Arqueólogos búlgaros anunciaron ayer el descubrimiento del esqueleto de un hombre que vivió entre el siglo XIII y el XIV y al que clavaron un arado de hierro en el pecho para evitar que tras su muerte se convirtiera en “vampiro”.
El hallazgo ha sido anunciado por Nikolay Ovcharov, jefe del equipo arqueológico que trabaja en el sur de Bulgaria.
“El hombre enterrado en vida tenía entre 35 y 40 años. Monedas de bronce que encontramos entre sus dientes muestran el periodo en el que vivió. Tenía clavado en la parte izquierda de su torso, entre el cuello y el pecho, un arado de hierro”, declaró Ovcharov, desde Perperikov, según recoge la agencia Standart.
Las creencias vampíricas procedentes del paganismo las preservaron los cristianos ortodoxos en los Balcanes durante la Edad Media, cuando se pensaba que además del hierro, podían utilizarse estacas de madera para atravesar el corazón del muerto, cubrirlo con ascuas o atar sus extremidades para evitar su conversión en vampiro.
Un hallazgo similar en junio del año pasado en la pequeña ciudad de Sozopol, a orillas del Mar Negro. Su descubridor, explicó entonces a Efe que ese rito se practicaba con personas consideradas malvadas o con quienes se ocupaban de algo que la sociedad no entendía, como por ejemplo investigaciones científicas o médicas.
Entonces se creía que después de morir “esas personas se convertían en vampiros y torturaban y atormentaban a los vivos y se bebían su sangre durante la noche”, explicó Dimitrov.