boca de otra gente

Y yo soy solo el eco de mi pueblo”

A esta altura de mi exposición seguramente ya me habrá catalogado como ultrakirchnerista, y nuevamente estará equivocado debido a su posición binaria entre blancos y negros, buenos y malos.

La señora presidenta ha cometido errores graves, gravísimos, que la oposición (mediática como partidaria) poco y nada cuestionó. Uno de ellos (el peor a mi entender) fue el mismo día en que asumió su segundo mandato y violó el protocolo estatuido en nuestro país, negándose a que el vicepresidente legal le entregara los símbolos de gobierno. En su reemplazo, la figura legal fue suplantada por su hija, quien ni siquiera tenía autorización para estar presente en el estrado y sólo podía ser incluida entre los invitados especiales y observadores de la transferencia gubernativa.

Que yo recuerde, solamente Napoleón figura en la Historia Universal como el único mandatario que se auto-coronó, y ahora le sigue Cristina Fernández de Kirchner por haber sido imbuida de los atributos máximos de manos de su propia hija, sin roles en la política nacional.

Esta actitud de soberbia extrema se repitió cuando difundieron (para consumo de los porteños solamente) una gigantografía con las imágenes de San Martín, Perón y Cristina.

Las críticas a estos procederes deberían haberse esparcido por el país cual mancha de aceite, pero no ocurrió y ahora están aumentando la presión coincidentemente a medida que se acerca el 7 de Diciembre, fecha en que los grupos monopólicos deben desmembrarse definitivamente. “Si me mienten es porque no me respetan y si no me respetan es porque no me quieren”.

El tema de las expropiaciones es discutible y dudo que al señor Cachanosky, a sus familiares y/o amigos el gobierno les haya expropiado algún bien (se ha metido en cuestiones privadas que no le afectan ni le incumben), pero aquí también deforma maliciosamente lo expresado en el Artículo 29 de nuestra Constitución, donde se alude directamente al robo de bienes por parte de algún gobierno (ocurrió durante la Dictadura Militar, pero Cachanosky no lo menciona), lo cual nada tiene que ver con expropiaciones que el gobierno luego paga a sus propietarios anteriores al valor que fija el mercado. Así actúa cuando debe trazar rutas y caminos, etc. por necesidad superior de la población en su conjunto, y no por ello le cabe la carátula de “infames traidores a la patria”.

Controlar las importaciones y exportaciones de productos es una de las obligaciones del gobierno, por lo tanto “que un secretario les diga a los empresarios qué tienen que producir, a qué precios tienen que vender y de qué calidad”, pues es lógico en la macroeconomía nacional para que los mercantilistas no desestabilicen la economía interna alterando calidad y cantidad de producción como de importación/exportación.

Pero entonces, si estos principios son básicos en economía y producción, ¿cómo se entiende que el señor Cachanosky no los sepa y escriba sobre economía? ¿Está escribiendo en representación de otra gente? ¿Está empollando en nido ajeno?

Hay otro control que hace el gobierno y muy pocos ciudadanos se dan cuenta; lo hacen en la educación, especialmente universitaria y obedece a la regulación del mercado cultural, igual que en el mercado material.

No todas las universidades tienen libertad para dictar las carreras que se les ocurra, menos para abrir el ingreso indiscriminado y menos aún para diplomar sin regulación numérica. Ocurre que existen estadísticas sobre la cantidad de profesionales activos en cada especialización y la cantidad faltante según exigencias del mercado. En base a esto en el país se puede recibir cierto número de médicos, ingenieros, abogados, etc., y si liberan al mercado mayor cantidad, pues desestabilizan la oferta laboral y provocan desocupados matriculados.

Muchas veces los gobernados protestan por ignorancia y los gobernantes tienen la obligación de ordenar la sociedad para que no entre en crisis laboral, económica, industrial, etc.

El que no sabe es como el que no ve. Pero el que no sabe tampoco debería meterse a opinar y cuestionar acciones de gobierno de las que ignora sus fundamentos. Y si sabe pero deforma su saber, entonces actúa con malicia y miente porque no respeta al lector/receptor.

¿Quedó claro?

Todas las sociedades se dividen entre constructores, observadores neutros y destructores. Si miramos a nuestro alrededor, de estos últimos no quedan ni rastros. Entre las alternativas, prefiero ser constructor.

Con esta nota no pretendo popularidad; ni siquiera difusión. Me conformo con que la lea el interesado. Con un lector basta para bajar provocaciones maliciosas o ilustrar para mejor la calidad a futuro.

Luis Colombatto, creador del portal cultural Patapedia.com.ar


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